Prologo

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La última vez que Emma vió a sus padres, íban en el auto familiar donde su madre conducía a una velocidad que no superaba los 60 km/h, algo lento para Emma quien estaba acostumbrada a la velicidad, sus padres no lo sabian.

Solo queria llegar a casa, pescar su celular y llamar a su novio para que hicieran algo en casa, quizas una pelicula con cabritas en su regazo, echados en el sofá o simplemente cobijarse a su lado y sentir su cuerpo junto al suyo y todo lo que implicaba estar junto a él.

Su madre siempre era precavida, siempre iba con cuidado hacia donde fuera que fuesen en familia, y no ayudaba en absoluto que estuviera en pleno invierno y dado que no paraba de llover, corrían el riesgo de volcarse o simplemente patinar con el auto hasta estrellarse con algún árbol, pero Emma amaba el invierno.

Justo en la calle que daba a la entrada de su casa, un chico en moto, quien por supuesto llevaba su casco protector, se pasa el semáforo en luz roja sin medir ningún tipo de consecuencia.

Conocía esa moto, la había visto mil veces estacionada en su propia entrada, sabía quien la conducía pero su mente decía que no era posible, que Eric no podía ser aquel conductor imprudente que veía frente a sus ojos.

Su madre giró el volante tratando de no chocar al chico, sin darse cuenta que justo por aquel costado al que sin pensarlo dos veces había virado, venía un camión a alta velocidad, impactando justo frente a su auto sin poder detenerse.

Emma era la única que llevaba puesto el cinturón de seguridad pero aun así sintió el impacto del choque haciendo que su cabeza casi salga desprendida de su cuello, chocando en el asiento delantero donde se suponía, iba sentado su padre.

Su madre salió volando de su asiento, chocando con el parabrisas, y su padre yacía muerto en medio de la calle con sus extremidades apuntando hacia cualquier parte y su cuerpo completamente ensangrentado.

Cuando miró hacia afuera tratando de pedir ayuda pudo ver los ojos azules de Eric a través del cristal de su casco, mientras bajaba de su moto para ver si en algo podía ayudar, quizás podía hacer algo pensaba, pero en sus ojos sólo se veía una desesperación por ayudar a los padres de Emma, pero lo que mas se veía era tristeza por lo que había causado y preocupación por la droga que llevaba en su bolsillo, Emma no lo sabia por supuesto.

Despertó en la cama de un hospital, con un cuello cervical, las piernas enyesadas y su cuerpo casi completamente morado.  Su abuela, quien habia venido desde España solo para verla a ella, estaba sentada en una pequeña silla junto a su cama, tenía su rostro cansado y sus ojos irritados.

- ¡¿Dónde están mis padres?! - Gritaba una y otra vez - ¡¿Dónde están?!

- Cariño, tienes que calmarte - Le decía su abuela con sus ojos llenos de lágrimas tratando de sostener sus hombros para que dejará de forcejear casi sin nada de éxito.

Pero sus padres no sobrevivieron.

Su padre murió en el acto por lo que recordaba y su madre murió en la ambulancia, antes de llegar al hospital para recibir atención médica, eso fue lo que le había dicho su abuela, ella no estaba despierta para recibir aquella dolorosa noticia.

- ¿Qué pasó con Eric? - Le preguntó al par de horas después cuando por fin lograron calmarla, administrando un poco de sedante, el suficiente para que se quedara tranquila sin tener que hacerla dormir.

- Está detenido pero siendo menor de edad y su padre uno de los mejores abogados que hay aquí, no hay nada que podamos hacer.

A los tres días, luego de haber eludido a las enfermeras apareció en la puerta de su habitación. Tenía un rostro lleno de culpa, cansado como si todo esto fuera una mochila pesada que llevará en su espalda, la que estaba obligado a cargar quizás por el resto de su vida.

- ¿Qué estas haciendo aquí? - Le preguntó con rabia contenida, quería gritarle pero no lo hizo.

Siempre había amado a Eric, aunque tenía un año más que ella, lo cual para su padre siempre tan conservador, era demasiada la diferencia para una niña tan inocente como ella, decía que era un año de ventaja donde podría tener un millón de experiencias más que las suyas, pero aún asi logró que lo aceptara, siempre bajo sus ojos aunque su reputación tampoco lo acompañaba mucho.

Siempre fue el chico popular en la escuela, el que siempre lograba todo lo que se proponía a costa de sus encantos porque claro, él arrazaba con las chicas.

Llegó un día cualquiera cuando aún eran chicos, a revolucionarlo todo con sus peleas y su pinta de chico malo y sus malditos ojos azules, que hacían que cualquiera cayera rendida a sus pies, y por supuesto ella no era la excepción.

Éran novios hace casi un año y tenerlo ahí, frente a sus ojos en este momento, era como si le hubieran enterrado un cuchillo y se lo removieran en la herida con fuerza hasta morir de dolor.

-Emma... lo siento, de verdad lo lamento mucho. - Tenía unas enormes ojeras bajo sus hermosos ojos color cielo.

- No quiero escucharte.

- Sabes que te amo, que jamás quise que esto pasara.

Se arrodilló justo al lado de su cama tratando de sostener su mano, pero ella no quería que lo hiciera, quería que se fuera y no regresara nunca más, así que sólo corrió su mano antes que pudiera cogerla.

- No te quiero volver a ver... - Se aguantó las lagrimas - Quiero que te vayas y que jamás regreses.   Que no te vuelvas a acercar a mi nunca ¿me has entendido? - Cerró sus ojos evitando todo contacto visual con él, le dolía el corazón - ¡Ahora vete!

Ni siquiera tuvo que robarle, el sabía lo que había hecho y lo entendía muy bien.

Escuchó como se levanto del suelo y caminó hacia la puerta de salida arrastrando sus pies sin ganas de avanzar, pero estaba claro que tenía que hacerlo, era lo mejor para ambos.

- Te amo Emma, nunca olvides eso - le dijo antes de salir.

Justo cuando quiso gritarle que se fuera de una puta vez, escuchó como se cerraba la puerta, dejándola en un silencio aterrador en el que lloró por la muerte de sus padres, porque ya no había ninguna oportunidad de volverlos a ver.

Nunca les dijo cuanto los amaba y cuanto los necesitaría aún después de su muerte pero como iba a saber que se irían tan pronto y que los necesitaría tan desesperadamente, que se marcharan tan luego dejándola completamente sola en un mundo al que no estaba preparada para enfrentar, no sin ellos.

Pero ya era demasiado tarde, ellos ya no estaban ahí y tampoco lo estarían desde hoy en adelante.

Lloró por Eric, porque lo había amado desde que era una adolescente, donde sólo era una fantasía para ella, hasta que crecieron y aprendieron lo que era besar y también enamorarse.

Desde ese día juró que algún día se vengaría de él, pero jamás lo volvió a ver, y en el fondo lo agradecía.  Se fue de la ciudad dejando aquel pasado atrás, tratando de olvidar aquel recuerdo que tanto daño le causaba, era lo mejor que podría haber hecho, era la única forma de abandonar aquel doloroso momento de su memoria.

El Regreso De Eric #1  #PremiosOrange17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora