Parte 024: Puede ser controlable.

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Caleel tomo una lata de la repisa y comenzó a leer la etiqueta

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Caleel tomo una lata de la repisa y comenzó a leer la etiqueta. Era una vieja costumbre que había adquirido de Tieria, a pesar de saber el buen estado en que las cosas estaban él las leía por condiciones de la zona de Influyentes que querían todo perfecto.

Después alguien se la arrebato y noto que se trataba de Shannon quien había guardado la lata en un morral que ella cargaba.

— ¿A estas altura aun piensas en tu cuerpo? ¡Qué idiotez!—Bufo.

—Solo leo por seguridad. —Hablo Caleel diplomáticamente.

— ¿Seguridad? Estamos en una parte del mundo en donde tenemos que sobrevivir a esas cosas y hablas de seguridad cuando vez una lata. Te voy a ayudar a acomodar tus tornillos, arriesgamos nuestras vidas para llegar aquí—Apunto con su dedo el piso donde estaba parada. — ¿Sabes porque? Por esto. —Señalo las repisas de latas de frijoles refritos. —Tenemos el tiempo contado, antes de que esas cosas nos encuentren. Y tú te pones a jugar al experto en nutrición. Escucha Maquinario, si nos quieres ayudar guarda todo lo que puedas en ese morral. ¿Quieres? —Murmuro con molestia mientras le lanzaba una lata de las repisas, Caleel hizo movimientos ninjas para lograr atraparla con dificultad en el aire.

Caleel vio cómo se giraba y se marchaba y suspiraba. Comenzó a meter todas las cosas que podían dentro de su morral. Camino a otra sección en donde había bolsas de lo que parecía fruta deshidratada y comenzó a meter por montones. Aquella sala que alguna vez había sido una tienda estaba destruida. Había paredes con manchas de sangre, lámparas que colgaba y tintineaban. Algunos mostradores estaban destruidos y había zapatos regados por todas partes. Caleel se dirigió a uno del pasillo del fondo en donde se encontraba enfermería. Al parecer nadie había tomado cosas aun, así que Caleel metió todo lo que podía, alcohol, gasas, medicinas para dolor, líquidos que limpiaban heridas, todo lo que pudo. Estaba por tomar una jeringa más pero otra mano la tomo primero, miro lentamente en dirección a la persona que lo había hecho y noto a Sebastián. Sintió un nudo en su estómago.

«Estoy listo para morir» Se dijo así mismo lleno de agonía.

—Muy lejos de casa ¿No? —Hablo de una forma rasposa. En ese instante Caleel deseo que Shannon estuviera ahí, estaba solo y sabía que las oportunidades de ser asesinado por Sebastián eran altas. —No sé porque este grupo te tiene de mascota. Pero no me agradas para nada, detesto a tu gente. Ustedes solo nos arrebataron lo nuestro y extinguieron a la mayoría de los humanos.

Caleel trago saliva.

—Yo no...

—Haré lo que sea por desaparecerte. Así tenga que ser exiliado.

Sebastián tiro el morral que Caleel llevaba en una mano de una patada. Se giró y salió de ahí caminando con dureza. Suspiro. Al parecer la palabra "muerte" se convertiría en la palabra de todos los días en su vida.

Después de unos instante Caleel resoplo, al parecer se había quedado como estatua. Observo su muñeca derecha, y ahí estaba aquella marca. Aquella marca que lo distinguía. Una marca de un color azul turquesa que tenía un símbolo cruzado entre una M y una I y debajo del símbolo su número de registro 170797. Miro a su morral y vio todas las cosas desparramadas, se inclinó con dificultad, le dolía su cuerpo por la gran caminata que había hecho, comenzó a recoger todas sus cosas pero cuando menos lo espero algunas latas comenzaron a danzar y alejarse del camino. Resoplo con molestia, era como si todo en ese momento quisieran burlarse de él. Continúo guardando sus cosas y cuando acabado se levantó para recoger las latas que se había alejado. Siguió una fuera del pasillo de enfermería y noto como un pie la detenía.

Al parecer alguien de los chicos la había encontrado. Caleel levanto la vista y se quedó helado. Ya no era una persona lo que estaba ahí.

Era un alterado.

Ahora podía ver cómo eran en realidad, antes solo huía de ellos y los imaginaba grotescos. Ahora podía ver él porque todos tenían miedo de ellos.

Probablemente era un trabajador de aquí su ropa estaba destrozada, llevaba un chaleco rojo con un gafete que tenía el nombre de "Nick", estaba demasiado delgado casi en los huesos, su rostro estaba irreconocible, ya no era un rostro humano, tenía llagas por todos lados, un ojo estaba totalmente blanco y el otro tenia venas de un color azul. Tenía en la frente clavado un cuchillo, parecía un animal rabioso, tenía la boca abierta y de ahí soltaba baba en gran cantidad, su boca estaba destrozada ya no tenía labios y solo dejaba ver dientes monstruosamente desalineados. Parecían dientes de piraña. Caleel no estaba seguro de si respiraba o no pero lo hacía tan violentamente como si hubiera corrido por mucho tiempo, observo el pie en todo estaba la lata y casi da un grito al ver que su rodilla estaba volteada de forma inversa. Observo sus manos y sus uñas estaban tan largas y de un color negro. Caleel observo su cuello y noto como sus venas sobresalía de forma inhumano de un color verde con negro.


«—Las reacciones suelen tener consecuencias, al parecer no todos son aptos al antídoto—Murmuro una mujer, Caleel solo noto que se trataba de una mujer por su voz, todos los presentes llevaban trajes especiales de color negro y con unas mascarillas extraña y aterradora. —Como resultado, una enfermedad rabiosa e incontrolable.

—Los humanos son incontrolables. —Respondió el sujeto frente a ella que de igual forma miraba el cuerpo.

El sujeto inyecto algo en aquel cuerpo monstruoso, comenzó a retorcerse y Caleel miraba detrás de una ventana en cuclillas, trataba que no lo vieran, no recordaba cómo había acabado ahí. Miro a su lado y ahí estaba, aquella joven de cabello castaño mirando con odio y miedo, noto que su mano estaba cerrada en un puño.

—Pero podemos hacerlo controlables—Murmuro la mujer y miro el cuerpo. —Fallo. —Murmuro antes de clavar una enorme jeringa en aquel cuerpo directo al pecho. El cuerpo soltó un alarido casi animal, ya no humano, se retorció de forma grotesca y humo comenzó a salir de sus llagas mientras seguía torciendo su cuerpo, Caleel escucho el sonido de su muñeca partirse y noto como sus ojos comenzaban a llorar, un líquido entre rojo y negro, no supo en realidad si lloraba o sus ojos se derretían.»


Aquel Alterado se abalanzo sobre Caleel.

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