Se acabaron las dudas

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-Daryl mierdecilla, me piro, más te vale estar follando o te desheredo- los gritos de Merle me taladran la cabeza, joder que potencia tiene el tío cuando se propone dar por saco.

Me quejo y me remuevo, no veo ni torta, anoche baje la persiana del todo, espera ¿yo no me dormí con mi angelito? Le busco a tientas con las manos y lo primero que palpo en su culo, un magnifico culo he de decir, sigo subiendo recreándome en su espalda, en algún momento de la noche debió de quitarse la camisa, gracias a las Moiras por los pequeños favores, notó unas zonas un poco rugosas en la parte derecha seguramente tenga cicatrices ¿de qué pueden ser? ¿Algún accidente? ¿Quizá de una pelea?

Sin pensármelo mucho me tumbo sobre su espalda y le abrazo.

-mfhgm- gruñe.

-¿Qué?- el idioma de los perros aún no lo domino.

-Merle quita-

-No soy Merle, ¿Merle te abraza? No sabía que fuera cariñoso- estoy sorprendida.

-¿Cass?-

-La misma- digo besando el espacio entre sus omoplatos, para después acariciar la misma zona con mi nariz, adoro cuando se estremece.

-Estas abusando de mi-

-Bueno, no te estás resistiendo, ni me has dicho que no lo haga, ¿quieres que me aleje?-

-Ni se te ocurra- se relaja bajo mi cuerpo –estoy a gusto-

-Sí, yo también- desearía que todas mis mañanas empezasen así.

-¿Qué hora es?- pregunta desganado, nunca le había visto así de remolón, me enamora.

-Tarde, seguramente mucho, me he despertado porque Merle gritaba que se iba a trabajar-

-No tiene porque, ¿has oído la puerta de la casa?-

-No, pero tampoco tengo oído de cazador- digo riéndome.

-Conociéndole se habrá levantado a mear y le ha parecido que sería gracioso verme aparecer corriendo por el pasillo, duerme otro poco-

-Está loco, me gusta-

-ghbt-

-Tranquilo tigre, tú eres el Dixon que me vuelve loca-

-Ya ¿cómo de loca te vuelvo?- me pregunta, soplo en su cuello y después lo muerdo con suavidad.

-Como muy loca- se remueve intentando quitarme de encima.

-No hagas eso- se queja.

-¿Por qué?-

-Porque me confundes, y no me gusta-

-Perdón- vale, ahora me siento incomoda, pero no me puedo ir, es mi cuarto, aunque tampoco me ha dicho que quiera que me vaya ¿Qué hago? –Daryl-

-¿Qué?- cuestiona alargando la última letra.

-Nada- no pasa nada aparte del hecho de que te quiero grandísimo imbécil. Suspiro frustrada y me acurruco más contra él, es tan cálido, tan fuerte, poco a poco me quedo dormida de nuevo.

Noto como me zarandean, me desperezo arqueando la espalda como un gato, después me quedo laxa sobre el colchón, parpadeo un poco debido al resplandor, Daryl está frente a mí con el pelo mojado, y una camisa aún por abrochar.

-Buenos días angelito-

-Buenos días u-gi-tsi-ha- me rio restregándome los ojos, me gusta cuando me llama así.

Mi ángel guardián (T - 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora