Capítulo 27. El mago Sanders

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Capítulo 27

El mago de Sanders

*Antes que nada, este capítulo no tiene nada que ver en la historia, es simplemente un capítulo de relleno, porque tuve que juntar dos capítulos que tenía pensados para el cap 26, así que se me ocurrió esto*

Vivía en Kansas, con la compañía de mis tíos y de mi fiel animalillo de cuatro patas que respondía al nombre de Totó. Era feliz en la granja de mis tíos, cuidando de los cerdos, vale a quien quiero engañar, lo único que quería en mi vida era algo de acción aparte del colegio y que pronto tendría que ir a la universidad. Por desgracia el dinero no sobraba en la granja y solíamos tener que apretarnos el cinturón día tras día.

Mi salvación de aquella monótona tortura fue el tornado Luisa (que por qué Luisa, porque los tornados tienen nombre de mujer y ese fue el primero que se le ocurrió a quién divisó el tornado antes, prosigamos con el cuento).

Los tíos se refugiaron en el cobertizo, pero ni a mí ni a Totó, que como siempre me acompañaba, nos dio tiempo a llegar al refugio cuando el ciclón comenzó a llevarse la casa por los aires y nos tuvimos que quedar resguardados bajo la mesa de la cocina.

Tras la sensación de que la casa ascendía vino la de caída. Me aferré con fuerza al suelo, trayendo a Totó a mi lado, para no salir volando. Cuando la casa tocó tierra hubo una sacudida que hizo estremecerme, seguida de más ruido y fuertes ráfagas de viento.

Cuando todo el ruido y el viento hubo acabado, salí de debajo de la mesa, seguida por mi perro.

Abrí la puerta con temor a encontrarme algo siniestro y terrorífico tras ella, lo que vi me dejó más que alucinada.

En el cielo, teñido de colores rosas y morados, no había ni rastro del ciclón que acababa de arrancar mi casa del suelo. Largas praderas verdes cubiertas y salpicadas con los cientos de colores vivos de las flores que había plantadas.

Una chica apareció tras una explosión de centelleantes chipas doradas y plateadas. Totó comenzó a ladrar a la extraña, hasta que le cogí en brazos.

La chica iba vestida con un largo vestido blanco sin mangas con escote V. Una diadema dorada adornaba su rubio cabello lacio. El brillo de sus ojos marrones centelleaba, inquieto y alegre, como si bailara. Transportaba una alforja de cuero desgastado en su hombro.

-¡Bienvenida al mundo de Sanders! -me saludó la joven-. Soy la bruja buena del Norte, pero para abreviar me puedes llamar Jess. Tú debes de ser Dorothy.

-Pues no. Soy Charlotte.

Jess frunció el ceño, confundida.

-¿En serio? -asentí-. Qué raro, debería de haber venido una tal Dorothy -sacó de su zurrón unos papeles grapados y los ojeó, pasando las páginas-. En el guión dice que viene Dorothy acompañada de su perro Totó.

-Y este es mi perro Totó, pero yo soy Charlotte.

Se encogió de hombros guardando el guión en su mochila.

-Fallos del guión. Sigamos con la historia -carraspeó y levantó los brazos por encima de su cabeza-. ¡Bienvenida al mundo de Sanders! Soy la bruja y bla, bla, bla. Los ciudadanos de Sanders te estamos muy agradecidos por matar a la bruja mala del Este, bueno en realidad el brujo malo del Este, Jacob.

-¿De nada? Y yo no he matado a nadie, en todo caso ha sido mi casa.

-Mira, si viene la pasma les dices que ha sido, ¿cómo se llamaba el tornado esta vez?

Ella es un chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora