Mantén tu promesa

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Hay días que sabes que no debes levantarte de la cama, bien porque captas las malas vibraciones que te van a bombardear gracias a un buen instinto o en mi caso quizá, por pura paranoia.

Hoy es ese día para mí, no me quiero levantar, de verdad que no quiero hacerlo, pero el notar como el calor de Daryl se aparta de mí, me impide permanecer en la cama.

-No quería despertarte- dice ya de pie.

-Si siempre desayunamos juntos- digo con una sonrisa perezosa.

No sé la mierda que me vaya a caer encima ahora, casi me da igual, lo que importa es que lo hemos arreglado, todo está bien, estamos bien.

-Sí, lo sé,- me levanto de la cama y le miro curiosa -¿no quieres descansar un poco más?- pregunta sin mirarme.

-No me digas que te da vergüenza desayunar conmigo porque hemos dormido juntos- digo intentando controlarme para no reírme.

-¿Qué? No, que va- ¿por qué será que no termino de creérmelo?

-Menos mal porque si no sería para matarte, no es la primera vez que lo hacemos- al decir eso noto como suena. –Quiero decir lo de dormir, no lo hacerlo de sexo y eso, necesito mi dosis de azúcar para dejar de decir tonterías-

-Y yo mi cafeína para escucharlas- sonríe divertido viéndome salir escopetada por el pasillo hasta la cocina. -¿Qué vas a hacer hoy?-

-Supongo que salir a correr, y quizá me acerqué a Atlanta a buscar algún curro, no puedo seguir mano sobre mano, a ver, que por poder puedo, pero es que no colaboro en la casa con nada de pasta y me empieza a dar apuro la verdad-

-Podrías trabajar con Ale en el bar, quizá podrías cantar- sugiere.

-Ya lo había pensado, pero como no sé cuándo tendré que volver, no es lo mismo dejar plantados a unos desconocidos que a mi unicornio-

El resto del desayuno transcurre en silencio, pero uno agradable, nos dedicamos miradas de soslayo y se nos escapa alguna que otra sonrisa.

-Cuídate u-gi-tsi-ha – dice cuando está ya en la puerta, casi como si el también intuyese algo.

-Es a ti a quien le puede caer un coche en la cabeza, ten cuidado tú- le digo intentando quitarme la mala sensación que tengo de encima.

Cuando se va, regreso a mi habitación y enciendo el portátil, abro una página de YouTube para ponerme algo de música mientras hago la cama, al instante me salta una lista de los vídeos más vistos en las últimas horas, voy pasando hasta que mis ojos se clavan como dardos en el título de uno de ellos.

No puede ser, me digo a mi misma, pero cuando hago clic sobre el enlace y empieza, no puedo negarlo más, un sollozo se me atasca en la garganta y me llevo las manos a la boca para ahogar el grito de rabia y frustración que pretende escapárseme.

Mientras las lágrimas emborronan mi vista, me muerdo los labios, sólo puedo preguntarme destrozada con el portátil en mis manos ¿Cómo ha podido? Eso no, ella no ¿Cómo ha podido?

....................

Cuando aparco y bajo las bolsas de la compra no puedo estar más sorprendido de ver a Tally en el porche, con una camiseta negra xerografiada con las costillas de un esqueleto, vaqueros negros y botas negras también hasta las rodillas.

Con su larga melena pelirroja moviéndose al compás de los movimientos de su cuerpo inquieto.

-Hola diosa guerrera ¿qué haces por aquí? No te esperaba hasta septiembre-

Mi ángel guardián (T - 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora