— ¿Estás seguro, hermano?
Caleel miro detrás de su hombro y vio a JongHyun sentado aun con sus piernas cruzadas, la bolsa de papas en sus piernas y recargado en las palmas de sus manos.
—Totalmente.
JongHyun se enderezo y siguió comiendo.
—Te van a hacer picadillo, hombre. —Canturreo mientras devoraba un puño de papas.
Caleel asintió y abrió la puerta, todo estaba en penumbras, había velas por todos lados y era lo único que alumbraba.
—Solo insisto—Menciono una voz bastante tranquila y neutra que por alguna razón tranquilizo a Caleel.
—Con todo el respeto, señor Jesús. No tenemos tiempo. —Esta vez fue la voz de Evan que tuvo que suspirar como si estuviera tratando de controlar su desesperación. —Esas cosas... vendrán en cualquier momento y lo sabe.
Un remolino de murmullos se llenó en la sala, Caleel quien parecía estar escondido detrás de la puerta entreabierta llego a escuchar palabras como "Maquinarios" "Alterados" "Una salida" "Moriremos afuera" "No pienso moverme", Caleel suspiro.
—Estamos a salvo aquí, muchacho. Todo lo que requerimos...
— ¿Y si se acaba? —Interrumpió Evan—Los alimentos no van a durar para siempre, el agua no va a durar para siempre... ¡Esas cosas! Esas cocas de afuera (Los alterados y Maquinarios) sí. Aun puede huir.
No era necesario para Caleel mirar a aquel hombre resoplar, la habitación había quedado en silencio que se lograba escuchar la respiración agitada de Evan.
—Nos quedaremos—Dijo finalmente el hombre. Caleel escucho un sonido de desaprobación del pecho de Evan. —Aun así, yo no soy quien para obligaciones. —Caleel logro detectar un acento particular en la voz de aquel hombre, Caleel jamás se había enterado de que antes había países en todo el mundo.
— ¿Obliga...?—Comenzó Evan un poco trastornado.
—Mi gente... es bien recibida en cualquier momento... pero si alguien desea irse, está en todo su derecho.
El torbellino de murmullos comenzó de nuevo. Jesús miro en dirección a la puerta.
—Entra, muchacho. Eres bienvenido.
Caleel dio un respingo, tomo aire y empujo la puerta para entrar.
Se dio cuenta como había más gente de la que había imaginado, quizás algunas veinte personas o más. Todas ellas con gestos de odio, horror y curiosidad. Caleel jamás había experimentado ese tipo de sensación que pesaba en sus hombros bastante como para agotarlo en cuestión de segundos.
Camino de forma torpe, apenas logro percatarse de que cojeaba por un tobillo lastimado.
Un torbellino de murmullos volvió a llenarse, logro escuchar palabras como "Maquinario" "Matar" "Miedo" "Mundo" "Familia" "Fin", todas aquellas palabras llenas de odio y miedo.
«—Es una reacción—hablo aquella Educadora mientras paseaba por los pasillos de aquellos pupitres. Caleel estaba sentado en uno, su obligación era mirar al frente sin distracción alguna. Aquel salón era blanco parcialmente lleno de luces blancas y frente a él había lo que sería la simulación de una pizarra de cristal. Su vista estaba justo en aquella pizarra como la de todos aquellos niños que habían ingerido la pastilla de recuperación.
Caleel dejo de escuchar la voz de la Educadora y miro a su lado, algo que nunca había hecho. Entonces la vio, vio a aquella niña de cabello castaño y tan liso que parecía que brillaba con la vista fija al frente.
El sonido de su escritorio siendo golpeado lo hizo reaccionar y entonces miro a la Educadora con una mano sobre su mesa.
—Como decía, el miedo es una reacción que llega a causar ira. ¿Qué provoca la ira, Caleel?
Caleel miro a la Educadora con determinación, sabía que era un grave error mirarla con miedo.
—Caos.»
—No temas—Murmuro Jesús mientras se acercaba a Caleel. Jesús era un hombre mayor con el cabello grisáceo y en algunas parte unas tonalidades blancas, llevaba puesto anteojos redondos aunque un cristal estaba agrietado y lleno de polvo. Se preguntó Caleel si podía mirar bien por el polvo en sus lentes. Su piel era bronceada y con manchas de polvo. Su ropa era aburrida, un conjunto de color gris a excepción de su playera que era negra. También noto que en su mano vendada llevaba una escopeta. —No te haremos daño. Si prometes tu tampoco hacerlo.
Caleel estuvo a punto de hablar hasta que una voz lo interrumpió.
— ¡ES UNA ESTUPIDEZ! —Grito con rabia un hombre, Caleel lo observo y noto que su cuerpo era tosco, su cabello era largo, incluso más largo que el de Evan de un color café deslavado y tan enredado que parecía que tenía alambres por cabello. — ¡MERECE MORIR! ¡ES UNO DE ELLOS! —Aquel hombre pateo un bote que servía de asiento, Caleel noto que en su cintura llevaba una daga con la que probablemente le rebanaría la garganta. Aquel hombre se lanzó en dirección a Caleel hasta que un arma en su garganta lo detuvo, Caleel siguió la dirección del arma y noto como Jesús lo estaba apuntando.
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Renegados ©
Science FictionEN EDICIÓN En los años futuros el planeta Tierra dejo de existir como algún día lo conocimos. Los humanos olvidaron que lo eran y comenzaron a rendir tributo a la tecnología, la cual comenzó a sacar provecho de todo. La guerra dejo de suceder, aunqu...