Más que perdedores

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Me pesa la existencia ahora mismo tanto como el mundo y eso que ni me he despertado del todo todavía, ruedo sobre algo duro quedando sobre mi estómago, mala idea, abro los ojos con un esfuerzo titánico, estoy acostada sobre la espalda de Ale y él está en diagonal ¿Cómo carajo nos hemos podido dormir así?

Más le vale no haberse tirado ningún pedo en mi cara o le confiscaré su ración de bollos, si es que le queda algo.

Me arrastro como puedo para bajar de la cama y literalmente salgo a gatas de la habitación, madre de dios que empacho tengo, ¿Cómo pudimos comernos ese helado, y echarle plátano, sirope de chocolate, de fresa, nata y dulce de leche?

Aunque realmente el problema no es helado, sino todo lo que comimos antes y lo que seguimos comiendo después, en eso Ale y yo somos igualitos, cuando nos entra la ansiedad no paramos de tragar, parecemos dos pozos sin fondo.

Escucho una risa mal disimulada detrás de mí, mierda, y yo pensando que había conseguido llegar al baño sin que nadie se enterase, manteniendo mi dignidad intacta.

-¿Se puede saber qué haces?- me pregunta Daryl, y la verdad es que no tengo ni idea, ¿para qué quería llegar yo hasta aquí? Vomitar no, estoy mal pero no hasta ese punto, pipi tampoco me hago.

Giro mi cabeza para mirarle, -pues la verdad...- es que me estoy muriendo de la vergüenza, pero vamos a ver, con lo de puta madre que quedé yo anoche en plan, mira lo que te pierdes perro ¿y ahora me pilla así? es que es para matarme, ¡hola! ¿Alguna yo súper inteligente del multiverso podría aparecer y hacerme el favor? Claro que si puede hacer eso, casi mejor que le borre a Daryl esta escenita de la memoria y a mí me deje viva y coleando.

-¿Necesitas ayuda?- pongo un puchero, podría pedirle que me llevase al sofá y evitarme más bochorno, o ser una chica grande y arrastrarme patéticamente hasta el yo solita. Decisiones, decisiones.

-Bueno, supongo que ya que te has ofrecido, sería descortés rechazarte, ¡pero no me cojas como un saco de patatas o echaré hasta la primera papilla!- le advierto rápidamente, por nada del mundo querría que sucediese eso.

En seguida me ayuda a levantarme, coloca mi brazo derecho sobre sus fuertes hombros, y me sostiene con firmeza rodeándome la cintura con su brazo izquierdo.

-Montasteis una buena fiesta anoche- comenta como de pasada, pura fachada, se muere de curiosidad, que lo sé yo.

-Sip, tenemos un problema de sobrealimentación, pero en realidad es culpa de la comida por estar tan rica-

Me mira alzando una ceja y negando con la cabeza. –Lo que tú digas, ¿vas a querer desayunar algo?-

-Pues creo que hay batido de frutas del bosque, pero mejor no me lo traigas- digo con pesar.

-¿No te ves capacitada para un batido?- se mofa de mí, de verdad, cuanta maldad hay en el mundo.

-Ni para un batido, ni para la vida, así que, ¡qué demonios! tráemelo, que pase lo que tenga que pasar- viva el modo Drama Queen.

-Te pondrás enferma- me advierte "severo", pero no termina de sonar creíble.

-Lo sé, pero es que tú me has dicho lo de desayunar- me deja con bastante delicadeza en el sofá, si cuando quiere es un sol, cuando no le da la gana, la cosa ya cambia.

-¿Ahora tengo yo la culpa?- se está burlando de mí, eso es tan cruel, y... okey un segundo ¿eso era una erección? Porque si lo era puedo afirmar ya mismo quien es el Dixon más dotado. –U-gi-tsi-ha- dice y vuelvo a prestarle atención, que tramposo se ha escondido detrás de la isla de la cocina. –Toma- me lanza mi batido con una puntería perfecta, no habría necesitado levantar las manos, habría caído en mi regazo sí, o sí.

Mi ángel guardián (T - 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora