Capítulo 47.

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Narras tú.

Luego de pasar por aquel vergonzoso e incómodo «al menos para mí» baño. Debo confesar que Justin no parecía para nada incómodo, de echo solo se enfocaba en saber cómo estaba y si me incomodaba lo que él hacía con mi cabello.

Cada vez que su piel tenía contacto con la mía, podía sentir a mi corazón latir fuertmente, mi piel se erizaba y un color rojizo se apoderaba de mis mejillas.

Me sentía una completa idiota, de verdad, cada segundo mis mejillas se tornaban rojas luego desaparecía.

Reí por lo bajo al pensar en que era un camaleón ya que constantemente, cambiaba de color. Justin me llevo en sus brazos hasta su habitación, cada instante nuestras miradas se cruzaban por casualidad. Le había pesacado observándome varias veces, su forma de observarme era tan tierna.

Podía sentir la paz en su interior, su respiración tranquila y una pequeña sonrisa en su rostro.

Pasó una mano por mi muslo desnudo, pero antes, me extendió una toalla para que yo me cubriera.

Sus ojos perforaban los míos, no dejábamos de tener contacto visual y en las ocasiones que nuestras miradas se cruzaban, una sonrisa se curvaba de inmediato.

Me sentía querida, bueno quizá esa no era la palabra exacta pero mientras buscaba una correcta, dejaría esa como reemplazo.

Una última mirada y de repente, él comenzó a correr hacia la habitación, haciéndome dar brincos y reír sin parar.

«Justin, para» dije casi susurrando, un chillido se escapó de mi boca y él abrió sus ojos como platos deteniéndose y observándome. Me sentía avergonzada pero él solo ignoró el rojo de mis mejillas y continuó haciando lo que tanto disfrutaba.

¿Quién entendía a este chico?

Cuando me recostó en su gran cama negra que tenía detalles extravagantes, mi cuerpo comenzó a doler. No entendía el por qué, traté de parecer obvia, es decir, nombraba una y otra vez mi dificultad para recordar.

— ¿Justin qué me ha ocurrido?—pregunté mientras me vestía con cuidado porque cualquier clase de movimiento extraño, hacía a mis huesos crugir.

— ¿De verdad no lo recuerdas, preciosa?—pareció a verse sorprendido. Pero realmente, no sabía qué coño había pasado.  Asentí con la cabeza y el continuó—intenta hacerlo y dime qué es lo que recuerdas.

Hice un esfuerzo sobre humano para recordar y fue entonces cuando una imagen mía caminando por la calle vino a mi mente. Claramente, no lo recordaba todo. Cerré mis párpados obligándome a recordar, debía a hacerlo.

De repente, dos tipos se aparecieron tomándome por detrás y golpéandome. Eso era todo, de repente todo se tornó negro.

—Dos tipos me golpearon mientras caminaba, eso es todo lo que logré recordar—dije tirándome para atrás mientras Justin me ayudaba a hacerlo sin que me golpeara.

—Ibas a casa de Nev Evans para buscar a tu madre y de repente fuiste atacada por unos de sus guardias. Te llevaron a una habitación donde...—lo interrumpí mientras miles de cosas invadían mi mente.

—Ya lo recuerdo—dije sin aliento y susurrando.

— ¿Qué recuerdas?—pasó una mano por su mejilla intentando calmarme, pero nada lo haría en este momento. Mi respiración se torno agitada y lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos.

Estaba temblando, tanto que no podía secar las lágrimas de mi rostro. Justin comenzó a notar que yo ya lo sabía, todo.

Cada cosa que había pasado en ese infierno, cada una la recordaba a la perfección.

Como habían violado de mí y golpeado sin piedad alguna, de echo si Justin no me sacaba de allí yo en este momento, estaría siendo vendida a tipos adinerados y viejos verdes. Al pensar en eso, automáticamente mi vista se nubló y lágrimas volvieron a caer por mis mejillas.

Zack, ese cerdo, me había violado unas tres veces desde que me secuestraron... pero, Nev lo había llamado su hijo entonces esto significaba que era mi hermano o hermanastro quizá.

Mi piel se erizó y escalosfríos sacudieron mi cuerpo al pensar en alguien de mi misma sangre -si es que era hijo de Nev- violándome.

La curiosidad invadió mi mente, pero eso no impidió que llorara. Levanté la mirada y Justin secó las lágrimas de mis mejillas con su dedo, su mirada se cruzó con la mía y de repente sentí unos brazos fuertes rodear mi cuerpo tembloroso.

Todos sabemos que las lágrimas son fáciles de contener hasta que alguien te da un abrazo. De verdad, necesitaba esos brazos rodéandome porque me hacían sentir segura y protegida.

Apoyé mi cabeza en el hueco que formaba el cuello de Justin y me aferré a su pecho como si mi vida dependiera de ello.

—Justin—dije casi susurrando en su oído, de tal forma que nadie más escuchara esta conversación.

—Dime preciosa—dijo sin soltarme.

— ¿Quién es Zack Evans?—pregunté.

—Es el hijo de Nev Evans—de repente, mi mundo se derrumbó. El hizo una pausa y continuó—¿Por qué?—acarició mi cabeza de forma paternal.

—Porque Nev es mi padre—mi cuerpo comenzó a temblar.

Justin se separó de mí y en su rostro pude ver la expresión de confusión mezclada con enojo que tenía. Se paró de la cama y comenzó a caminar hacia la puerta sin voltear a verme. Estaba furioso, tanto que pateó esta haciendo que se azotara contra la pared.

Adiós Justin. Hola lágrimas.

Change me {Justin Bieber y tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora