Capítulo 29

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Sevilla. Abril, 2000

Susana vio acercarse a Fran con el móvil en la mano después de haberlousado y cara de enfado, y sin haberle escuchado aún, supo que les iban aamargar la tarde.-¿Qué ocurre? -le preguntó. Él, con gesto de enfado, le saltó alinstante.-Me ha llamado mi madre porque el coche la ha dejado tirada enCarmona. Lo ha llevado al taller pero tengo que ir a recogerla y luegollevarla a no sé dónde. Me temo que nuestros planes de comer en el parquey regresar luego a la facultad para estudiar se nos han ido a la mierda.Susana se esforzó por sonreír como hacía siempre que les surgía algúninconveniente y trató de calmarle. El carácter impulsivo de Fran le hacíaenojarse mucho con cualquier contratiempo, sobre todo si les hacíacambiar los planes que tenían juntos, y Susana trató de calmarle lo mejorque pudo. Sabía que si iba enfadado conduciría muy brusco y morderíaliteralmente cuando se reuniera con su madre. Y no quería incrementar laanimadversión que Magdalena sentía por ella. Por mucho que ledisgustara también no poder disfrutar el ansiado almuerzo campestre. Nole dijo que se había levantado media hora más temprano para preparar latortilla de calabacines que a él tanto le gustaba, en vez de comprar losbocadillos en la tienda cercana, como habían planeado, y trató de quitarhierro al asunto.-Bueno, ¿qué le vamos a hacer? No te preocupes, otro día será.-Joder, es que es mala suerte. Llevamos semanas de mal tiempo y hoypodría decirse que es el primer día bueno de la primavera.Susana levantó las manos y dirigiéndolas hacia la boca de Fran, lelevantó la comisura de los labios que tenía apretados en una dura línea.-No pasa nada. Sonríe... Habrá más días buenos, ya verás.-Es que es jueves y este fin de semana te vas el viernes después declase y ya no te veré hasta el lunes.-Me vendré el domingo en el autobús de las cuatro, ¿vale? Merche quese quede con Isaac hasta después de la cena si quieren.Él sonrió y le pellizcó la cara.-Tienes la facultad de quitarme los enfados siempre. ¿Cómo lo haces?-Porque no estás realmente enfadado, solo contrariado. Anda, olvidael tema y ve a buscar a tu madre. Y no te preocupes, comeremos juntos ellunes, si no en el parque en cualquier otro sitio. Y dejaré que me invites.Fran lanzó una breve carcajada.-Te tomo la palabra.Se agachó, la besó ligeramente en los labios, y se despidió.Cuando Susana le perdió de vista, apretó los labios y se dispuso aintentar superar su propia frustración. Apretó la bolsa que contenía eltupper con la tortilla contra el costado y pensó que ya tenían cena.Cuando salía de la facultad se encontró con Inma.-¿Qué le pasa a Fran? Creía que ibais a comer juntos, pero le he vistosalir a toda pastilla y apenas me ha saludado. ¿Estáis de morros?-¡No, qué va! Su madre, que se ha quedado sin coche y le ha llamadopara que la recoja y le haga de chófer toda la tarde. Nos ha jodido losplanes una vez más.-¿Una vez más?-No es la primera vez que ocurre algo parecido, y yo tengo laimpresión de que no es una casualidad. No creo que Fran se haya dadocuenta, pero yo estoy casi segura de que lo hace a propósito. Íbamos acomer en el parque, hace un día tan bonito... Y yo había hecho hasta sutortilla de calabacines preferida. Menos mal que no le he dicho nada, si nose hubiera cabreado mucho más. Me la volveré a llevar a casa y la dejarépara la cena. ¡Qué le vamos a hacer...!Inma se encogió de hombros y susurró.-Bueno, yo no soy Fran, y ya sé que no es lo mismo, pero si te apetececomer en el parque y quieres compartir la tortilla conmigo...La cara de Susana se iluminó.-¿En serio? ¿Te apetece?-Sí que me apetece.-Pues vamos entonces.Sacaron unas latas de la máquina y se fueron en dirección al parque. Seinternaron en la espesura rehuyendo los lugares más concurridos y sesentaron en el césped, en un rincón mullido y agradablemente sombreado.Susana sacó la fiambrera, un cuchillo, dos piezas de pan ya cortado parameter la tortilla y las servilletas de papel.-Chica, veo que vienes preparada.-En verano me gusta mucho ir a comer a la playa.Le tendió a Inma un bocadillo ya preparado.-Oye, esto está buenísimo. Tienes que darme la receta.-Es una tortilla de patatas normal, solo que lleva además un calabacíngrande. Se la inventó mi hermana una noche que invité a Fran a cenar sinacordarme de que teníamos pocas patatas. Le echamos el calabacín paraaumentarla, y resultó tan buena que desde entonces siempre la hacemosasí. Él no sabe el motivo, cree que es una receta de la familia.-Te guardaré el secreto. Oye, ¿en serio piensas que la madre de Franintenta estropearos los planes?-Sí que lo pienso. Probablemente es verdad que se le ha estropeado elcoche, pero también lo es que se las hubiera podido apañar sin llamarle.Con toda seguridad hubiera podido conseguir uno de cortesía o un taxi oalgo de eso. La última vez que Fran llevó su coche al taller, que es elmismo que el de su madre, le cedieron uno todo el tiempo que duró lareparación porque saben que vive en la afueras. Y si lo hicieron con él, note digo con Magdalena, que es quien paga las facturas.-Eso es verdad.-A ella no le hace gracia que esté saliendo conmigo.-¿Pero lo sabe? Creía que lo manteníais en secreto.-Oficialmente, damos clase juntos y formamos parte de la mismapandilla. Pero no es tonta y seguro que se lo imagina. Fran pasa muchasnoches en mi casa y aparece por la mañana. Finge no saberlo porqueconoce a Fran y sabe que tratar el tema abiertamente solo serviría para queél se afiance en su postura. Yo creo que espera con paciencia a que estoacabe por sí solo. Pero no desperdicia la ocasión de estropear nuestrosencuentros si puede. Como hoy.-Es fuerte eso. ¿Y Fran no se da cuenta?-No lo sé. Si lo hace a mí no me lo ha dicho. Aunque quizá sea por nodisgustarme. La verdad es que desde que dejó plantada a la hija de sucliente, las cosas entre Fran y su madre están chungas... Y sé que él tratapor todos los medios de que su madre no lo sepa cuando salimos los dossolos.-¿Y a ti no te molesta eso?-Tengo que reconocer que me gustaría que las cosas fueran de otraforma, sobre todo porque soy una persona a la que no le gustan lasmentiras ni los secretos, pero soy consciente de que es mejor así. Yotampoco les he hablado a mis padres de Fran. Cuando llego los fines desemana a casa hablo de mis amigos en general. Y Fran es uno más entrevosotros.-Pero algún día tendrás que hacerlo.-No sé si algún día habrá necesidad de hacerlo, pero de momentoestamos bien así. Y nunca se sabe cómo acabará esto. No quiero buscarmecomplicaciones inútiles si no son necesarias.-¡No te entiendo, hablas de acabar! ¿Acaso no van bien las cosas entrevosotros?-Van de maravilla; estamos colados el uno por el oro.-¿Entonces?-La familia de Fran y la mía están en dos mundos distintos. Para sumadre es una tragedia que se le estropee el coche o que se le rompa unauña porque empaña su imagen de dama perfecta. No sale a la calle con unaropa que no esté perfectamente conjuntada. Yo la he visto meterse en lacocina con un traje de marca y si se le mancha da igual, lo manda a latintorería o lo tira y se compra otro. Mi madre cocina en bata yprobablemente aguantará el abrigo viejo otro año más y dejará el dineroguardado por si viene una mala época, como el año pasado cuandoMerche y yo tuvimos que mandar a casa parte del dinero que teníamos.Allí no tenemos coche, lo único que se puede estropear es el barco de mipadre y si sucede eso no comemos. Así de simple. No sé si algún díapodremos unir esos dos mundos Fran y yo, por mucho que nos queramos.O si querremos hacerlo. Pero no quiero pensar en eso; ahora soy másfeliz de lo que he sido nunca. Y pienso disfrutar de esta relaciónmaravillosa hasta el último minuto, mientras dure.-¿Piensas que no durará?-No lo sé. Quizás Magdalena tenga razón y esto se vaya enfriando conel tiempo. No sé, Inma, ya te digo que no quiero pensar en eso ahora. Soloquiero vivirlo y ser feliz.Inma le dio un fuerte bocado a su comida y añadió:-Es estupendo que lo tengas todo tan claro. Yo lo estoy pasando fatalúltimamente.-¿Por Raúl?Inma asintió.-¿Por qué? Al fin se ha dado por vencido y te deja en paz. Es lo quequerías, ¿no?-Sí, es lo que quería -dijo abatida.-Comprendo... Ya no lo quieres.-Estoy hecha un lío, Susana. Ni yo misma sé lo que quiero. No dejo derepetirme que es lo mejor, que bajo ningún concepto quiero tener nadacon él, pero...-¿Pero qué? Puedes contármelo. Te aseguro que lo que me digas nosaldrá de aquí. El que esté saliendo con Fran no significa que vaya acontarle nada de lo que me confíes.-Ya lo sé. Es solo que... si te lo digo es como si lo admitiera ante mímisma.-Hagas lo que hagas es absurdo que te mientas a ti misma, Inma.Venga. Desahógate. Quizás luego lo tengas todo más claro.-Tengo que reconocer que le echo terriblemente de menos. Echo demenos que esté siempre a mi lado, que intente convencerme para que leperdone, que intente demostrarme continuamente que le importo. Aunquesé que si lo hace, que si continúa así acabará por convencerme.-Y tú no quieres que te convenza. ¿O sí?-No lo sé. Yo lo único que sé es que cuando pasan los días sin hablarcon él, y las noches que salimos sin que me dirija la palabra más que depasada, me pongo muy triste y me siento muy sola.-Pues eso tiene fácil solución. Acércate tú y dale conversación.Demuéstrale que no te molestan sus atenciones ni sus intentos de ganarsetu confianza. Lo está deseando, ¿sabes? Se le nota a leguas.-No puedo hacer eso... Ahora no.-¿Ha pasado algo que no sepamos? La verdad es que su actitud nos hasorprendido un poco a todas; no entendemos el porqué de ese cambio tanbrusco.-El día de la autodefensa me sentí muy afectada. Yo estaba muysensible porque tenía la regla y era el aniversario de la muerte de mimadre. Además, llevaba unos días sintiéndome muy mal, desde la nocheque llovía tanto y nos fuimos temprano de la bolera, ¿te acuerdas?-Sí.-Se empeñó en llevarme a casa... Cuando llegamos caía una auténticatromba de agua y le invité a subir para ver si aminoraba. Cenamos y, porprimera vez desde lo de Alba, empecé a sentir ganas de perdonarle. Creoque él lo notó, porque cuando terminamos de comer nos acercamos a laventana a mirar como llovía... La tensión era fuerte, se notaba que los dosestábamos deseando echarnos en los brazos del otro, yo queríaperdonarle, de verdad. Pero fue a besarme y yo me aparté. Y te juro quedeseaba ese beso más que nada en el mundo. Pero en el momento en quenuestros labios se rozaron una parte malvada de mi cerebro me susurró aloído que yo no era para él más que otra Alba, y que cuando meconsiguiera me mandaría al diablo. No pude permitirle siquiera que mebesara. Se apartó sin insistir. Quizás si lo hubiera hecho yo habría cedido.Por una parte le agradecí que respetara mis deseos, y por otra... por otrahubiera querido que pasara de mí y me hubiera hacho cambiar de opinióna fuerza de besos. Y sin embargo yo lo quiero más por no haberlo hecho.Es irónico, ¿verdad? Sé que no hay quien me entienda.-Claro que te entiendo. ¿Y qué pasó después?-Llovía de una forma indecente, y le ofrecí quedarse a dormir en elsofá, pero no quiso. Se marchó bajo una lluvia torrencial y a mí se mepartió el alma cuando lo vi desde la ventana perderse en aquella tromba deagua. Pero no fui capaz de llamarle para que regresara, aunque queríahacerlo. Me sentí mal durante mucho tiempo porque no me hizo ningúnreproche a pesar de que estuvo unos días resfriado. Siguió como siempre,amable, complaciente, yo me estaba agobiando porque sentía cada vez másganas de perdonarle, pero luego llegó el día de la autodefensa. Como ya tehe dicho, me pilló de bajón. Cuando le vi allí en medio de la claseconfesándose en público, pidiéndome perdón de aquella forma tanimpensable en el Raúl de antes... Me fui a mi casa completamente hundiday enfadada a la vez, odiándole por estar de nuevo ganándose mi confianza.Y se presentó allí. No es verdad lo que os dije de que no le abrí. Subió yhablamos. Mi estado de ánimo hizo que me derrumbara, y admití porprimera vez que me había hecho daño con lo de Alba, que me importaba,que sentía algo por él. Volvió a pedirme que le perdonara, me abrazó ynos besamos y yo... yo quería hacerlo, quería perdonarle, te lo juro. Perono fui capaz. Hace años tuve una relación que me hizo daño; salí conalguien como Raúl y me dejó. El miedo pudo más, Susana, y me apartébrusca y le dije que me dejara en paz, que saliera de mi vida. Lo que nohabían conseguido mis desdenes ni mis borderías lo pudieron mislágrimas. Cuando pocos días después empecé a comprender que iba ahacerme caso, me sentí aterrada y traté de que olvidara lo ocurrido yvolviéramos a donde estábamos, pero me dijo de forma muy amable queno volveríamos a lo de antes, que era mejor que las cosas siguieran asíhasta que yo pudiera ofrecerle algo más que amistad. Y así estamos.-¿Y tú qué quieres?-Ya te he dicho que no lo sé.-Sí lo sabes. Y es muy fácil, Inma. Si no quieres tener una relación conél, simplemente deja pasar el tiempo. Pero si quieres perdonarlo, porfavor, Inma, hazlo ya. O puede que cuando quieras hacerlo sea tarde.-¿Quieres decir que puede enrollarse con otra?-No creo que se enrolle con otra, Fran dice que lleva vida de monjeúltimamente. Te estoy hablando de algo peor: puede dejar de estarenamorado de ti. Inma, el amor es algo que hay que alimentar si no...Decide lo que quieras hacer y hazlo pronto.-Sé lo que quiero hacer, pero no sé si seré capaz. Quiero perdonarle yque vuelva a besarme, quiero que sea mío. Me duele en el alma verleindiferente, coger un taxi para volver a casa con Maika y Lucía como sino le importase. Quiero echarme a su cuello y decirle que lo necesito,pero hasta ahora no he podido hacerlo. Cada sábado me digo que lo haré,que le pediré que me acompañe a casa y que cuando estemos solos le dirélo que siento... pero cada sábado cuando llega el momento vuelvo a sentirpánico de estar equivocándome y de que lo de Alba vuelva a pasar, y deque yo solo sea una más para él... y vuelvo a tomar el maldito taxi.-No eres una más para él. Y no creo que lo de Alba vuelva a repetirse.-Yo tampoco lo creo. Ahora. Pero cuando llega el momento... no séqué me pasa.-¿Por qué no te tomas un par de copas antes? Te aseguro que sepierden todas las inhibiciones. La noche del cumpleaños de Raúl yo mehabía tomado tres Malibú con piña y a pesar del miedo que me daba queFran supiera que me gustaba, acabé comiéndole los morros de formaindecente. Y me importaba una mierda que se enterase el mundo entero.-Quizás eso ayude. Me lo pensaré.-Hazlo. Y si necesitas ayuda... cuenta conmigo.-Gracias. Pero no digas nada de esto. No quiero que nadie mepresione.-Por supuesto.Terminaron de comer y se tendieron en el césped hasta la hora devolver a la facultad

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