Capítulo 25

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Sevilla. Diciembre, 1999

Se acercaban las vacaciones de Navidad y por primera vez en su vida,Susana sabía que esas fiestas iban a ser un poco tristes. Tendría quepasarlas en Ayamonte, y como no le había mencionado a su familia laexistencia de Fran, ni pensaba hacerlo, y tampoco él había hablado de ellaa los suyos, no habría posibilidad de pasar juntos las fiestas importantes.Tendrían que conformarse con llamarse por teléfono y felicitarse. Pero noquería pensar en eso en aquel momento. Estaba esperándole para estudiarjuntos, y como siempre que Merche trabajaba de tarde, distraerían algúnrato para otras cosas más agradables. Merche y ella se repartían la únicahabitación del pequeño piso para estar con sus parejas. Los fines desemana se turnaban para salir y se llamaban media hora antes de regresar,para evitar pillar a la otra en una situación embarazosa.Pero a pesar de que Fran y ella formaban la pareja oficial de la pandilla,Susana no terminaba de considerarle como algo suyo, ni su relación conél como algo serio y definitivo, aunque ya llevasen juntos nueve meses.Sabía que lo que tenían juntos era algo hermoso y especial, pero enningún momento había pensado que fuera algo serio. Fran y ella no teníanmás futuro que el de estar juntos mientras estuvieran en la carrera, duraseel tiempo que durase. Y ella estaba dispuesta a aprovechar hasta el últimominuto de ese tiempo, que sabía tendría un final.Aquella tarde de viernes, sin clases ya desde hacía dos días, le estabaesperando temprano después de almorzar.Pensaban estudiar toda la tarde y luego, por la noche, cuando Merche eIsaac salieran, tendrían el piso para ellos hasta el amanecer. Susana semarcharía a Ayamonte el día siguiente por la mañana, y su hermana, quetrabajaba el sábado y el domingo debido a las fiestas, se quedaría enSevillaAlmorzó temprano y se puso a estudiar mientras Fran llegaba, perocuando se dio cuenta y miró el reloj pasaba de las seis y él no habíallegado. Le extrañó, porque para ellos después de almorzar, significabacomo muy tarde las cuatro o las cuatro y media, y Fran siempre era muypuntual.Miró el móvil por si le había enviado algún mensaje que ella no hubieravisto, pero no había nada. No quiso llamarle por si estaba conduciendo ytrató de continuar estudiando pero ya no pudo conseguirlo.Era casi las siete cuando él llamó a la puerta, y entró con gesto hosco yarrojando la mochila sobre la mesa.-Siento el retraso -dijo malhumorado.-No importa. ¿Qué ha ocurrido?-Ha habido movida en casa. Mi querida madre me ha organizado lanoche del sábado.Susana sonrió sabiendo cuánto le desagradaban a Fran las comidasfamiliares y los compromisos de sus padres con amigos, y a los que lehacían asistir a veces.-¿Reunión familiar?-Peor -dijo sentándose en el sofá-. Ha invitado en mi nombre acenar y salir a la hija de un importante cliente suyo que estaba estudiandoen Londres y ha venido para las vacaciones de Navidad. Con el pretexto deque lleva dos años fuera de Sevilla y que ha perdido todos sus amigosanteriores, ha decidido que yo la divierta.Susana sintió que se le encogía el estómago, consciente del interés deMagdalena de emparejar a Fran con las hijas de sus amigos y clientes.Pero nunca había llegado más allá de las insinuaciones.-Llevo dos horas discutiendo con ella; nos hemos dicho de todo.-¿Y quién ha ganado? -preguntó intentando tomárselo a broma.-Tablas... Mi madre es muy tozuda, y yo también.Susana respiró hondo y preguntó temerosa:-¿Y vas a ir?Esa sencilla frase pareció hacer estallar la furia latente que llevabadentro. Se volvió hacia ella y la miró con los ojos inyectados de rabia.-¿Cómo que si voy a ir? ¿Qué pregunta es esa? ¡¿Acabo de decirte quellevo dos horas discutiendo con mi madre y tú me preguntas si voy air...?! ¿Eso es lo único que se te ocurre decir?-¿Y qué quieres que diga? -preguntó bajito, temiendo enfurecerlemás.-Quiero que te enfades, joder, y que me prohíbas ir, y no que mepreguntes si voy a hacerlo como si no te importara.-Es que yo no me considero con derecho a prohibirte nada. Si quieresir o no, es algo que debes decidir tú.-¿Que no te consideras con derecho a prohibirme salir con otra tía?¿Entonces qué coño hago yo aquí desde hace nueve meses? ¿Quieresdecírmelo?Estaba intimidada. Aunque conocía el fuerte carácter de Fran, hasta esemomento ella nunca había sido objeto de su enfado. Trató de razonar conél.-Fran, ya sé que llevamos saliendo juntos nueve meses, pero eso nosignifica que yo...Él la interrumpió bruscamente.-¿Qué pasa? ¿Que tú sales con otros tíos cuando estás en Ayamonte ypor eso no te importa que yo lo haga también?-Claro que no. Yo no salgo con otros cuando estoy en Ayamonte.-Entonces es que no te importa que lo haga yo. Bien, pues entoncesperfecto. Mi madre se pondrá muy contenta y yo lo pasaré bomba porquela tía está francamente buena, ¿sabes? Es un bomboncito. Quedaré con ellamañana y variaré un poco. La verdad es que a ti ya te tango muy vista. Y sise presenta la ocasión, la aprovecharé.-Fran, yo no he querido decir eso...-¿Entonces qué has querido decir?-Que yo no soy quién para decirte con quién puedes salir.-¿Que no eres quién? Eres mi novia, joder-¿Lo soy?-¿A estas alturas me preguntas eso? ¿Qué piensas que somos entonces?-Nos gustamos, estamos bien juntos, nos acostamos. Pero soy realistay sé que tú y yo no podemos pensar que esto vaya en serio. Los dossabemos que se acabará cuando...Él la interrumpió de nuevo, más enfadado aún.-¿Cuándo se acabará?-No lo sé... cuando...-Cuando yo me canse de ti, ¿no es eso lo que piensas?Ella no contestó.-Llevas todos estos meses esperando y temiendo a la vez que yo temande al diablo, mirándome con lupa, analizando todos mis gestos paraver si ya está sucediendo, ¿no es verdad? Bien, pues ya está: se acabó. Loque tanto temes ha ocurrido por fin. Estoy harto de pasar un examen cadadía, de analizar todo lo que digo y lo que hago para que te sientas segurade mí. Y tampoco tendré que mentir continuamente en casa para que no seenteren de lo nuestro. Es muy fatigoso.Se levantó de golpe y cogiendo la mochila se dirigió hacia la puerta.-Fran... ¿Dónde vas?-A mi casa a decirle a mi madre que no llame para anular la cita demañana. Y a pasármelo de puta madre con la niña, que está para mojarpan, dicho sea de paso.Salió dando un portazo. En el patio se cruzó con Merche.-¿Dónde vas, cuñado? Creí que...-Yo no soy tu cuñado -gruño él sin detenerse-. Solo soy el tío quese folla a tu hermana.Merche corrió a su casa y al entrar encontró a Susana encogida en elsofá llorando.-¿Qué le pasa a Fran? Iba hecho una furia.-Se ha ido.-Eso ya lo he visto, pero ¿por qué? ¿Os habéis peleado?-Hemos terminado. Ha dicho que se acabó.-No puede ser, solo está enfadado, mujer.-Ha dicho que se acabó, que está harto.-Pero si está loco por ti, tonta... Dale unas horas para que se le pase elcabreo y ya verás como mañana todo se arregla. Cuando se está enfadadose dicen muchas tonterías. Se dará una vuelta para desahogarse y luegovolverá para hacer las paces.-¿Tú crees?-Claro que sí. Fran es muy impulsivo, recuerda el puñetazo a Raúl.Pero luego se le pasa rápido.-Sí, eso es verdad.-Anda cálmate. ¿Quieres que me quede contigo esta noche y no salga?Aunque si Fran regresa lo mejor es que estés sola.-No, vete con Isaac. Yo estoy bien.Merche se arregló y se marchó, y Susana permaneció esperandoinútilmente que Fran volviera o simplemente la llamase, pero no lo hizo.El sábado por la mañana se marchó a Ayamonte como tenía previsto,sin haber tenido ninguna noticia de Fran. Apenas había dormido en toda lanoche y lo último que le apetecía era ir a su casa con aquel estado deánimo, pero sabía que si anulaba el viaje a última hora, su madre y suabuela se preocuparían y la agobiarían a preguntas sobre el motivo. Y detodas formas, si Fran quería ponerse en contacto con ella podía hacerlo através el móvil, y este lo llevaba cargado y a la vista.Cuando llegó a su pueblo, sin noticias y aterrada ante la idea de que élpudiera cumplir su amenaza y salir y enrollarse con aquella chica, sedecidió a llamarle ella. Estaba dispuesta a suplicarle, a prohibirle y a loque hiciera falta para que no lo hiciera. La sola idea de saberlo con otra laatormentaba hasta más allá de lo imaginable. Y se dio cuenta de que pormucho que se creyera preparada para un final, no lo estaba en absoluto. Ytambién entendía a Inma mucho mejor que antes.Marcó el número de Fran, pero el contestador le comunicó que elteléfono no estaba disponible. Lo intentó más tarde en varias ocasionescon el mismo resultado y ya, pasadas las siete de la tarde, comprendió queno iba a poder localizarle, que Fran no quería hablar con ella y o bienhabía apagado el teléfono o había desviado las llamadas al buzón de vozpara no tener que contestar. O seguía muy enfadado o bien estabaaprovechando aquello para cortar.Nerviosa, llamó a Merche y le preguntó si Fran había ido por su casa abuscarla, pero su hermana le dijo que tampoco sabía nada de él. A las ochoy media, desesperada, llamó a Raúl.-Diga -contestó este casi de inmediato.-Raúl, soy Susana.-Ah, hola... ¿Qué pasa? -preguntó extrañado. Susana nunca le habíallamado a él.-Mira, tengo que hablar con Fran, y tiene el móvil apagado o sinbatería, no sé... y no me atrevo a llamar a su casa, ya sabes que no soymuy bien recibida allí... ¿Podrías llamarle tú y darle un recado de miparte?-¿A Fran? Está aquí, estamos en la bolera. Le toca tirar a él, pero siquieres le llamo y te lo paso.-Es que... no estoy segura de que quiera hablar conmigo. Creo que haapagado el móvil para no tener que hacerlo; andamos un poco enfadados.-Vale, ¿qué quieres que le diga?Susana pensó si suplicarle, pero al final decidió que no, que la tardeanterior él había hablado de prohibir.-Dile... dile que si sale con esa tía le corto los huevos.-¿Qué? Susana, ¿eres tú?-Sí, soy yo. Díselo tal como lo has oído, palabra por palabra.-De acuerdo... de acuerdo, chica.Raúl apagó el móvil y se acercó a su amigo que se preparaba en aquelmomento para lanzar la bola.-Fran, creo que Susana se junta demasiado con Maika y con Inmaúltimamente... Y no sé qué le habrás hecho, pero está hecha una fiera.-¿Susana? Está en Ayamonte.-Sí, ya, acaba de llamarme. Dice que tú tienes el móvil apagado parano hablar con ella y me ha encargado que te diga que si sales con no séqué tía te corta los huevos. Así, tal como suena. La dulce Susanita...Fran lanzó una sonora carcajada y arrojó la bola con todas sus fuerzastirando la totalidad de los bolos, a la vez que exclamaba.-¡Bien! Esa es mi chica.-¿Puedo saber de qué va esto? ¿Te has liado con otra tía?-No, claro que no. Y tampoco pensaba hacerlo. Solo quería que me loprohibiera.-¿Querías que te lo prohibiera? No te entiendo, tío.-Es igual... Cosas nuestras.-¿Es verdad que tienes el móvil apagado para no hablar con ella?-Lo tengo apagado, sí, pero para que mi madre no me localice y sebusque alguna treta para obligarme a salir con la hija de su cliente.-¡Ah, va de eso!-Sí, va de eso. Me organizó una cita a mis espaldas y yo le he dado unaexcusa y la he dejado plantada. La última vez que la vi, en una reunión deabogados, me tiró los tejos descaradamente, con el beneplácito de miquerida madre. No voy a arriesgarme a salir con ella ni siquiera en plande amigos. Aunque quizás quieras acudir tú a la cita. Es muy mona... cenapagada en un restaurante de lujo y un extra para gastos... y polvo segurosi te apetece.-No gracias, tío. Paso de una cita a ciegas.-¿Desde cuándo? -preguntó Fran burlón.Raúl volvió la cabeza y miró a Inma, sentada junto a Lucía.-Desde que me aficioné a los hierbajos.-¿Sigue enfadada?-Dice que no está enfadada, pero sí. Enfadada y dolida, y yo lacomprendo.-¿Crees que se le pasará?Raúl se encogió de hombros.-No lo sé. Espero, porque si no esto va a acabar conmigo. No consigoque me interese ninguna otra mujer, ya puede ser «Miss Mundo», que paramí, ahora, no hay ninguna más que ella. Aunque pase de mí.-Bienvenido al gremio, macho. ¿Y cómo llevas el tema del sexo?Porque tú antes no podías pasar mucho tiempo a dos velas...-¿Cómo quieres que lo lleve? A punto de pillar una tendinitis en lamano. Si un día me ves con una escayola...Fran se echó a reír.-No te preocupes, si te veo con una escayola ya me encargaré de quellegue a oídos de Inma el motivo.-Es igual... supongo que me lo merezco, por gilipollas. Haces muybien en no querer arriesgarte a salir con esa chavala, nunca se sabe cómopuedes acabar.-No creo que pasara nada, sé muy bien hasta donde puedo llegar, peroni siquiera me apetece quedar para cenar o tomar una copa con alguienque no sea Susana. No, tío, yo, al igual que tú, estoy pillado hasta loshuevos. Y muy feliz de estarlo, además.Raúl se echó a reír.-Espero poder decirlo pronto, yo también. De momento, yo estoypillado, pero feliz, no. Bueno, ahora me toca a mí lanzar la bola.-Déjame tu móvil, voy a ponerle un mensaje a Susana. No quieroarriesgarme a encender el mío.-No le pongas un mensaje, llámala.-No quiero abusar.-No seas tonto, no me voy a arruinar.Fran cogió el móvil y se apartó un poco de Raúl y de la pista, y marcóel número de Susana. Esta respondió inmediatamente.-¿Se lo has dicho?-Me lo ha dicho.-Eres tú -dijo aliviada.-Sí, soy yo. No te preocupes, no voy a ponerte los cuernos, al menosesta vez. Pero tenemos que hablar.-Vale.-¿Puedes venirte mañana en el autobús de las cuatro?-Sí, de acuerdo.-Hasta mañana entonces. Te estaré esperando en la estación. Y notemas... voy a salir con esta gente y probablemente me quedaré a dormiren casa de Raúl. Mi madre me despellejará cuando vea que he dejadoplantada a Sonia, así que cuánto más tarde me pille, mejor.-Gracias.-No hay de qué. Hasta mañana.Como había prometido, Susana cogió el autobús de las cuatro y talcomo solía hacer, le dio un toque a Fran cuando este arrancó. Se sentíaligeramente inquieta. Fran había dicho que tenían que hablar y ella noquería hablar. Ella lo que quería era abrazarle, y sentir que todo estabacomo siempre, después de esa su primera discusión seria.Cuando salió de la estación, él estaba aparcado en doble fila. Se acercóa él y le besó en la mejilla, como cualquier otro día, como si no hubierantenido una terrible discusión dos días antes. Fran no le dijo nada;respondió a su gesto mecánicamente y subió al coche. Ella le imitó con elcorazón encogido por su frialdad.Fran arrancó el coche y condujo despacio y en silencio por el intensotráfico de la tarde del domingo.-¿Qué tal con tu madre? -preguntó por romper el hielo de algunaforma.-Esta mañana cuando regresé hemos tenido una bronca fenomenal,pero eso era algo con lo que ya contaba. No importa.-Lo siento.-Ya se le pasará.Fran aparcó el coche en una zona tranquila de la Palmera, donde eltráfico era más fluido y circulaba poca gente por la calle y se volvió haciaSusana, con la expresión más seria que Susana le había visto en muchotiempo.-Sigues enfadado.-No, no estoy enfadado, pero sí es cierto que tenemos que hablar.Quiero aclarar algunas cosas.-¿Qué cosas? -peguntó con un deje de aprensión.-Quiero que me digas qué significa lo nuestro para ti.-No te comprendo... Estamos saliendo juntos, ¿no?-Sí, desde hace nueve meses. Pero ¿por qué? ¿Porque sientes algo pormí o simplemente porque soy el primer tío que te lo ha pedido? ¿O porqueno quieres perder al amigo? ¿Es eso?-Claro que siento algo por ti. ¡No pensarás...!-No sé qué pensar. Hasta el viernes estaba convencido, pero ahora...¿Qué es lo que sientes? Hay muchos tipos de sentimientos. En El Bosque,la primera noche, te dije que te quería y tú respondiste que amor era unapalabra demasiado importante, que lo dejáramos en que nos gustábamos.Pero desde entonces han pasado nueve meses y yo necesito saber si lascosas siguen igual para ti... Dime, ¿me quieres?Ella sonrió y respondió poniendo en las palabras todo el énfasis quepudo.-¡Con toda mi alma!Fran sonrió a su vez y por fin le dio el tan esperado abrazo. Susanaenterró la cara en su cuello y le rodeó la nuca con los brazos, sinimportarle que se estuvieran clavando la palanca de cambios en elestómago.-¿Y tú... me quieres? -preguntó a su vez con la boca enterrada en elcuello de él.-Más que a nadie en el mundo.Fran la soltó, incapaz de continuar en aquella postura tan incómoda y lecogió la mano.-¿Me prometes dejar de pensar constantemente que voy a dejarte?-No lo entiendes... No es eso.-¿Qué es entonces?-No es que yo piense que vas a dejarme, sino que soy realista. Ahoratú y yo somos iguales, somos compañeros de facultad, compartimosmuchas cosas, pero probablemente eso cambiará con el tiempo.Pertenecemos a mundos diferentes, a ambientes distintos. Tus padres nome tragan, ya lo sabes y esos intentos de tu madre de emparejarte conchicas de tu clase sabes que no son más que intentos de separarte de mí.Aunque oficialmente no saben nada de lo nuestro, yo estoy segura de queno lo ignoran. Ya aquella noche que cené en tu casa debió imaginarsealgo; todas sus preguntas iban destinadas a ponerme en mi sitio.-¿Tu sitio? ¿Y cuál es tu sitio? ¡No irás a sentirte inferior por lo que tedijo!-Claro que no. Y me considero tan buena como cualquiera, como ellamisma, y probablemente seré un abogado incluso mejor, pero,desengáñate, Fran, ellos nunca van a aceptar esta relación. Tú lo sabes tanbien como yo. Si no lo pensaras no insistirías en mantenerla en secreto.-Si la mantengo en secreto es porque no me apetece una bronca paracenar y otra para desayunar todos los días, no porque seas pocoimportante para mí, ni porque piense dejarte a la primera de cambio. Perosi el hecho de que no lo sepan te hace sentir que lo nuestro no va en serio,se lo digo esta misma noche.-No... no. Yo tampoco quiero que esto se sepa, de momento al menos.Ni tus padres ni los míos.-Bien. Pero el hecho de que no lo sepan no quiere decir que yo no teconsidere mi novia con todos los derechos. Incluido el de cortarme loshuevos si no me comporto. Porque yo te arrancaré los ojos si miras aotro.-Jamás he mirado a otro... Jamás, desde que te conozco. Ni siquieracuando pasabas de mí -dijo ella alargando la mano y acariciándole lacara.-También quiero que dejes de sentir que te estoy haciendo un favorpor salir contigo. Es al revés, eres tú quien me está haciendo el favor a mí.Nunca he sido tan feliz como ahora, en toda mi vida. Nunca nadie me haquerido como tú. Y te pido perdón por mi reacción de la otra tarde.Seguramente fue muy exagerada, pero nunca he sentido que le importase anadie de verdad. A mis padres solo les interesa de mí que sea la tercerageneración de abogados Figueroa. No les importa ni lo que piense ni loque sienta; ni siquiera les importo yo. Por un momento creí que a ti tepasaba lo mismo. Por eso me enfurecí tanto... Sé que te dije cosasterribles... ya conoces mi genio. ¿Me perdonas?-Claro que sí.Él sonrió y le besó los dedos.-¿Buscamos un sitio donde poder hacer las paces como Dios manda?-Sí, por favor. Aunque Merche estará en casa probablemente.-No te preocupes, encontraremos algo.-Voy a llamarla para decirle que todo está bien, y que no me espere acenar.-Ni a dormir.-Ni a dormi

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