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Hubo un momento en la historia de la humanidad en donde un hombre llego a preguntarse si había algo más de la muerte, ¿Cuándo alguien moría de verdad no habría marcha atrás? ¿Habría alguna forma de salvar a las personas de morir? Había un sin fin de teorías acerca de la muerte, tanto espirituales como científicas. Pero especialmente, había un hombre que creyó que desafiando las reglas de la vida podría generar lo inalcanzable. Podría generar una nueva era, donde el hombre no tendría por qué limitarse a vivir o temer a morir. Donde el hombre no tenía que pensar en el momento en que su muerte llegara. Pero con el tiempo sus ideales comenzaron a ser ambiciosas, ¿Luchar contra la muerte? ¿Encontrar más formas de sobrevivir? ¿Había alguna forma se hacernos más fuertes? ¿De ser más resistentes?
—Lo siento mucho, señor O'Donnell— Fue lo único que pudo decir aquel médico mientras palmeaba el hombro de Marcus, quien se encontraba de pie mirando con atención aquella imagen de su hijo y su mujer, de una forma tan quieta que llego a pasar de un humano a una estatua totalmente helada. Ante el silencio del señor O'Donnell al médico no le quedó más remedio que suspirar con pesar y en silencio salió de la habitación dejando a Marcus admirando aquella escena, su trabajo había terminado y ya no podía hacer nada, sabía perfectamente que este momento era íntimo entre Marcus y su esposa. El medico al salir, intento cerrar la puerta haciendo el menor ruido posible como un intento de consolación para la familia.
Su esposa, Luciel O'Donnell arrullaba con una canción de cuna en un tono de voz roto al cuerpo de su hijo, el pequeño, Mark O'Donnell. Mark yacía con una piel tan pálida y ojeras tan marcadas que daban un aspecto cadavérico. Mark había exhalado por última vez con su familia, murió a los nueve años por una fuerte neumonía. En un principio se creía que solo era una gripe, después una influenza que terminó por convertirse en una neumonía mortal. Marcus no se explicaba cómo ningún médico pudo dar el diagnóstico correcto, otra parte de él decía que era debido a una venganza, en otras palabras, un castigo divino por interrogarse muchas cosas que para otros estaba mal visto. Estaba tan dolido que no sabía que pensar. Lo único en lo que podía pensar era en su hijo, ¿Cómo podría hacer que despertara una vez más?
—Luciel— Llamo con un tono de voz roto que intento sonar fuerte y claro, pero su esposa lo ignoro. Ella aún seguía cantándole a su hijo mientras su voz se ahogaba en lágrimas saladas, estaba en shock... Luciel no reaccionaba a nada, miraba a su hijo con amor y con dolor, con lágrimas que saboreaba y con los labios entumecidos. Su mano acariciaba con delicadeza el cabello de su hijo en un vaivén. Marcus estaba tan dolido, no podía ver a su hijo de esa forma. Durante el poco tiempo que tuvo intento ayudarlo, su equipo de científicos y médicos no pudieron hacer nada y sentía rabia contra ello ¿Qué persona lo odiaría tanto como para hacer eso? ¿Cómo jamás lo vio venir? ¿Por qué contra él cuando lo único que hizo fue ayudar al prójimo? ¿Era un castigo divino? Infinidad de interrogantes comenzaron a atosigarlo.
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Con el tiempo Marcus O'Donnell despidió a todos sus empleados y prometió crecer una nueva empresa, líder del mañana, y fue así como comenzó a reorganizar su nueva empresa para el mañana llamada Mark Innovación. Nuevos empleados, nuevos científicos, nuevos médicos, todo fue nuevo para él... incluyendo su ambición por la mejor tecnología para el futuro. Luciel aún no superaba la pérdida de su hijo y le pareció terrible la nueva faceta que su marido había obtenido. Con el tiempo Luciel comenzó a debilitarse, su corazón estaba cediendo. Marcus había trabajado en un nuevo proyecto para fortalecer a su esposa, pero nada servía ya. Marcus no lo comprendía, los estudios arrojaban que su esposa era perfecta hablando físicamente, el cuerpo y la mente estaban bien pero no lograba acertar para que el corazón de igual forma fuera fuerte. Luciel por su parte estaba en contra de los nuevos ideales de su marido, simplemente intentaba alejarse de todo lo que tuviera que ver con Mark Innovación, además de que ella se sentía como experimento para su propio marido. Finalmente, Luciel murió y ante esa noticia Marcus quedo destrozado. No dormía y no comía, ya no era el mismo. Ahora tenía una meta. ¿Habría forma de volver a estar con Luciel sin la muerte de por medio? Marcus pensaba que había una forma y solo tenía que descubrirla.
—Señor, esto va en contra de la ley, hablamos de la ley de la ciencia y de la ley de Dios. No podemos desafiar a la muerte. — Exclamo un científico de alto rango con un tono de voz sofocante y con sudor que goteaba a en cada una de sus sienes, estaba algo alterado por la plática que había tenido con Marcus, pero a diferencia de él, Marcus se encontraba tan sereno como si lo que hubiera dicho fuera la cosa más inocente del mundo.
—Puedes irte si no te quieres arriesgar. Personas con poco criterio como tú no me sirven de nada. —Murmuro mientras se acomodaba los dobladillos de su camisa en sus muñecas.
Aquel científico se inmuto, se quitó la bata y la lanzo contra la mesa.
—Le advierto que esto no puede hacerse, esto se saldrá de control. —Siseo aquel científico con recelo, salió de aquella oficina azotando la puerta mientras Marcus lo veía marcharse con aburrimiento.
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Marcus se golpeó la cabeza en varias ocasiones, el cuerpo de Luciel seguía intacto y estaba en perfectas condiciones, ¿Por qué aun no sucedía nada? Había cambiado el corazón humano por uno de metal. Así es, tecnología dentro de un cuerpo humano. Marcus pensó que, si una computadora podría estar activa por medio de un chip, ¿Por qué un humano no? Podría ser una nueva respuesta al mundo. Podría ser más que eso. Una nueva era.
Las guerras acabarían y la pobreza también, ya no habría más miedo a la muerte, todo estaría bien.
Marcus volvió a golpearse la cabeza y miro el cuerpo de su esposa. Hace unos días su mejor amigo había muerto, decidió crear una vacuna contra la influenza que había atacado a su amigo, pero aún no daba resultado. Camino hacia la sala donde se encontraba él y observo detenidamente. Marcus observo como los dedos de los pies de su amigo comenzaban a moverse. Miraba a través del cristal. Los médicos lo habían reportado como muerto clínicamente, el cuerpo estaba cubierto por una sábana blanca. Marcus suspiro y se golpeó la cabeza.
Aquel sentimiento de desesperación comenzó a inundarlo, era algo de lo que su esposa siempre lo regañaba «No debes exigirte tanto, solo haz lo que eres capaz de hacer.», Marcus resoplo y cerro sus ojos para tranquilizarse «Y lo hago» se dijo a sí mismo, mientras abría los ojos con cansancio.
Se preguntaba que había hecho mal, había estudiado todos los casos, había hecho anotaciones y había calculado todo a la perfección ¿Por qué no pasaba nada? Había hecho todos los cambios en Luciel, pero ella no respondía.
Estaba agotado y fastidiado, aflojo la corbata y metió las manos en sus bolsillos. Dio un paso atrás cuando vio el cuerpo de su amigo levantado. Él miraba al suelo y estaba parado sin moverse.
Por un momento Marcus intento observar la situación, se llevó una mano al pecho y comenzó a reír. Una risa que exploto por toda la habitación.
—Por fin lo logre, Luciel. ¿Viste que por fin lo logre?
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Renegados ©
Science FictionEN EDICIÓN En los años futuros el planeta Tierra dejo de existir como algún día lo conocimos. Los humanos olvidaron que lo eran y comenzaron a rendir tributo a la tecnología, la cual comenzó a sacar provecho de todo. La guerra dejo de suceder, aunqu...