Ayamonte. Marzo de 2007
Fran estiró una vez más del borde de la manga de la chaqueta. Hacía uncalor terrible para tratarse del mes de marzo, pero Andalucía era así,imprevisible en cuanto al tiempo. Miró de nuevo hacia el final de la calleesperando ver aparecer el coche que traería a Susana y a su padre hasta lapuerta de la iglesia. Eran solo tres calles las que tenía que recorrer, perohasta que no la viera llegar no iba a quedarse tranquilo.Merche, a su lado, ejerciendo de madrina, le tocó suavemente el brazopara tranquilizarle.-Respira, Fran. No va a dejarte plantado en la puerta de la iglesia.Desde el día en que te vio por primera vez, mi hermana ha vivido soñandocon este momento.-Ya.-Mira, ahí llega.Su mirada se clavó en el interior del coche y sonrió cuando el padre deSusana se acercó a abrir la puerta a su hija menor. Fran tragó saliva.Estaba preciosa, con el pelo recogido en la nuca y un velo corto que lecaía sobre la espalda. Sabía que Susana no era considerada ningunabelleza por la mayoría de la gente, pero para él no había ninguna mujer nila mitad de atractiva.Sus miradas se cruzaron y en un segundo se dijeron muchas cosas. Laemoción afloraba en sus ojos, tanto como en los de él.Agarrada del brazo de su padre, Susana pasó por delante para entrar enla iglesia y tuvo que hacer un soberano esfuerzo para no inclinarse abesarla. Merche se agarró de su brazo y le susurró:-Tranquilo, Romeo, ahora no es el momento. Ya la tendrás para tisolito esta noche.-Y el resto de mi vida -dijo mientras enfilaba el largo pasillo bajolos acordes de la marcha nupcial.-¡Jajaja! eso es lo que tú te crees. Solo hasta que empiecen a llegarniños. Desde ese momento tanto tú como ella seréis esclavos de lospequeños tiranos.Fran sonrió recordando cómo el hijo de Merche, de once mesesmonopolizaba la atención de todos los adultos, incluida la suya.La pequeña iglesia del pueblo donde Susana había sido bautizada, y queestaba siendo testigo de su boda, estaba repleta de la familia de ella. Porparte de Fran, solo sus padres estaban presentes, sentados al final de losbancos. Magdalena había rehusado ser la madrina de su hijo si la boda nose celebraba según lo que ella consideraba apropiado a su rango y nivelsocial, pero tanto Fran como Susana habían preferido algo íntimo yfamiliar. Padres, tíos, primos, su abuela que había abandonado la cama ysentada en una silla de ruedas contemplaba emocionada como su nietafavorita daba el «sí quiero». Y en un ala lateral, todos sus amigos de lafacultad, presididos por Raúl, que estrenaba título de juez al fin. Niabogados de renombre, ni clientes, ni compromisos sociales, solo familiay amigos de los de verdad. Y Manoli, que se sentaba junto a la madre deSusana, ocupando un lugar del primer banco, el banco destinado a lafamilia. En esta ocasión, le había dicho Fran, nada de ver la ceremoniadesde atrás, ni escondida.Susana, al regresar de Barcelona, había aceptado una oferta de trabajodel padre de Raúl, ocupando el puesto que este había dejado libre alaprobar las oposiciones, había formado equipo con Inma y juntas eran untándem casi invencible. Fran solía burlarse de ellas diciendo que no legustaría tenerlas en contra en un tribunal.Después de la ceremonia, celebrarían una barbacoa en el jardín de unode los tíos de Susana, algo informal y que probablemente se prolongaríahasta bien entrada la madrugada. Fran estaba seguro de que sus padresapenas harían acto de presencia en ella, si es que lo hacían. Magdalena noosaría poner los pies en una celebración tan poco ortodoxa.La ceremonia se le hizo a Fran eterna. Y en cuanto acabó, aunque en lasbodas españolas no solía usarse el «ya puede besar a la novia», no pudocontenerse y agarrándole la cara con ambas manos la besó en el altar conuna pasión que a ella le hizo desear escaparse de la barbacoa lo máspronto posible. El olor a Hugo Boss le inundó los sentidos una vez másmientras le besaba, ajenos ambos a los silbidos y las bromas de primos yamigos de que dejasen algo para la noche.-Ya eres mía, empollona... solo mía. Bueno, hasta que lleguen losenanos.-Te quiero, Figueroa testarudo y cabezota.-Bendita la hora en que te quedaste sin grupo para hacer aquel trabajo.-Lo mismo digo.Salieron de la iglesia del brazo. A su alrededor se arremolinaban carassonrientes, rostros queridos, pero ellos solo veían el futuro feliz yprometedor que tenían por delante.Besos, abrazos, todos querían felicitarles y durante un rato ni siquierafueron muy conscientes de a quién saludaban. Raúl se quedó el último,abrazó a su amigo con fuerza y le comentó:-Te lo dije desde el principio, tío, que la empollona quería pescarte yno me quisiste hacer caso. Ahora, ya no tiene remedio.Susana soltó una carcajada, y añadió:-Siempre quise pescarlo, pero el que me gustaba eras tú, no lo olvides.-Y este gilipollas queriendo emparejarnos.-¿Gilipollas, yo? ¿Y la de infusiones que tú te tragaste para que no tellamaran capullo?-¡Por Dios, qué tiempos!-Los que están por venir serán mejores, ya lo verás.Entraron al coche, mientras los invitados se dirigían al lugar de lacelebración. Apenas la puerta se cerró tras ellos, Fran la abrazó de nuevoy volvió a besarla, ignorando al primo de Susana que conducía. Luego, lamiró fijamente y le susurró al oído:-Voy a dedicar cada día de mi vida a hacerte feliz.-Yo también, Fran.-Y... para que te vayas acostumbrado a la idea...-Quieres familia numerosa... lo sé.-¿Lo sabes?-Por supuesto que sí. Nunca he olvidado una vez que me dijiste lotriste que era criarse solo.-¿Y?-Tendrás tu familia numerosa.La besó otra vez.-Pero no empecéis a buscarla ahora, esperad a luego, chicos -saltó elprimo desde el asiento delantero.Fran se separó de mala gana.-¿Tenemos que estar mucho tiempo en la barbacoa? -preguntóbuscando la mirada de su mujer.-Hasta que se acabe.-Joder...Ella se echó a reír.-Bueeeno, si se alarga mucho nos escapamos.Fran le cogió la mano y permanecieron así hasta que llegaron al lugarde la celebración.El tío de Susana vivía en las afueras, en una casa con un amplio jardínque se había construido él mismo, ayudado de hijos, hermanos y sobrinos.Al bajar del coche, les recibieron con sendas copas de cava, parabrindar por la felicidad futura. En contra de lo que esperaban, los padresde Fran se encontraban presentes, Magdalena subida sobre unos altísimostacones totalmente inapropiados para el terreno que pisaban, en un rincóncon una copa de vino en la mano; Francisco hablaba con Raúl.Se habían dispuesto unas mesas bajo un toldo en las que estabansentados los mayores, el resto circulaba y se movía con platos de comiday bebidas en las manos. Fran y Susana se separaron, atendiendo ycharlando con amigos y familiares. En un momento en que se quedó sola,Susana sintió una mano tocarle suavemente el hombro. Se volvió y seencontró cara a cara con al padre de Fran. Tenía dos cervezas en la mano.-¿Tú no comes ni bebes nada? -le preguntó-. Es tu día.-Estoy ocupada. Precisamente porque es mi día, debo atender a misinvitados.-Deja que cada uno se busque la vida y tú disfruta un poco. ¿Unacerveza? -dijo ofreciéndole uno de los vasos-. ¿O prefieres otra cosa?-La cerveza está bien; hace calor. -Aceptó el vaso y le dio un largotrago-. Gracias.-Me gustaría hablar contigo un momento, a solas.-Claro - dijo apartándose un poco de los demás y colocándose bajola sombra de un árbol-. Usted dirá, Francisco.-Tú, por favor, y Francisco es mi nombre de abogado. Mis amigos,los de verdad, me llaman Paco.-Vale.-Susana... quiero pedirte perdón por el daño que os he hecho a mihijo y a ti.Ella parpadeó por un momento.-A mí no... es a Fran a quien tiene que pedírselo.-Ya lo hice. Anoche cené con él y estuvimos hablando. Y a ti tambiéntengo que pedírtelo, claro que sí. Mi hijo siempre tuvo razón, yo nuncaentendí el tipo de relación que os unía... Yo nunca tuve algo así en mimatrimonio. Os envidio, chiquilla... sanamente, pero os envidio. Y megustaría que me dejéis participar de eso, de vuestra vida y de vuestrafamilia... No seré un suegro pesado, lo prometo; algún café, algunacomida juntos... disfrutar de mis nietos si un día tenéis hijos...-Pues claro que sí, Paco. Siempre serás bien recibido en nuestra casa.-¿Un abrazo?Susana se dejó rodear por los brazos abiertos de su suegro.-Bienvenida a la familia, Susana.-Gracias. Este es el mejor regalo de boda que nadie me ha hecho. QueFran recupere a su familia.-No te hagas demasiadas ilusiones respecto a Magdalena. Ella queríairse después de la ceremonia, pero yo le dije que se marchara sola, que yono iba a perderme la boda de mi único hijo por nada del mundo. Y ahora,¿puedo ponerme un poco más cómodo? Todo el mundo se está quitando lachaqueta y la corbata y yo me estoy asando con ellas puestas.-Claro, dámelas y te las guardaré dentro.Con la chaqueta y la corbata de su suegro en el brazo, Susana entró enla casa, dispuesta ella también a ponerse un poco más cómoda. Entró en lahabitación habilitada para guardar la ropa y bolsos de los invitados y sedispuso a quitarse el velo. La puerta se abrió dando paso a Fran.-Te he visto hablando con mi padre. Y dándole un abrazo.-Sí, me ha pedido perdón y me ha dado la bienvenida a la familia.-Anoche cenamos juntos.-Me lo ha dicho. Me alegro muchísimo, Fran, de que hayas recuperadoa tu padre.-Yo también.-¿Puedes ayudarme a quitarme esto? -dijo tocándose el velo-. Da uncalor terrible.Se dio la vuelta y Fran hurgó durante unos minutos con horquillas yalfileres hasta que logró desprender la prenda. Luego, siguió con lacremallera del vestido.-El vestido no, solo el velo.-El vestido también..., me muero por ver lo que hay debajo.-Poca cosa.-Por eso mismo.Se acercó a la puerta y echó el pestillo.-¡Fran!-Lo siento, nena... no puedo esperar hasta la noche. ¿Uno rapidito, yluego volvemos a la barbacoa?-De acuerdo -dijo dejando que le quitara el vestido y colgándose desu cuello.Fran la empujó contra la pared y empezó a besarla con urgencia. Ella leaflojó la corbata y le desabrochó la camisa, sacándosela de los pantalones.Veinte minutos después, reaparecían con la ropa arrugada y los ojosbrillantes, para mezclarse con los invitados de nuevo. Dispuestos aempezar su vida de casados, una vida que estaban seguros estaría plagadade momentos buenos y malos, fáciles y difíciles, pero que ellos sabríansobrellevar porque juntos eran capaces de c
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¿SOLO AMIGOS?
Teen Fictionte a pasado que quieres buscar tus libros Favoritos y no encontrarlo? pues yo si este libro es de Ana Alvarez subiré su libro Sin arreglar nada sólo subiré su libro aqui en Wattpad Espero que les guste