Parte 015: El miedo nos hace humanos.

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Caleel miro a su alrededor, vio un grupo numeroso de rostros que parecían diferentes pero compartían un mismo sentimiento: Odio.

Caleel no sabía exactamente hasta que nivel su pueblo había lastimado a este grupo, él no vio la destrucción y era un tema desconocido en su región. Jamás imagino ver tierra en mal estado. Jamás había sentido lo que sentía en ese momento, como un gran número de rostros te acuchillaban con indiferencia, con rencor; jamás había lidiado con aquellos sentimientos negativos hacia él, era obvio, en Tieria no había nada de eso.

Caleel se aclaró la garganta.

—Sé... Sé que probablemente tengamos algunas diferencias.

— ¡VETE DE AQUÍ DEMONIO! —Grito una mujer con un tono de voz que daba a relucir una edad avanzada, Caleel no logro distinguir a la persona y ese grito lo hizo ponerse más nervioso.

—Yo no tengo la culpa, no me parece justo que intenten culparme de los errores que mi área ha...

— ¡ERES UN MAQUINARIO!—Grito una voz aún más juvenil pero un tanto tosca, que probablemente pertenecía a un hombre adulto.

— ¡YO VI LO QUE HACEN CON NOSOTROS!—Siguieron sonando voces, cada una con un acento característico.

—PERDI A MI ESPOSO POR SU CULPA.

La sala comenzó a llenarse de un sinfín de reclamaciones que dejaban a Caleel atónito, ¿Vivió engañado todo este tiempo? En realidad Tieria... ¿Era segura?

Caleel vio como Nicolás intentaba calmar a todos, Caleel sentía que se asfixiaba, comenzó a retroceder aun atónito. Toda la gente estaba gritándole cosas que comenzaban a confundirlo... Todo se volvió oscuro cuando una piedra dio en la frente de Caleel desmayándolo.


«—Caleel... Caleel...

Aquella voz lo distraía, lo llamaba. Caleel vio aquella sonrisa tan inocente, aquellos labios delgados de un tono durazno que siempre lo hacían sentirse liviano, aquella cabellera castaña cubrió el rostro de aquella chica... pudo notar como ella extendía su mano hacia él... temerosamente extendió su mano para lograr alcanzarla.

Pero sintió como si estuviera cayendo en un pozo sin límite.

— ¡NO ME LASTIMES!—Escucho un sollozo lleno de dolor y desesperación en forma de eco.»


Caleel despertó aturdido, estaba sudando. Algo que nunca pasaba en su persona... todo esto comenzaba a aturdirlo y comenzó a preguntarse si había hecho bien en huir de Tieria.

— ¿Tuviste una pesadilla?

Caleel siguió el timbre de aquella voz tan animada y a la vez asustada, se encontró con un pequeño, era delgado y estaba sentado frente a la cama de Caleel con la espalda pegada a la pared y abrazando sus rodillas como si se tratase de un escudo. Aquel niño tenía la piel como la leche con pecas doradas esparcidas por todo el rostro, el cabello castaño casi dorado era largo y enmarañado en ondulados rebeldes.

Caleel comenzó a levantarse con dificultad y sintió como el dolor en su cabeza lo torturaba.

—Está bien, te hace más humano. —Musito de la forma más segura y como si se tratase de un consejo otorgado por una persona mayor.

Caleel cerró los ojos por un momento y respiro hondo para enfocarse en el joven.

— ¿Qué? —Se limitó a exclamar.

—El miedo... el miedo nos hace humanos ¿No? Yo también lo tengo... De esas cosas de afuera. ¿No te asustan?

Caleel tomo aire.

—Como no tienes idea.—Soltó en suspiro lleno de tristeza. 

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