Epílogo

606 26 2
                                    

Sevilla. Mayo 2011

Susana aparcó el coche delante de la casa donde vivía en Espartinas. Enel asiento de atrás llevaba a sus dos hijos mayores, a los que acababa derecoger del colegio y la guardería respectivamente. Javi, de cuatro añosera un crío rubio como su padre y con la complexión delgada de ella,tranquilo y reposado. Probablemente en el futuro también se convirtieraen el empollón de la clase, porque sentía un ansia innata por saber cosas.Era infatigable haciendo preguntas cuando cogía un tema que leinteresaba. Raúl le llamaba «Don Porqué».A su lado, en otra silla infantil, se encontraba Sergio, un año menor.Este era un auténtico diablillo, simpático, cariñoso y zalamero como élsolo. Físicamente no se parecía a ninguno de ellos, Fran se burlabadiciendo que se lo habían cambiado en el hospital, pero en su carácter,Susana veía mucho de su padre. Siempre estaba inventando diabluras y lestraía de cabeza tanto a ellos como a Manoli que había cambiado de casacuando Susana se quedó embarazada de Javi. Sergio, al igual que le pasabaa Fran, era capaz de conseguir hacerse perdonar cualquier cosa a base de besos y abrazos. Era frecuente que se presentara en casa con un dibujo o una flor para sus padres o para Manoli, que los tenía todos pegados en los mueble a de la cocina.Y el pequeño Hugo, todavía en casa al cuidado de la Tata, apenas tenía dieciocho meses. Ese era indudablemente hijo de Susana. Sus mismos ojos oscuros, su mismo pelo y su misma complexión delgada. Y cabezota y testarudo como todos sus hermanos; en eso sus padres discrepaban y cada uno decía que ese rasgo de su carácter era heredado del otro. Susana decía que eran Figueroa de pura cepa y Fran añadía que la testarudez era Romero.Susana entró con sus hijos en la casa y encontró a Manoli en la cocina con el pequeño sentado en la trona con un trozo de pan en la mano.-¡Mmmma!-Hola, cariño. ¿Cómo ha ido hoy la mañana? -dijo acercándose a besar a su hijo. El pequeño le echó los brazos al cuello, y ella lo cogió y le dio un fuerte achuchón-. ¿Te has portado bien?-Muy bien -dijo Manoli-. Ha desayunado dos veces. Menos mal que sale a ti y no engorda.-Sí, menos mal. Es un pequeño tragón. ¿Qué hay para comer?-Macarrones.-Deja que adivine... viene Marta a almorzar con nosotros -dijo consciente de que los macarrones eran el plato favorito de la hija de Inmay Raúl, una preciosa niña de la edad de Sergio. Ambas amigas habían estado embarazadas a la vez y los niños apenas se llevaban once días.Marta pasaba con ellos muchos fines de semana cuando sus padres tenían guardia en el juzgado, disfrutando de la piscina de los Figueroa y de la compañía de los tres niños que la adoraban.-En efecto. Ha llamado Fran diciendo que la recogía antes de venir.-¿Viene Marta? -preguntó Sergio con una sonrisa.-Sí.-¡Bieeeennnn!-Pero hoy me toca a mí jugar con ella el primero -dijo Javi muy serio en su papel de hermano mayor.-Nooo, Marta es mi amiga... tenemos casi el mismo cumpleaños.-Pero yo soy mayor y cuido de ella.-¡Madta mía, mía, mía! -añadió el pequeño.-Bueno, bueno, va a estar todo el fin de semana. Habrá tiempo para que juegue con los tres. Y mejor aún, podéis jugar todos juntos con ella.Los hermanos se miraron unos a otros no muy convencidos.-Venga, chicos, lava os las manos y cambiaros de ropa, que en cuanto lleguen papá y Marta vamos a comer. Yo voy a hacer lo mismo.Subió a su habitación y bajó unos minutos después, tras cambiar el traje de chaqueta que solía usar en el trabajo por un pantalón corto y una camiseta.-¿Qué puedo ir haciendo? -preguntó a Manoli.-Está todo bajo control, relájate. Te espera un fin de semana agitado con todos los niños.-No creas -dijo acercándose al frigorífico y abriendo dos cervezas le acercó una a Manoli y le dio un trago a la otra-. Hace calor y Fran los tendrá todo el tiempo entretenidos en la piscina.Hugo, que había vuelto a la trona, alargó las manos pidiendo cerveza éltambién.-¡Quiedo!Susana le acercó su botella de agua, el niño era incapaz de ver comer o beber a alguien sin pedir.-Voy haciendo la salsa -dijo Manoli.-Yo iré poniendo la mesa.La cocina, enorme, tenía forma de u y al otro lado de uno de los laterales tenía una mesa donde solían comer a mediodía.En aquel momento sintieron abrirse la puerta del pequeño jardín y los dos hermanos que permanecían en la planta de arriba bajaron la es calera en tromba y salieron a recibir a su amiga. Desde la ventana de la cocina,Susana vio a los dos niños tratar de acaparar la atención de la chiquilla.Fran entró en la cocina y besó a su mujer y a continuación a Manoli.-Macarrones, supongo.-En efecto, con tomate para los niños, carbonara para nosotros.-¿Ya nos estás malcriando otra vez? Basta con que hagas una comida para todos.-Eso he hecho... macarrones para todos. Y no protestabas cuando te hacia croquetas a espaldas de tu madre.-¡Touché! -dijo quitándole a Susana la cerveza de la mano y tomando un largo trago.-¡Hay más en el frigorífico!-Esta está más buena. ¿Qué tal el día?-Complicado. En el juzgado toda la mañana, ¿y el tuyo?-Mucho trabajo de campo, pero tranquilo y sin prisas.Los niños entraron en la cocina.-Madtaaaa, toma -dijo Hugo alargándole la botella-. Como papá.Javier cogió una botella nueva y se la alargó a la niña.-Esta es para ella sola, Hugo.-No tengo sed.-Yo tampoco -dijo Sergio situándose a su lado.-Vamos arriba y yo te llevo la mochila -dijo Javi de nuevo,intentando coger la pequeña mochila con una muda de ropa que Martatenía colgada en la espalda.-Se la llevo yo, que soy más fuerte.-Pero yo soy mayor.-La llevo yo sola. Soy muy fuerte y no necesito a nadie que me lleve la mochila.Se perdieron por la escalera en dirección a la planta alta donde estaban los dormitorios.-Madtaaa vennn. No te vayas -dijo Hugo queriendo bajar de la tronaél solo. Fran lo cogió para llevarlo arriba con el resto.-Creo que en el futuro podéis tener un pequeño problema con éstos niños -dijo Manoli.-Eso me temo... Miedo me da la idea de tres Figueroa adolescentes llenos de hormonas y la preciosa Marta en medio.-Bueno... hay una posible solución -dijo Fran guiñando un ojo.-¿Qué solución? Fran, que conozco esa mirada...-Si vamos a por la niña, se hará la mejor amiga de Marta y ella se despegar a un poco de los chicos.-Hugo vino buscando la niña. Dijimos familia numerosa y ya la tenemos.-Bueno, pero... una niña... ¿No te gustaría comprar vestidos además de pantalones y peinar coletas y esas cosas?-Anda, sube y cámbiate.Con su hijo pequeño en brazos, Fran subió las escaleras. Susana lo miró mientras lo hacía y sintió que su corazón rebosaba felicidad una vez más,al contemplar la maravillosa familia que tenía. Manoli, a su lado, le preguntó:-¿Qué, niña... te vas a dejar convencer?Susana miró a la mujer a la que profesaba un entrañable cariño. Manoliera una más de la familia.-Probablemente. Hay pocas cosas que ese diablo de marido mío no consiga de mí si lo pide de la forma adecuada. Y el muy ladino sabe bien como hacerlo. Aparte de que a mí también me gustaría peinar coletas...-Si mi opinión cuenta para algo en un tema tan personal... también yo estaría encantada con una niña en la familia.-Pues claro que cuenta. No sé cómo sobreviviríamos sin ti. Y si no te apetece seguir cambiando pañales...-Me encanta cambiar pañales, Susana. Fran fue mi niño y tus hijos mis nietos, Sois mi familia. Y peinar coletas estaría genial, aparte de que podría hacerle vestidos en mis ratos libres.-Entonces, dejaremos que Fran se salga con la suya..., pero no le digas ni media palabra de esta conversación. Quiero hacer que se esfuerce en  convencerme.-Soy una tumba.Susana terminó de poner la mesa y se acercó a la escalera para llamar asu familia a comer. Después pasarían la tarde en la piscina, donde Fran seocuparía de los niños y jugaría con ellos hasta caer extenuado, pero nuncahasta el extremo de dormirse sin «buscar» a la niña. Susana estaba segurade que una vez con la idea en la cabeza, no pararía hasta convencerla, y Fran sabía que el mejor sitio para convencer a su mujer de algo, era en la cama

FIN..

¿SOLO AMIGOS?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora