Capítulo 12. En la mente de Kevin

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Capítulo 12

En la mente de Kevin

-Este capítulo lo narra Kevin como dije en el anterior capítulo, no os entretengo y a leer-

De pronto sentí un líquido helado sobre mi cabeza, se deslizaba silencioso por mi cabeza, hasta empapar las sábanas. Entre gruñidos y suspiros logré abrir un ojo. Frente a mí se encontraba Paul, mi compañero de cuarto, con un vaso vacío en la mano y ya vestido. Mi pelo estaba empapado al igual que las sábanas.

Le debía un montón, sin su ayuda por las mañanas siempre acabaría llegando tarde a todas partes. Cada vez me despertaba de un modo diferente, y al parecer eso le divertía. Una vez me depertó tirándome cientos de pelotitas de ping-pong, otro día me puso encima toda la ropa del armario, afixsiándome acabé abriendo los ojos; otra vez me puso muy cerca del oído la sirena típica de los barcos cuando hay niebla, y bueno os imaginais. Aunque esa vez optó por el clásico método del vaso de agua.

-¡Arriba, cansino! -me gritó al oído, supuse que se estaba cansando de inventar nuevas estrategias para despertarme mezquinamente.

-Ya voy... -murmuré con la cabeza pegada a la almohada.

-Esta es la última vez que te espero.

Al parecer, estaba harto de mí y de esperarme por las mañanas y tambien de llegar tarde a clase. En ese sentido soy muy pesado.

Me vestí lo más rápido que pude -me caí al suelo tratando de subirme los pantalones- y recogí mis cosas a la velocidad del rayo.

Salí corriendo detrás de Paul por los pasillos.

Al llegar a clase me dí cuenta de que Charlie no había venido. ¿Estaría enferma? Tal vez.

Llegó la profesora, tan pronto como de costumbre -tiene puntualidad inglesa-, y la clase de matemáticas comenzó.

Pasaron unos largos y eternos minutos hasta que la profesora se dió cuenta de la ausencia de Charlie y preguntó:

-¿Y Charlie? ¿Alguien lo ha visto?

Me tuve que inventar una excusa, si no había venido ya no iba a venir durante el resto del día.

-Está enfermo, tiene fiebre y está en su cuarto -dije simplemente y era bastante creible, lo suficiente para que ella no se metiera con mis neuronas, que no funcionaban tan mal como decía ella.

-Kevin, ¿serías tan amable de llavarle los deberes cuando acaben las clases?

Yo asentí, de todos modos tenía que verla. ¿Estaría bien? Era una chica rara -y tan rara-, pero me había caído bien.

Las clases pasaron bastante rápidas ya que me dormí en literatura y biología. Nada más sonar aquel deleitante sonido -la campana-, me dirigí al cuarto de Charlie.

Cuando estaba frente a la puerta me imaginé lo peor: una chica caníbal deborando concienzudamente un cadáver -vale, tenía que dejar esas películas tan raras que veía con Paul, me estaba afectando demasiado a la realidad-.

Abrí la puerta, donde había un concentrado olor a... Algo extraño difícil de describir. La habitación estaba completamente a oscuras, con las persianas bajadas y las ventanas cerradas, como en una cueva.

Me acerqué a la ventana, andando sin tropezar gracias a la luz que entraba por la puerta abierta. Subí la persiana de golpe, y en respuesta recibí un monstruoso gruñido procedente de Charlie. Abrí la ventana de par en par dejando que de este modo se ventilara la habitación, y lo necesitaba con bastante urgencia. Me encaminé hasta ella y me senté a un lado de la cama.

Ella es un chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora