No me puedo creer que anoche pensase en tirar la toalla, si le presiono está claro que saldrá corriendo o me mandará a la mierda, tengo que conseguir que se acerque a mí.
¿Pero cómo?
Me muerdo el carrillo izquierdo por dentro mientras le escucho prepararse el desayuno, ya debería haberme levantado, ¿vendrá a buscarme si no voy? Solo tengo una manera de averiguarlo.
La puerta de mi cuarto está entreabierta, la abro por completo y me quito la camiseta que llevo, me cambio la ropa interior y me pongo una más sexy.
Me miro ante el espejo, ¿y si no viene qué pasa? ¿Qué va a pasar so pava? Pues que desayunaras sola, deja el drama y péinate para ganar tiempo. Sí, es un buen consejo, debería escucharme a mí misma más a menudo.
Me peino empezando por desenredar las puntas o me daré unos tirones de flipar, sin darme cuenta me olvido de mi objetivo principal y comienzo a cantar "Skater boy" la escribí a los quince años, oda al amor adolescente y los finales felices, que en ese momento no sabía, tienden a ser breves.
Y sí, me pongo a usar el peine como micro cantándole a mi reflejo en el espejo.
¿Cómo no? Llega un punto en el que me pongo a bailar y en una de estás en las que doy un giro veo uno de los zapatos de Daryl aunque él se mantiene oculto, no puedo evitar reírme.
-¿Qué angelito? ¿Te gusta lo que has visto?- pregunto acercándome a la puerta pillándole de lleno, él se envara y se choca contra la pared a su espalda.
-¿Cómo sabías que era yo y no Merle?- sonrío de lado.
-Porque Merle estaría resoplando como un perro al ver una salchicha- me rio y le doy la espalda cogiendo de los pies de la cama unos pantaloncitos cortos, me los pongo, después me giro quedando de frente a Daryl y me coloco una camiseta blanca con el monstruo de las galletas que deja mi vientre al aire. –Todavía no me has dicho si te gusta lo que ves- digo acercándome de nuevo a él.
Le observo dar un paso hacia mí, para después negar con la cabeza, cambiar el peso de una pierna a la otra y esfumarse por el pasillo.
-Me tomaré eso como un si- me digo a mi misma.
Salgo de la habitación, me siento en el taburete cojo de la cocina sin decir nada, solo mirándole y sonriendo, él hace todo lo que puede por parecer ocupado con su café pero no consigue que quede convincente.
Al final su paciencia se agota –deja de mirarme- gruñe.
-¿Por qué? Tú me has mirado a mí y luego te has escondido, yo lo hago a las claras- digo pestañeando coqueta para a continuación lanzarle un beso.
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Mi ángel guardián (T - 1)
Romance¿Qué pueden tener en común una actriz de Los Ángeles y un mecánico de un pequeño pueblo de Atlanta? ¿Podría ser ella la luz que necesita para ver su vida desde una nueva perspectiva? ¿Él estaría dispuesto a enfrentar cualquier peligro por mantener...