Capítulo 9
Lluvia y desesperación
Al parecer estaba en lo correcto, Adam estaba lesionado. Aunque por suerte no parecía demasiado grave. Compartíamos alguna clases y en eso me di cuenta de que le costaba mover el brazo derecho. Al principio, me callé pensando que se le pasaría pronto, pero se forzaba en los entrenamientos y eso solo hacía que le doliera aun más.
-¡Lewis, tira con fuerza! -le gritó Sanders a Adam.
El entrenador lo forzaba demasiado, en eso entré yo en escena.
-Entrenador, ¿acaso no ve que le duele el hombro? -le dije, y el chico al que defendía movía la cabeza negando.
-Si le duele que guarde reposo. Y además, tú no eres quien para decidir por otros.
-No, no lo soy. Pero es mi amigo y alguien tenía que decirlo. Es más, creo que todos los del equipo nos hemos callado los suficiente.
Intervino Adam.
-Entrenador, me duele pero es soportable.
-Vale, tendrás que descansar durante unas semanitas. Mientras tanto practicaremos sin ti.
-¡Pero necesitamos un pitcher! -dije, y aunque suene algo egoísta, vi mi oportunidad.
-No hay nadie en este equipo tan bueno como Lewis.
Estaba a punto de estallar. ¿Cómo se atrevía a decir eso si ni siquiera me había visto lanzar uno de mis megatiros? Pues en ese momento iba a presenciar el mejor lanzamiento jamás visto en toda su vida.
-Adam, la pelota -dije sin apartar mi mirada desafiante de los ojos negros del entrenador. Noté en mi mano la pelota.
Miré al catcher.
-Ojalá, ojalá llegue hasta él sin desviarse.
Tiré con fuerza y la bola se dirigió al lugar correcto: el guante de Nico. No quise celebrarlo con un bailecito estúpido pero en mi mente lo hice.
-Tuturu, lo hice, ujum, tuturu tuturu...
-Vale, tienes fuerza, pero no voy a cambiar a Adam.
Me di la vuelta y caminé hacia los vestuarios, tenía miorgullo y no lo iba a perder suplicándole de rodillas.
-¡Eh! ¿Qué se supone que haces? -me gritó Arenita desde atrás.
Me giré.
-No quiero seguir con el entrenamiento hoy si no aprecia que yo tambien puedo hacerlo.
Y me fui. Muchos me han dicho que tengo demasiado carácter, pero yo no lo creo.
Caminé hacia mi cuarto. Una vez allí le mandé un correo a mis padres contándoles un poco mi día a día. Luego le mandé uno a Jess preguntando detalles de su cita, estaba complétamente segura de que Kevin no soltaría prenda. Mandé el correo, esperando una respuesta y así fue. Recibí la de Jess. En la que decía que iba a venir a este internado el pesado de John. El chico más estúpido, cretino, egoísta, narcisita y así podría continuar eternamente.
Bajé al comedor para cenar, y me senté sola en una mesa apartada. No es que siguiera enfadada si no que quería estar sola. Aquella noticia me había hecho sentir algo mal. John era... un tema delicado. Nada más acabar volví a mi cuarto.
Me acosté sin cambiarme -eso sí, me quite la venda y la peluca-, y caí rendida entre las sábanas.
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Ella es un chico
HumorTodo comienza un día en el hogar de la familia Davis. Su situación económica empeoró y la joven Charlotte Davis (Charlie, para los amigos) trata de conseguir una beca deportiva para la universidad, ya que el deporte es en lo único en lo que destaca...