El profesor entró en la clase y todos, un poco nerviosos, se prepararon.Durante una semana habían estado trabajando y urdiendo una autodefensade tema libre, y no sabían a quién le iba a corresponder presentarla enpúblico. La clase iba a representar un juicio y uno de ellos, tendría queasumir su propia defensa delante del resto, que constituiría el jurado. Elprofesor se limitaría a actuar como moderador.-Bien, señores... -dijo el hombre-. Iba a echar a suertes quién debíasalir al estrado, pero hay un voluntario. ¿Están de acuerdo o prefieren quesea la suerte quien decida?La mayoría de las miradas se concentraron en Susana, que negó con lacabeza, mientras un murmullo de alivio se extendió por toda el aula.Estaban saturados de trabajo y casi nadie había podido preparar bien eltrabajo.-Bien, en vista de que no hay ninguna objeción, le pediré al señor RaúlHinojosa que proceda.Susana y Fran se miraron. ¿Raúl? ¿Él se había ofrecido voluntario paraexponer un trabajo como aquel?El aludido se levantó y colocándose frente a la pizarra, se enfrentó a laclase. Inma sintió que la miraba fijamente antes de comenzar.-¿De qué delito se le acusa? -preguntó el profesor antes de queiniciara su charla.Muy serio, Raúl contestó.-Me enfrento a una demanda de divorcio por adulterio.-¡Joder! -exclamó Maika bajito. Lucía le dio un codazo para hacerlacallar ante la mirada severa del profesor, que dijo:-El jurado debe permanecer en silencio.Inma, que había estado mirando a Raúl desde que subió al estrado, bajóla vista y la clavó en los folios en blanco que tenía delante.-¿Se declara a sí mismo culpable o inocente de la acusación?Inma escuchó la voz clara y firme de Raúl, contestando.-Culpable. Soy culpable. Pero quisiera alegar algunos atenuantes.-Bien. Diríjase al jurado.Raúl avanzó unos pasos y se colocó justo delante de Susana.-En primer lugar explicaré los hechos, pero quiero hacer constarantes, que quiero a mi mujer. Pero desde hace algún tiempo estamos algodistanciados. Durante una serie de meses hemos sido más dos amigos queuna pareja y no ha habido sexo entre nosotros.Paseó la mirada entre todos los miembros de la clase como hubierahecho con un jurado de verdad y siguió hablando.-Llevaba meses así cuando una noche salí con un amigo a tomar unascopas, a decir verdad, bastantes. Me emborraché y me encontré con unaconocida. Llevaba sin sexo mucho tiempo y cuando me quise dar cuentame encontré en la cama con ella. Al regresar a casa se lo conté a mi mujery ella... ella presentó una demanda de divorcio. Esos son los hechosescuetos y no tengo ninguna justificación para ello. Solo diré en midefensa que mi debilidad fue debida al alcohol y que sin él no habríasucedido jamás. De esto han pasado ya varios meses y sigo siéndole fiel ami mujer a pesar de todo, a pesar de la demanda de divorcio y a pesar deque mi infidelidad parece haber terminado con la posibilidad de unareconciliación entre nosotros. Y posiblemente creerán que estoy aquí paralibrarme de pagar la pensión, pero no es así. Si el divorcio llegara ahacerse efectivo le daré lo que pida. Solo estoy aquí para decirle lo que noquiere escuchar en privado. Para convencerla de que la quiero y de que loque hice no tiene nada que ver con el amor. Que nunca he querido a nadiemás que a ella y que le seré eternamente fiel si me perdona.Inma levantó los ojos del papel sobre el que garabateaba y los clavó enRaúl por un momento. Sus miradas se encontraron, los ojos de élbrillantes y apasionados, los de ella fríos e irritados. Inma tenía agarradoel bolígrafo con tanta fuerza que los nudillos estaban blancos por latensión. Deseaba salir de la clase, escapar de allí, de las palabras de Raúl,de su tono de voz sincero y convincente.-Yo no quiero el divorcio -continuó él-. Yo solo quiero arreglar lascosas. Sé que no es fácil perdonar y mucho menos olvidar, pero si ella meda la oportunidad de hacerlo, le demostraré que soy sincero y que estoyprofundamente arrepentido. Que desde que la conozco no ha habido otramujer para mí, a pesar de que haya tenido una aventura. Solo una y de unanoche, y que el alcohol hizo que no comprendiera el alcance de lo quehacía ni de lo que podía perder. Sé que podría haber callado y mi mujerquizás nunca hubiera llegado a saberlo y con el tiempo hubiéramosarreglado nuestras diferencias, pero no podía ni quería mentirle. Siemprehe sido sincero con ella y esa aventura hubiera pesado entre los dos,aunque quizás para mí hubiera sido más fácil y probablemente no estaríahoy aquí tratando de defenderme. Pero no quería añadir la mentira a latraición. La quiero y la respeto demasiado para eso.Inma apretó los ojos con fuerza tratando de contener unas lágrimas queempezaban a quemarle en los ojos. Recurrió a toda su fuerza de voluntad ya la rabia para hacerlo, y consiguió dominarse. Trató de desengancharsede las palabras de Raúl, pero no pudo. Él continuaba hablando y cadasílaba la golpeaba en el cerebro impidiéndole evadirse.-Sé que le he hecho daño -continuó él-, y no espero que meperdone sin más, como si nada hubiera pasado. Sé que tengo que pagarpor lo que hice y estoy dispuesto. Solo le pido que me dé una segundaoportunidad, que no se aleje cada día más de mí, que no cierre leposibilidad de que esto pueda arreglarse algún día. Sé que necesita tiempoy yo estoy dispuesto a darle todo el que quiera, a seguir ahí, a seguirsiéndole fiel hasta que decida perdonarme. Solo pido que todo esto sedetenga y que no actúe movida por la rabia y el dolor que ahora siente.Raúl respiró hondo y retomó el hilo de su acusación, olvidado por unrato.-Sé que el jurado piensa que todo esto lo digo para conseguir unatenuante que me ahorre dinero en la pensión, pero no es así. No meimporta el dinero; daría todo cuanto tengo para borrar lo que hice yconseguir que mi mujer vuelva a confiar en mí, como sé que alguna vezconfió, aunque ahora se empeñe en negarlo.Hizo una pausa y el profesor aprovechó para avisarle:-Le quedan cinco minutos.-Ya he dicho todo lo que tenía que decir. Solo me queda añadir, unavez más, que la quiero.-Bien, señor Hinojosa. Una buena exposición. El jurado tiene diezminutos para deliberar. Puede esperar fuera mientras tanto.Salió de la clase y escuchó un murmullo a sus espaldas mientras lohacía. Al pasar junto a Inma clavó la vista en ella, pero esta mantenía losojos bajos y una expresión absorta, como si estuviera muy lejos del aula yde cuanto la rodeaba.Cuando volvió a entrar, diez minutos más tarde, volvió a subir alestrado para recibir el veredicto.-El portavoz del jurado, que proceda.Maika se levantó y mirando fijamente a Raúl dijo:-Puesto que el acusado no ha alegado inocencia en ningún momento,se le declara culpable de adulterio, pero consideramos el alcohol y la faltade sexo, así como el hecho de que las relaciones entre él y su mujer nofueran óptimas en el momento en que se produjo, como atenuantes. Esteveredicto ha sido unánime -añadió mirándole fijamente.Raúl dirigió su mirada hacia Inma, que seguía rehuyendo la suya.El profesor se levantó y se dirigió a la clase.-La cuantía de la pensión y los pagos los designará el juez. Bien, señorHinojosa, una defensa brillante -y añadió sonriendo-. Si yo fuera sumujer, le perdonaría.-Gracias, señor.-Venga conmigo al despacho, quisiera hacerle algunas indicacionesrespecto a la exposición. Hay algunos defectos de forma que deberíacorregir para una próxima vez.Raúl vio cómo Inma ya tenía recogidas sus cosas y salíaprecipitadamente de la clase.-Tengo una clase a continuación, señor -dijo deseando librarse delprofesor.-Serán solo unos pocos minutos.-Bien -dijo resignado.Acompañó al hombre y diez minutos después cuando regresó, Inma yano estaba. Se acercó a Maika y le preguntó.-¿Dónde está Inma?-Se ha marchado.-¿A su casa? ¿Ya no tiene más clases?-Sí, pero le dolía la cabeza -le miró fijamente y añadió-. Esta vez tehas superado, tío. Jamás creí que te oiría decir en público tantas«cursiladas» juntas.-Es un trabajo de clase.-Para el profesor quizás. Pero no para Inma. ¿Cómo se te ha ocurridohacer algo así? Si lo que pretendías era impresionarla, lo has conseguido.Nunca la he visto tan afectada, ni siquiera cuando te liaste con Alba.-Yo no pretendía impresionarla, solo quería decirle lo que siento. Peroella no me da la oportunidad, insiste en que no tengo que darle ningunaexplicación y que no le importa. Pero todos sabemos que no es así. Almenos, yo lo sé. De verdad que no sé qué hacer para llegar a ella. Penséque si le pedía perdón en público de una forma más o menos discreta,comprendería que he cambiado y cuánto me importa.-No sé, Raúl, si ha sido buena idea. Cuando se ha marchado iba muypálida y muy seria.-¿Ha dicho que iba a su casa?-Sí, eso ha dicho.-Iré a hablar con ella.-¿Quieres que te acerque? -le preguntó Fran.-No hace falta, cogeré un taxi.Un cuarto de hora más tarde llamaba al portero automático de Inma. Nosabía si ella había llegado ya, o si ni siquiera había ido a su casa. Peropocos minutos después el portero carraspeó y la voz de Inma al otro ladole llegó clara.-¿Sí?-Soy yo.Se hizo un breve silencio.-Vete.-No hasta que hablemos.-Yo no tengo nada que hablar contigo.-Si estás enfadada abre y déjame entrar. Dímelo a la cara.-No quiero hablar contigo, ya te he dicho que te largues.-No me iré. Apoyaré los dedos en el timbre y fundiré el portero sihace falta hasta que me abras.Un segundo después el chasquido de la puerta le dejó el paso libre.Subió los escalones de dos en dos y al llegar ante la puerta de Inma esta seabrió y él pasó al interior. Los ojos de ella cargados de furia le esperabanal otro lado.-Estás enfadada... No es eso lo que pretendía. ¡Joder, no aciertocontigo haga lo que haga!Inma cerró la puerta tras ellos. No le invitó a pasar, permaneció en elrecibidor y le soltó de golpe.-¡Pues claro que estoy enfadada! ¿Qué te crees? ¿De qué coño vas?¿Cómo crees que me he sentido en medio de la clase viendo nuestrasdiferencias y nuestros problemas expuestos ante los ojos de todos, Albaincluida, desmenuzados públicamente, y además mostrándome a mí mismacomo la mala de esta película?-Yo en ningún momento he dicho que fueras tú la mala de estapelícula. Soy yo el que se ha declarado culpable.-Sí, tú eres culpable de adulterio con atenuantes, y yo soy culpable deno perdonarte sin atenuantes, ¿no es eso? Yo soy la fría, la insensible, lahija de puta que no te perdona... y tú eres el pobrecito Raúl, el que estásufriendo. Te recuerdo, cabrón, que fuiste tú el que se lio con Alba, no yo-dijo con los ojos llenos de lágrimas por primera vez, delante de él-.Yo estaba en mi casa, estudiando como una gilipollas, mientras tú teemborrachabas y te la tirabas, a la tía más puta de la clase... y te esmerastede lo lindo, maldito seas, toda la facultad sabe que hiciste que se corrieratres veces seguidas. Si el alcohol y la falta de sexo son un atenuante para ti,corre y vuelve a beber hasta caerte redondo y tíratela otra vez... lo estádeseando... y déjame a mí en paz.Raúl entornó los ojos y dijo bajito.-Bien, suelta por fin todo lo que llevas dentro, te está haciendo daño.Nos está haciendo daño a los dos.-Deja de hablar de nosotros en plural.-No puedo hablar de otra forma, y ahora menos. Al fin admites que tehice daño, que sientes algo por mí. Aunque solo haya servido para esto,me alegro de lo que he hecho hoy.-¿Te alegras? Pues yo no. No tenías derecho a decir públicamente loque has dicho. Ni a pedirme perdón, ni a forzarme a concederte atenuantescomo parte del jurado.-Nadie te ha obligado a eso.-¿Ah, no? Joder, serás un abogado condenadamente bueno, haslogrado impresionar a toda la clase, el profesor incluido. Todo el mundote ha dado los atenuantes... me habrían apedreado si yo no hubiera estadode acuerdo. Y lo que es aún peor, hijo de puta: me has hecho sentirterriblemente mal por no poder perdonarte.-Lo siento. Solo pretendía decirte lo que significas para mí. Ya no séqué hacer para llegar hasta ti. Estoy desesperado, te siento cada día máslejos y temo perderte. De verdad que no sé qué hacer.-Nada. No quiero que hagas nada. No puedes perderme porque nuncame has tenido y nunca me tendrás.-No me digas eso... por favor, no. Te prometo que no volveré a hacernada que te haga sentir mal, que nunca volveré a ponerte en una situacióncomo la de hoy, que de verdad me conformaré con ser tu amigo.-¿Mi amigo? -trató de bromear ella, luchando por seguirconteniendo las lágrimas que pugnaban por desbordarse de sus ojos-. Túno quieres ser mi amigo, tú lo que quieres es meterte en mi cama.-No...-¿Que no? Si yo ahora mismo te dijera que te acostaras conmigo, ¿lorechazarías?-Si supiera que no es lo que realmente quieres, sí, lo rechazaría.-¡Vamos, Raúl, tu jamás le dirías que no a un polvo! Y menos viniendode mí. Sé que has hecho una cuestión de orgullo conseguirme. Y estenúmero que has montado hoy es otro burdo intento para lograrlo.-Te equivocas. Lo de hoy solo ha sido una forma de decirle al mundoentero lo que siento por ti y de intentar que tú comprendas que no soy elque era. El antiguo Raúl jamás te hubiera pedido perdón en público ni tehabría dicho que te quiere. Perdóname, no volveré a hacerte daño, te lojuro.Una lágrima escapó al fin al férreo control de Inma y se deslizó por sumejilla. Raúl alargó la mano y la limpió con el pulgar. Contra lo queesperaba, Inma no rechazó la caricia.-¿Que no me harás daño? No has hecho otra cosa desde que teconozco.Raúl dio un paso para cubrir la distancia que les separaba y alargandolos brazos la rodeó con ellos. Por un momento, Inma enterró la cara en suhombro y lloró.-Lo siento. De verdad que nunca he querido hacerte daño. Que haríacualquier cosa por borrar lo que hice. No llores, por favor... No llores.La besó en el pelo y en la sien. Las manos le acariciaron la espalda consuavidad.-Perdóname.-No puedo perdonarte, no quiero perdonarte. Sé que lo harás otra vez,que nunca podría estar segura de ti.-Dame una oportunidad.-No, no quiero... Todos los que quiero me hacen daño... hasta mimadre, la única persona que de verdad me quería, tuvo cáncer y me dejósola cuando más la necesitaba. Mi padre, Jose... y tú, también tú cuandoestaba empezando a confiar en ti.Él deslizó los labios por la mejilla con suavidad.-No puedo cambiar eso... lo haría si pudiera, te lo juro. Lo único quepuedo prometerte es que no volverá a pasar.-No puedo creerte... -dijo con voz ahogada.Raúl ignoró su observación y siguió descendiendo por su cara hastaalcanzar su boca. Inma no se apartó, entreabrió los labios y permitió queRaúl deslizara la lengua en su interior. La besó lenta y profundamente,deslizando la mano por detrás de la nuca de Inma y acariciándosela consuavidad con la yema de los dedos. Con el otro brazo le rodeaba la cinturasin apretar, sin exigir, como sosteniéndola mientras su lengua explorabasu boca con suavidad en una muda promesa de seguridad, de lo que podríallegar a ser una relación entre ambos.Inma sintió ganas de renunciar, de dejarse llevar, pero cuando él dejó debesarla y la miró a los ojos, algo se revolvió en su interior y se separóbruscamente.-¡Déjame en paz! -pidió limpiándose las lágrimas de un manotazo-.Olvídate de mí. ¿Cómo tengo que decirte que no quiero nada contigo?-No sientes lo que estás diciendo -dijo Raúl alargando las manospara volver a abrazarla, pero ella dio un salto hacia atrás colocándosefuera de su alcance.-¡No me toques! -dijo con una nota histérica en la voz-. ¡Entérate deuna vez... quiero que salgas de mi vida, que dejes de acompañarme a micasa, que dejes de mojarte por mí, que dejes de ser amable y comprensivo!¡Quiero que vuelvas a ser el capullo de antes!-No puedo complacerte en eso, porque no soy el de antes -dijo él convoz apagada, dándose por vencido-. He cambiado, y he cambiado por ti,tanto si te gusta como si no. Con respecto a lo demás, de acuerdo. Tedejaré en paz si es eso lo que quieres. Siento haberte dado este disgustohoy, de verdad que no era mi intención. No te diré que también lamentohaberte besado porque eso no lo lamento en absoluto. Ya me voy, no temolesto más.Inma abrió la puerta y le invitó a marcharse en silencio y Raúl diomedia vuelta y se perdió escaleras abajo. Ella se quedó con la espaldaapoyada contra la puerta cerrada y el corazón golpeándole con fuerzadentro del pecho, y con el alma dividida entre la angustia por la sensaciónde pérdida y la satisfacción de haber conseguido hacer lo que debía. Serepitió a sí misma una y otra vez que había hecho lo correcto, que Raúl lehabía fallado una vez y volvería a hacerlo si le permitía entrar en su vida.Que los hombres como él nunca cambiaban. Que volvería a hacer sufrir asu corazón por mucho que unos minutos antes lo hubiera hecho correrdesbocado con su beso.Raúl cumplió su promesa. Durante el resto de la semana, Inma apenas levio en la facultad más que de forma ocasional, y siempre rodeados decompañeros.Cuando Maika le preguntó al día siguiente si él había ido a verla lemintió y le dijo que sí, pero que no le había abierto la puerta y le habíamandado al diablo. No quería que nadie supiera lo cerca que había estadode aceptarle, de perdonarle, ni lo sola y vulnerable que se sentía enaquellos momentos porque sabía que sus amigas tratarían de comerle elcoco para que lo hiciera, y ella no estaba segura de poder soportar esapresión y seguir pasando de él. Porque no quería pasar de él, en realidad.Quería que volviera a abrazarla, que la besara otra vez, y sobre todoquería creerle cuando le juraba que no volvería a fallarle. Pero en elfondo de su alma, sabía que no podía fiarse, que no debía hacerlo.El viernes estuvo tentada de no salir, de quedarse en casa parademostrarle a Raúl que hablaba en serio cuando le dijo que quería alejarlode su vida, pero a pesar de que él parecía haber aceptado su decisión y sehabía mantenido apartado durante toda la semana, no estaba segura de quesi no salía él no se presentara a hacerle compañía. Y si Raúl aparecía porsu casa, estaba perdida. Su enfado se había ido evaporando desde el martesy el recuerdo del beso y del abrazo que habían compartido se hacía máspresente a cada día que pasaba. De modo que consideró que era preferibleverle rodeados de los demás. A la hora de regresar le pediría a Fran que laacompañara con el coche con cualquier excusa. No quería volver a estar asolas con Raúl, su resistencia se estaba resquebrajando por momentos,aunque jamás lo admitiría ante nadie.Habían quedado para cenar, y se reunieron en Plaza de Armas. CuandoInma llegó, con la hora justa porque a última hora había tenido que hacerunas compras y la cola del supermercado había sido terrible, sesorprendió de que ni Fran ni Raúl hubieran llegado aún.-¡Uf! -exclamó-. Menos mal que no soy la última. Ya temía que meestuvierais esperando solo a mí.-Te estamos esperando solo a ti. Fran y Raúl no vienen esta noche.Inma sintió como si le acabaran de echar un jarro de agua fría porencima.-¿Y eso? -preguntó con fingida indiferencia.-A Fran le han quitado el bozal y la correa hoy, y han decididorecordar viejos tiempos y correrse una buena juerga los dos solos -dijoCarlos.-¡No le hagas caso! -intervino Maika-. Fran me llamó para decirmeque la madre de Susana está en cama con gripe y ella se ha ido al pueblo amediodía, en cuanto terminó las clases. Y como va a ser pronto sucumpleaños, va a buscar un sitio especial donde llevarla para celebrarlo. YRaúl va a acompañarle.-Para que no se desmande, ¿no? -dijo Miguel riéndose.-O para desmandarse los dos juntos, vete a saber... -corrigió Carlos.-Que no, tío... -les defendió Lucía-. Solo van a buscar unrestaurante. Y quizás un sitio donde tomar una copa.Inma se sintió molesta. En el pasado ella habría sido la primera quehubiera seguido la broma, pero ahora maldita si le hacía gracia.Carlos la miró y le dijo:-Lo siento, chica, hoy te quedas sin acompañante. Esta vez el dicho deque «dos tetas pueden más que dos carretas», no vale. Pero no tepreocupes, yo te llevaré a casa, si quieres.Inma protestó:-No hace falta. Siempre me he ido a casa sola antes de que Raúl seempeñara en llevarme. Maika, Lucía y yo siempre cogíamos un taxi lastres. Nunca he necesitado a un tío para que me lleve a casa.-Bueno, quizás no haga falta. A lo mejor encuentran pronto lo que vanbuscando y se reúnen con nosotros.-Es posible -dijo, pero sabía que no sería así. De hecho estaba segurade que Fran ya tenía decidido donde iba a llevar a Susana para sucumpleaños. Si aquella noche ninguno de los dos amigos estaba allí eraporque Raúl estaba tomándose muy en serio su petición de dejarla en paz yde mantenerse a distancia, como había hecho toda la semana. Y de prontosintió que no podía soportarlo; que echaba de menos su presencia junto aella, su sonrisa y sus bromas. Como si le leyera el pensamiento, Maikadijo de pronto:-Se echa de menos a esos dos, ¿verdad? Sin Raúl todo está demasiadotranquilo.Inma no dijo nada, se limitó a seguir comiendo en silencio. Después sefueron paseando por la orilla del río hasta las escaleras del Capote, y sesentaron allí a tomar una copa. Inma se pidió un cubata para tratar dequitarse de encima la sensación de soledad y la inexplicable tristeza quesentía.Se la tomó con tragos lentos, notando casi a cada momento quetranscurría, la necesidad y el deseo de que uno de los móviles sonara yFran o Raúl preguntasen dónde estaban para reunirse con ellos.-Estás muy callada tú esta noche -dijo Carlos sentado a su lado.-Claro, no tiene a nadie a quien darle caña... -dijo Miguel.-No es eso. Me duele un poco la cabeza. No iba a salir, pero pensé queme vendría bien despejarme un rato.-Creo que descansas poco. Lucía me ha dicho que estás cuidando a unaanciana por las noches.-Solo tres noches a la semana y duermo por la tarde.-Cuídate, ¿eh? Se te ve apagada y tristona últimamente.-Solo cansada. Y me temo que eso no va a solucionarse hasta queterminen los exámenes.-Sí, eso es verdad. ¡Uf...! Solo de pensar en lo que nos espera meentran escalofríos.Se hizo un silencio general que nadie sabía cómo romper. Inma pensóque si Raúl estuviera allí eso no habría sucedido. Él siempre tenía algo quedecir, era el alma que animaba las noches aunque solo fuera diciendogilipolleces para que los demás respondieran.Bebió otro trago de su vaso, consciente de que no había dejado depensar en él ni siquiera un minuto en toda la noche. Y algo en su interiorse encogió cuando se le ocurrió que quizás Raúl se tomara tan en serio suspalabras del martes que no volviera a quedar con ellos y saliera de su vidade verdad, de forma total y definitiva. Se mordió los labios. «¿Qué es loque quieres, Inma?», se preguntó. «Aclárate de una vez».Porque estaba segura de que no quería empezar una relación ni unaaventura con Raúl, pero tampoco quería no volver a verle más. Queríaseguir teniéndole al menos como amigo.La voz de Maika la sacó de sus pensamientos.-¿Les ponemos un mensaje a esos para ver por dónde andan?-¿Y si les cortamos algún rollo?-Que no, tío. Fran no va a ponerle los cuernos a Susana. Y Raúltampoco. Ya no van de eso ninguno de los dos. ¿Quieres ponerle elmensaje tú a Raúl, Inma? A lo mejor Fran va conduciendo.-No, hazlo tú. Ya me he colado con el móvil este mes.Maika cogió el pequeño teléfono y tecleó: «¿Dónde andáis? ¿No osestáis muriendo de aburrimiento sin nosotros?».Pocos minutos después, le sonó el móvil. Inma pegó un respingo.-Es Raúl.-Pon el manos libres -dijo Lucía.-Hola -contestó.-Hola -respondió el chico.-¿Dónde estáis?-Pues me gustaría decirte que en Turquía, en un harén con cincuentatías en pelotas bailando para nosotros, pero la verdad es que estamosperdidos por la sierra de Huelva, con un frío de cojones y más hambreque un musulmán en el Ramadán.-¿Pero qué coño hacéis en la sierra de Huelva? ¿No ibais buscando unrestaurante? ¿Acaso en Sevilla no hay?-¡Ojalá fuéramos buscando solo un restaurante! Este, que se quierefollar a Susana delante de una chimenea el día de su cumpleaños, y noquiere admitir que a primeros de mayo no pega una chimenea. Haencontrado un sitio por Internet con cabañitas y chimeneas y todo esoaquí, cerca de Aracena, y quiere comprobar cuánto baja la temperatura enla Sierra y de noche para saber si podrá encender el fuego.-Bueno, dices que hace frío. Aquí la temperatura es bastante agradablepara Marzo.-Sí, pero de aquí al tres de Mayo puede hacer un calor de muerte, yaconoces Sevilla. La criatura se va a escaldar viva para satisfacer la fantasíadel salido este. Que no se le podría haber ocurrido traerla en Enero, digoyo.-A Susana no le importará. A las mujeres nos encantan ese tipo decosas, aunque pasemos calor.-Las mujeres sois más raras que un perro verde. En fin, que aquíestamos, buscando el sitio desde hace dos horas por lo menos. Hemosdejado la carretera principal, pero no logramos encontrar el sitio, o nos lohemos pasado, no lo sé. El caso es que hace mucho rato que no vemos niuna puta casa, y mucho menos un complejo hotelero. Lo único que sé esque no hacemos más que dar vueltas por carreteras oscuras como boca delobo sin comer y sin nada. Esto de la amistad es una cosa muy dura.-Pues nosotros hemos comido pizza y ahora nos estamos tomando uncubatita en el Capote.-¡No me lo digas, que se me están liberando todos los jugos gástricossolo de oírlo! Este me prometió invitarme a un churrasco ibérico y loúnico que me ha dado hasta el momento es aire. Si mañana no hemosaparecido llama a mi padre y que me busque por los calabozos de la zona,porque como nos encontremos con una fábrica de jamones, por mismuelas que la asalto y me lío a mordiscos con todo lo que encuentre.-¿Incluido el guarda? -preguntó Carlos.-Si está rollizo, también cae. Hombre, allí se ven unas luces. A ves sicon un poco de suerte encontramos un sitio civilizado donde nos denaunque sea un bocata.-Bueno, que haya suerte. Llamad cuando volváis, ¿vale? Para quesepamos que estáis bien.-Yo estaré bien, pero a este me lo cargo en cuanto suelte el volante.-Hasta luego.Maika cortó la llamada y todos se echaron a reír ante la situación de susamigos.-Desde luego que este Fran tiene unas cosas...-¿Tú crees que va a llevar adelante lo de la chimenea?-Faltaría más, con lo cabezota que es. Aunque tenga que sobornar aSan Pedro para que mande una nevada en Mayo.-Pobre Raúl, con lo mal que lleva el no comer. Pero si se trata de Fran,siempre le apoya.-Sí, protesta y gruñe, pero siempre está ahí.-La verdad es que Raúl será todo lo que quieras, un capullo y unbocazas a veces, pero a la hora de demostrar amistad, no le gana nadie -dijo Carlos.-Es que él y Fran son amigos desde pequeños. Han pasado juntos porel colegio, el instituto y ahora la facultad -dijo Inma.-No se trata solo de Fran, sino de cualquiera -añadió Carlos-. A míno me conoce más que desde el año pasado y cuando hace unos meses tuveun problema con una chica... bueno estuvo ahí todo el tiempo,llamándome, saliendo conmigo, incluso quedándose a dormir en mi casa einvitándome a la suya hasta que lo superé. Si consigues su amistad, estaráahí siempre.-Espero que consiga su churrasco.Continuaron tomándose su copa tranquilamente y a las dos y media sedispusieron a irse a casa.Inma, Maika y Lucía iban en el taxi cuando recibieron una llamada deRaúl diciendo que estaban de vuelta y que habían comido unos bocadillosy que al fin Fran se había desengañado de buscar una chimenea para Mayo.Quedaron en verse al día siguiente.Inma se sintió ligeramente decepcionada de que ni siquiera hubierapreguntado por ella. Se limitó a mandar un saludo general para todos ynada más.Cuando llegó a su casa estaba triste y deprimida, sintiendo que la nochehabía sido un completo fracaso y consciente de que pocas veces en su vidase había sentido tan sola como aquella noche.Al día siguiente por la tarde, se reunieron en la puerta de la bolera. Inmatrató de parecer indiferente, pero sus ojos no hacían más que desviarsehacia el final de la calle, para ver si Raúl aparecería o no. Aunque la nocheantes él se había despedido con un «hasta mañana», no estaba segura deque no fuera a tomarse al pie de la letra lo de alejarse de ella, y lo hicierade forma total. Y se sentía aterrada de que pudiera hacerlo.Al fin le vio llegar y respiró aliviada. A partir de ese momento, sumutismo se convirtió en alegre charla, a pesar de que él no hizo el menorintento de acercarse a ella como hacía siempre. Ni siquiera repartió suhabitual ronda de besos a todas las chicas, sino que se limitó a saludar.Se formaron los equipos, hombres contra mujeres, como siempre, ycomenzaron a jugar. Raúl la ignoró totalmente, como si no estuviera allí,como si fueran dos extraños. Se dedicó a charlar con todos menos con ellay cuando terminó la partida y se fueron a cenar, ignoró la silla vacía quehabía a su lado y se sentó lo más lejos posible al lado de Lucía. Aquellanoche, Maika había convencido a Javi para que saliera con ellos, y Raúl,que lo tenía sentado enfrente, se dedicó a darle conversación.Cuando salieron del McDonald's y de camino a La Alameda paracelebrar su botellón habitual, Inma tenía muy claro que no quería pasar elresto de la noche sin que Raúl le dirigiera la palabra y se acercó al grupoque formaban él, Fran y Lucía. Estos dos últimos, se quedaron rezagadosdiscretamente, dejándoles solos. Raúl guardó silencio mientras caminaban.-Raúl, me gustaría hablar contigo sobre el martes... sobre lo que tedije.-¿Te refieres a lo de que te dejara en paz y que saliera de tu vida?¿Qué pasa, que tampoco eso lo estoy haciendo bien? Creo que estoycumpliendo lo que me pediste, ¿no? No me he acercado a ti, no me hesentado a tu lado y tampoco voy a llevarte a casa esta noche. ¿No essuficiente? ¿O lo que quieres es que deje de salir con vosotros para noverme? Si es eso, no tienes más que decírmelo y ni siquiera llegaré a LaAlameda. No deseo estar donde no me quieren.-No, no es eso. Quisiera que olvidaras mi... no sé cómo llamarlo.Solo quiero decirte que yo no soy la Inma llorona y quejumbrosa queviste. Tenía la regla y era el aniversario de la muerte de mi madre. Mepillaste en un mal día.-¿Tratas de decirme que la Inma verdadera es la reina de los hielos?¿Que la que dejaste asomar el otro día no es real?-Sí.-Bien, como quieras. Aunque yo preferiría quedarme con la otra.-Esa otra no existe más que en tu imaginación.-Si tú lo dices, será verdad.-¿Estás enfadado conmigo?Él la miró por un momento y ella pudo ver amabilidad en su mirada yuna sonrisa cansada en su boca.-No, no lo estoy.-Quisiera que volviéramos a ser amigos...-Nunca hemos dejado de serlo.-¿Volverás a acompañarme a casa?-Por supuesto. El día que desees expresamente que lo haga, no tienesmás que decírmelo. Tenías razón el martes, este acoso mío no tienesentido. Te dejaré en paz, y si algún día tienes algo más que amistad queofrecerme, solo dímelo. Yo estaré ahí.Inma sintió que unas lágrimas estaban a punto de escapársele, y semordió los labios con fuerza.-De acuerdo -dijo. Y se volvió hacia Fran y Lucía que venían trasellos-. ¿Qué sabes de Susana? -preguntó.-Haciendo de enfermera, espero que no pille el virus ella también.Se reunieron los cuatro y la conversación se hizo general. A la hora demarcharse, Raúl no dijo ni una palabra de acompañarla y las tres amigastomaron un taxi como la noche anterior.

ESTÁS LEYENDO
¿SOLO AMIGOS?
Ficção Adolescentete a pasado que quieres buscar tus libros Favoritos y no encontrarlo? pues yo si este libro es de Ana Alvarez subiré su libro Sin arreglar nada sólo subiré su libro aqui en Wattpad Espero que les guste