Parte 021: Cazador de patos.

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Aquel hombre comenzó a respirar agitadamente, la punta de la escopeta estaba en su garganta, Caleel pudo notar el movimiento de su garganta tragar saliva y como su marcada manzana de Adán se movía por el nerviosismo

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Aquel hombre comenzó a respirar agitadamente, la punta de la escopeta estaba en su garganta, Caleel pudo notar el movimiento de su garganta tragar saliva y como su marcada manzana de Adán se movía por el nerviosismo.

—Mi padre adoraba cazar patos, Sebastián. Él mismo me enseñó a cazarlos y por ende a disparar un arma. Te estoy hablando de cuando tenía quince años, pero no pierdo mi habilidad. Tenía un tino excelente, si nunca fallaba estando a unos metros de distancia ¿Qué te hace pensar que a esta distancia fallaré? ¿Quieres que probemos?

Sebastián negó con la cabeza y levanto sus manos en señal de rendición.

—Me esperaba esa respuesta, muy bien.

Jesús bajo el arma y no dejo de mirar a Sebastián, después le aviso con la cabeza que volviera a su lugar, aquel hombre le hizo caso no sin antes fulminar con la mirada a Caleel, una mirada que parecía lava volcánica sobre su piel.

— ¿Alguien más? —Aviso Jesús mientras empuñaba su arma con confianza. —Bien ¿En que estábamos?



Caleel estaba sentado de una forma tan rígida en aquel sillón viejo y con alambres que sobresalían. Cualquiera que lo viera creería que se trataba de una estatua. Levanto la vista cuando Jesús le ofreció un vaso pequeño con una bebida oscura. Caleel la tomo y miro en dirección a Shannon quien se encogió de hombros y bebió aquella bebida de un trago.

Caleel vio que era una bebida muy fácil de digerir por lo que siguió el ejemplo de Shannon, un grave error, comenzó a sentir como su garganta le ardía y lastimaba, empezó a toser y a ahogarse con la misma bebida, aquella sensación de ardor incluso llego a su nariz. Escucho la risa de Jesús, una risa amable, como si estuviera viendo a uno de sus hijos haciendo algo gracioso.

Evan solo miraba con aburrimiento a Caleel.

—Es tonto desde que lo conocí—Murmuro con desgana, como si todo el asunto de Caleel comenzará a parecerle algo aburrido.

Caleel se disculpó e hizo un intento por reprimir su tos. Aun le quedaba aquella sensación de ardor pero también noto como sus músculos se relajaban.

—El brandy siempre ayuda ¿No? —Jesús levanto el vaso en dirección a Caleel y bebió el contenido de un solo trago.

—Señor debido a lo que le he platicado...—Comenzó Evan, claramente un poco urgido por mencionar el tema.

—Ya ha quedado claro—Musito Jesús sin dejar de mirar su vaso como si estuviera examinando una adquisición demasiado valiosa —Yo me quedare aquí, si algunos de lo que han vivido aquí creen que es lo mejor marcharse con su grupo no me opondré.

— ¡ES UN SUICIDIO! ¿Acaso no quiere vivir?

Aquel hombre dejo su vaso en la mesa y miro en dirección a Evan.

— ¿Qué te hace pensar que quiero?

Evan se sobresaltó y lo miro, un gesto que Caleel no podía comprender. La mirada de Jesús era fría, como si estuviera perdido. Cerró los ojos por un momento y sonrió.

—Deberían ir a descansar, mañana partirán y deben estar atentos. Son bienvenidos en el momento que gusten y pueden alimentarse de lo que gusten. —Jesús les dio la espalda para servirse más brandy.

Por más que Caleel intentara dormir no podía. Se giraba pero no podía, a estas alturas se había acostumbrado a dormir en un colchón tan duro como una piedra. Miro en dirección a las otras personas con quienes compartía habitación. Los hermano Kwon, Alan y otros jóvenes que ignoro su nombre.

"Caleel..." Una voz femenina lo hizo alarmarse, sabía que había escuchado esa voz pero no la recordaba. Se levantó finalmente y comenzó a caminar fuera de la habitación. Las luces de las velas seguían encendidas, escucho como dos tipos que hacían de guardia jugaban cartas y apostaban tapas de botellas como si se tratase de dinero, ellos lo ignoraron, era algo con lo que tenía que vivir, se dijo.

Siguió caminando sin razón alguna hacia qué lugar. Se percató que cuando pasaba al lado de alguien esta persona o la miraba con odio o con temor, llego ver a algunas personas que incluso se pegaba a la pared lo más que podían.

Caleel resoplo, se detuvo cuando escucho como algo caía, como si un montón de libros pesados rezumbaran en el suelo y después de esto un llanto débil. Toco aquella puerta pero no encontró respuesta alguna, repitió su acción y recibió el mismo resultado hasta que abrió la puerta avisando a quien estuviera adentro que lo haría.

Encontró un desorden en la habitación, varias cosas tiradas, varias botellas desparramadas y sentado en el suelo con su espalda a la pared y una botella en la mano al señor Jesús. Este lloraba débilmente, se desgarraba de una forma que preocupo a Caleel. Jesús le dio un sorbo a su botella e hizo un gesto de amargura, miro en dirección a Caleel y le extendió la botella a lo que él negó.

—El brandy siempre ayuda ¿No?

Caleel lo miro con interrogantes en su cara, lo que hizo que Jesús riera de una forma tan deprimente, volvió a tomar un trago de su botella y cerró los ojos mientras su pecho de movía de forma violenta por un llanto que estaba comprimiendo. 

Renegados ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora