Recuerdos

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Hoy no he ido a correr, después de desayunar con Daryl, he cogido las llaves del Ford de Ale y me he acercado a la ciudad, buscando una tienda en condiciones donde vendan guitarras, no eléctricas, sino españolas, tienen un sonido que me encanta.

Me ha costado lo mío encontrar una en la que tuviesen lo que buscaba pero después de vueltas, revueltas, negativas y un montón de ni idea, he encontrado una, en una tienda pequeñita en pleno centro, tenía cierto aire de los años cincuenta, decorado con chicas pin-up y anuncios de Coca-Cola.

De camino a mi hogar actual pongo la radio a todo trapo al escuchar la canción "Zombie" del grupo Cranberries, un temazo donde los haya, no sé si es por la música, la voz de la cantante del grupo o por el tema que trata, seguramente el conjunto de todo, pero es una de mis canciones favoritas, por la reivindicación y la fuerza que tiene.

Al llegar a casa de Ale dudo sobre si dejar la Ford allí para irme caminando o ir con ella al taller de los Dixon, me decido y la aparco en la puerta.

Dejo las llaves en la encimera de la cocina, meto mi libreta y un boli en mi bolso, me cuelgo la guitarra a la espalda y empiezo a andar, mientras lo hago pienso en todo lo que he dejado en Los Ángeles, mi sueño es ser cantante, sé que es difícil, por eso cuando Matt me convenció de trabajar como actriz en pequeños papeles y ahora secundarios me pareció algo bueno.

Una forma de darme a conocer, pero aunque actuar me guste y pague mis facturas no es algo que me apasione, y desde que empecé a hacerlo no he tenido nada de tiempo para componer, ya puestos ni para darme cuenta de que no lo hacía.

Eso me hace plantearme si quiero volver a Los Ángeles, por una parte sería tirar todo el trabajo hecho por la borda, pero por otro lado allí no soy feliz, ni estoy cerca de conseguir hacer lo que me llevó a mudarme de la ciudad del pecado a la soleada california.

Llego al taller sin haber conseguido sacar nada en claro, por no decir que mis pensamientos están más enmarañados ahora que antes de intentar aclararme, no tengo remedio, soy un caso perdido.

-Ey- saludo a Daryl, él me hace un gesto con la cabeza, reconociendo mi presencia, pero no aparta la mirada de lo que tiene entre manos, eso me hace sonreír, cuando se concentra en algo sea lo que sea, pone en ello toda su atención, es un hombre concienzudo y dedicado.

El jefe de Daryl me abre la puerta de la salita nada más verme para que pase, una vez dentro la cierro, tienen la radio puesta y si voy a tocar aunque sea unos acordes no quiero molestarles y quitarles de escuchar algo que les guste, solo porque a mí me apetezca "jugar" como diría mi madre.

Mentiría si dijese que no hay veces en las que la añore, pero a la que echo de menos es a la madre que tenía cuando era niña, la que a pesar de no tener un hombre a su lado, y tener dos trabajos siempre se las apañaba para llevarme y traerme al colegio y a las actividades extraescolares.

La madre que me decía que los truenos no eran malos, que solo era el ruido que hacían Los Ángeles jugando a los bolos, y al día siguiente me llevaba a jugar para que comprobase que el ruido era similar, solo que como los ángeles viven arriba en el cielo y son más grandes hacen mucho más ruido.

La que convenció a mi vecino de que me enseñase a tocar la guitarra cuando entre en el instituto para alejarme de las pandillas.

Luego conoció a Stan y la mujer a la que conocía y a la que amaba desapareció por completo para nunca volver, convirtiéndose en una arpía amargada que aprovechaba la menor ocasión para decirme lo ridícula que era, gritándome para descargar su frustración y castigándome solo por respirar demasiado fuerte.

Mi ángel guardián (T - 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora