-Capítulo 32.

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Después de un rato más de estar en la fiesta decidí que era hora de volver a mi habitación. Me quede el resto de la noche pensando en lo que haría al día siguiente, hasta que me llego un mensaje de la aerolínea avisándome que había un vuelo exclusivo para Oregon, y supe lo que tenía que hacer.

Y otra vez estaba en el aeropuerto esperando a que me llamaran para subir al avión. Me la pase mirando la pantalla que tenía enfrente mío, rogando que dijera que ya podía abordar, no quería pasar ni un segundo más en Santa Barbara o acabaría cometiendo una completa estupidez.

Cuando me llamaron fui por el largo pasillo para entrar al avión con mi pequeña maleta, viendo como las demás personas hablaban muy amenamente esperando tener un vuelo muy tranquilo. Me senté del lado de la ventanilla y comencé a observar a las personas debajo del avión las cuales estaban esperando a que llegaran otros aviones o que simplemente estaban esperando que saliera el mio.

Mirando a un punto fijo me di cuenta de que estaba por cometer uno de los errores más grandes de mi vida, pero el cual no podía afrontarlo así como así, si decidía quedarme en Santa Barbara todo cambiaría y no sabría con certeza que pasaría de mi vida en adelante, pero recapasité y me di cuenta de que lo mejor sería enfocarme en mis hijos por lo menos hasta que me sienta capaz de volver a estar en una relación amorosa, supe que eso llevaría mucho tiempo.

Luego de haberme puesto los auriculares un tipo de unos veinticinco se me sentó al lado mío, ignore su presencia hasta que de reojo pude notar que era Sam. Él no noto que yo era Emma, así que solo mire por la ventanilla rogando que no se diera cuenta, procuré no hacer nada fuera de lo normal para que no me viese con más cuidado. Todo iba bien hasta que la azafata pidió que nos abrocháramos los cinturones.

-¿Emma?.-me mira.

-No, no.-me termino de abrochar el cinturón, él me mira y solo niega.-Bueno tal vez...

-Pensé que te casarías, y no precisamente en Estados Unidos.

-Yo pensaba que el vuelo que tome el era el correcto, pero no aquí estoy.-pongo los ojos en blanco.

-No me digas...-se agarra su mentón con su mano derecha.-Emma... pensé que tu vida estaba solucionada.

-Yo también pensé, pero pensé mal.

El resto del vuelo fue de preguntas las cuales no quería contestar. Sabía perfectamente que Sam apenas pisaría un pie fuera del avión llamaría a Thomas para contarle que me vio.

[...]

Seis horas más tarde estaba en mi casa desempacando, había un montón de paquetes en la entrada los cuales tuve que entrar. En la casa había demasiado silencio cosa que mucho no me gustaba, decidí que era hora de hablar con Bastian para que volviera así que decidí mandarle un mensaje avisándole que ya había vuelto a casa.

Para Bastian.

Hola, eh decidí que New York no es precisamente el lugar donde me quiero relajar así que solo tome un vuelo y volví, así que ya puedes volver (si es mejor hoy toma el primer vuelo y ven los extraño).

Luego de comer algo y de dormir un poco me tuve que levantar de la cama gracias a reiteradas veces que tocaron el timbre de la puerta. Me puse una bata que había arriba de la cama para taparme el pijama que tenía puesto, baje corriendo las escaleras y abrí la puerta sin preocupación pero al ver quien estaba del otro lado me saco todas las energías que había recuperado en aquella siesta que había tomado.

Los dos nos miramos como si fuéramos unos desconocidos, tenía puesto unos vaqueros y una camisa color negra, su pelo estaba vilmente despeinado y entre sus manos tenía un ramo de rosas blancas las cuales tenían un poco de brillantina. Volví a cerrar la puerta de un portazo esperando que así como la cerré se fueran los problemas que había detrás de ella, pero no, no se fueron seguían allí y esta vez insinuó querer hablarme solo que yo tome las flores que tenía entre sus manos y las arroje al césped del jardín.

Mamá de mi propio Hermano 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora