Broma pesada

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Después de comer, como me aburro de estar solita y además necesito un compinche de fechorías, decido ir al sótano a despertar a la bestia, tal vez debería dejar una nota en la cocina que pusiera algo así como:

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Después de comer, como me aburro de estar solita y además necesito un compinche de fechorías, decido ir al sótano a despertar a la bestia, tal vez debería dejar una nota en la cocina que pusiera algo así como:

Cassidy Connors estuvo aquí,

Le gustaban las pelis de Zombis,

Los bollos y componer música,

Murió joven haciendo una estupidez.

Sí, me digo a mi misma, directo y conciso, no habría estado mal escribirla. Dejar un legado, constancia de que había pisado la tierra, y ok, ok, estoy exagerando, pero estoy nerviosa y se trata de Merle, o adorará la idea, o me matará por despertarle, cruzo los dedos rezando por la primera opción.

Enciendo la luz esperando que eso le despierte, pero no lo hace, ronca a pierna suelta el tío que da gusto. No creo que una vez lleguen él y Ale, Daryl pueda seguir durmiendo.

-Merle- le llamo, -Merle- repito, pero el susodicho, ni caso, ¿para qué ponerme las cosas un poquito fáciles? Cojo la almohada que tiene que ser de Daryl, me contengo para no ponerme a olerla en plan acosadora, es decir, daría grima, no el hacerlo, si no que se enterase de que lo he hecho.

Cassidy, céntrate un poquito en la vida que te veo muy perdida, me regaño.

Agarro la almohada con fuerza, levanto el brazo, y se la estampo en toda la cara a Merle.

-¿Pero qué coño?- gruñe moviendo los brazos como un gorila violento, me libro de un golpe dando un par de saltos hacia atrás.

-Hola grandullón- le saludo con voz cantarina.

-¿Preciosa?- se restriega la cara con las manos y vuelve a tumbarse. -¿Qué haces aquí?-

-Despertarte- digo acercándome despacito a la cama, no me fio del todo de que no se vaya a vengar por el almohadazo que se ha llevado.

-Me he dado cuenta, no has sido muy sutil.- gruñe cubriéndose los ojos con el antebrazo.

-Ya, ¿perdón?- intento contener la risa nerviosa como puedo.

-No lo sientes- afirma.

-No, no lo hago- ¿para que le voy a mentir si sabe la verdad?

-Entonces no te disculpes- me regaña.

-Disculpas retiradas- me acoplo en el lado de Daryl, al sentir mi peso Merle me mira extrañado y luego pone su sonrisa guarra.

-Sabía que acabarías cayendo en mis encantos- extiende una brazo para tocarme y yo le doy un manotazo –ey, eso duele-

-De eso se trata- le digo poniendo los ojos en blanco.

Veo cómo se queda mirando mi cara, y por fin se da cuenta de lo que tengo en la frente.

Mi ángel guardián (T - 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora