Capítulo 41.

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Narras tú.

Desperté en un colchón viejo y oloroso, era repucnante su olor, un olor putrefacto.

Las paredes tenían un tapiz viejo y muy gastado. Había agujeros en la pintura por la humedad, hongos e incluso muchos insectos que si no me equivoco, eran moscas. Mis ojos estaban entre cerrados ya que no podía abrirlos del todo, pasé una mano por mi ojo izquierdo y sentí que tenía un corte. Sangre por encima de mi ceja, al pasar la mano por allí pude sentir el dolor que provocaba aquel corte mediano, del cual había brotado sangre.

Con cuidado, me senté en aquel colchón gastado que era practicamente como estar recostada en el piso ya que no tenía relleno suficiente.

Observé mis piernas detenidamente y en ellas había cortes, de distintos tamaños y profundidades. Quedé aterrorizada porque no recordaba lo que había ocurrido para que yo tuviera semejantes heridas.

Mi ropa estaba manchada, sucia y con olor a humedad y polvo. Mi cabello estaba enrredado, tanto que al pasar una mano por el quedó allí agarrada.

Ahora que estaba sentada, podía observar mejor el lugar en el que estaba.

Había un armario pequeño de madera blanca, que en realidad parecía madera negra por la gran cantidad de polvo que lo cubría.

Una ventana del tamaño de una pelota de football estaba a mi izquierda, pero para mi mala suerte, esta estaba cubierta por una tela negra y sobre esta, había maderas entre-cruzadas para que no pudiera ser abierta. El piso estaba sucio, envoltorios de comidas y una que otra cucaracha caminando por allí.

Me recosté nuevamente ya que no tenía fuerzas suficientes como para mantenerme en esa posición. Mi cuerpo me dolía muchísimo, en especial mis piernas. No las sentía, lo que me dio a pensar que podrían estar quebradas.

Cerré mis párpados tratando de recordarlo todo pero no podía, algo bloqueaba mi mente.

¿Quién me habría traído a este lugar? ¿Un delicuente? Tantas preguntas y ninguna respuesta.

Justo cuando estaba por abrir los ojos la puerta de la habitación se azotó contra la pared fuertemente. Un ambiente tenebroso invadió la habitación, no quería abrir los ojos. No iba a abrirlos, temía que alguien me viera porque obviamente alguien estaba observándome.

—Vamos bella durmiente—una voz grave sonó por la habitación y supe que era un hombre.

No contesté ni tampoco me moví, trataba de relajarme pero no lo conseguía. Mi pecho subía y bajaba con fuerza, mi respiración se escuchaba por todo el cuarto.

—Como tú quieras princesa, te despiertas por las buenas, o por las malas—sonaba furioso y al parecer notó que yo fingía estar dormida—tú lo elegiste—dijo y pude sentir que se acercó a mí.

Las pisadas se oían cada vez más cerca, él estaba parado junto a mí. Cuidadosamente abrí un ojo y vi que estaba a mi lado, sus botas negras estaban a unos centímetros de mí. Lo cerré rapidamente y aquel hombre me tomó con fueza de mi cabellera.

Enrroscó sus manos en mi cabello, jalándolo con fuerza mientras movía su brazo haciendo que yo me desplazara por toda la habitación.

Gemí de dolor y el hombre paró y soltó una carcajada maléfica.

Pequeña perra, tú te lo ganaste—rió nuevamente y yo solo lo ignoré.

Un segundo después un chico de cabellos oscuros y ojos café entró a la habitación acompañado de un hombre calvo cubierto de tatuajes por todo aquel espacio visible. Cientos de dibujos con tinta había en su cuerpo.

Ellos entraron platicando y se pararon enfrente de mí, observándome de arriba a abajo.

—Con que tú eres la puta de Bieber—dijo el chico melena oscura—al parecer tiene buen gusto—guiñó un ojo y el señor calvo rió haciendo que un escalosfrío recorriera mi cuerpo.

— ¿Qué vamos hacer contigo perrita? Te está metiendo en nuestro camino—habló el hombre de los tatuajes.

—Hay que matarla—dijo el tipo que jaló mi cabello.

— ¿Dónde está Bieber puta?—gritó el calvo y no contesté.

—Que contestes joder—gritó nuevamente y pateó mis costillas con fuerza haciéndome gemir de dolor.

—No lo sé—mi voz estaba débil.

—Cálmate, seguro Bieber vendrá por su princesa—rió el más joven de los tres.

—Es cierto Nev, ya dejemos al chico solo y que haga lo prometido—dijo el hombre que estuvo antes en el cuarto.

Cuando dijo "Nev" se dirigió al calvo de los tatuajes. Él era mi padre, Nev Evans el mafioso narcotraficante más poderoso de la zona. Mi mismo padre me había golpeado, mi misma sangre me había secuestrado y maltratado.

De repente lágrimas brotaron de mis ojos, estaba frustrada, decepcionada, triste y enojada conmigo misma por ser tan ilusa como para creer que no era tan mal tipo.

Cuando miré al frente aquellos dos hombres habían desaparecido expecto el chico de cabello oscuro.

Él se acercó a mí riendo y mordiendo su labio inferior. Lo que me dio a entender que lo que iba a suceder no era nada agradable.

—Curvas perfectas—se sentó a mi lado y levantó un poco mi camisa pasando su lengua por mi abdomen frío. Era repucnante, gozaba de verme allí tirada indefensa.

—Ahora, serás toda mía—dijo y comencé a llorar nuevamente.

Estaba a punto de ser violada por un idiota caliente.

Él se sacó su chaqueta dejando a la vista su abdomen marcado, cubierto de tatuajes.

Sacó con fuerza mi camisa dejándome solo en sujetador.

Pasaba sus manos una y otra vez por mi cuerpo, gozando. Yo solo lloraba más aun, porque todo estaba perdido. Estaba sola y a punto de ser abusada.

Change me {Justin Bieber y tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora