Capítulo 17
¿Jugando a los espías?
-Bien, hareis un trabajo con las mismas parejas de la otra vez -anunció la señora Robinson.
¡¿Me tocaba con el rubiales pijotero, otra vez?! Bueno, si me hacía el trabajo, no sería tan malo. Sin embargo, algo me decía que por mucho que lo intentara, esta vez no lo iba a lograr.
-El trabajo debe tratar sobre la Edad Media. Ahora podeis agruparos para hablar sobre el proyecto -sí, hablar sobre el proyecto, que ingenua.
Me senté al lado de Jacob. Ese día iba tan formal que parecía a punto de coger el coche e irse a una boda: unos pantalones oscuros de traje, una camisa de Ralph Lauren y un chaleco a cuadros.
Al sentarme junto a él, volvió a esconder algo. Ese chaval era rarito de narices. No pude ver qué era, tampoco me importaba, la verdad.
-Después del entrenamiento -no tenía entrenamiento ese día pero prefería llegar cuanto más tarde mejor, no me apetecía nada hacer ese maldito trabajo-, vienes a mi cuarto para hacer el trabajo.
-Claro -respondí desganadamente.
Y por desgracia no me podía librar de ese trabajo. Mierda. El día, para ser sincera, pasó con total libertad, hasta la hora del descanso.
Me reuní con mi equipo para pensar estrategias contra los Snakes, pronto tendríamos la revancha y no estaba decidida a perder otra vez contra esos. Salimos del edificio para encaminarnos a un banco. Mientras caminábamos me di la vuelta tan rápido como pude, ya que una sensación muy incómoda de estar siendo observada no me gustaba ni un pelo.
Había mucha gente, tal vez demasiada para distinguir solo a una persona. Escudriñé un poco por encima a cada alumno, fijándome si alguno de ellos se comportaba de un modo extraño. Tanteé con la vista de nuevo, al no encontrar a nadie, y en la segunda ronda, vi a un chico.
Estaba escondido tras una farola, vestido con una sudadera de colores muy sufridos. No pude verle la cara, ya que llevaba la capucha demasiado calada sobre su rostro. Aunque logré determinar ciertos rasgos de su cuerpo: estatura media, de cuerpo normal.
Alcancé a mis compañeros que me habían sacado una gran ventaja. Seguían hablando de táctidas y eso pasó a un segundo plano en mi cabeza.
¿Sería aquel chico quién me observó bajo la lluvia? ¿O quién me besó? ¿O tal vez ambas? Me frustraba no tener respuestas a esa preguntas, y todo por alguien que no sabía quién era, ¿le conocía o no? Quien sabe.
Rodeamos un banco para charlar, hasta que una figura masculina se acercó a nosotros.
Era Adam.
-He hablado con Sanders, y estoy de nuevo en el equipo -una sonrisa se dibujó en su cara. El resto, nos pusimos a darle palmaditas en la espalda y collejas, típicas de amigos. A lo mejor echaban del equipo a John, eso habría sido genial.
Lástima que no ocurrió.
Me alegraba de que Adam hubiera vuelto, podía restregarle en la cara que yo era la nueva pitcher, pero con el buen sentimiento de amistad.
Seguía teniendo la sensación de que alguien me observaba, y estaba en lo cierto. Vi al mismo chico una y otra vez, llamémosle el Encapuchado, como la ocasión anterior. No dejé de encontrármelo allá donde fuera. Y eso significaba que ¿me estaba siguiendo? Sí, eso era los más probable. Pero yo fui todo el día disfrazada, así que, él estaba espiando a un chico ¿demasiado fanático de mí o un acosador? Prefería no saberlo, así que traté de ignorarle hasta que empezó a tocarme las narices.
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Ella es un chico
HumorTodo comienza un día en el hogar de la familia Davis. Su situación económica empeoró y la joven Charlotte Davis (Charlie, para los amigos) trata de conseguir una beca deportiva para la universidad, ya que el deporte es en lo único en lo que destaca...