-Capítulo 35.

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Thomas

La miraba desde lejos, como caminaba un poco rápido y allí me encontraba dejando que se fuera sin más, sin pedirle algún motivo coherente. No iba a llorar, sabía que ella volvería, sabía que no dejaría que todo termine de la noche a la mañana, eran muchos los sentimientos, eran muchos los años, pero fue allí donde yo no me di cuenta de nada de lo que estaba sucediendo. 

Volví al hotel y espere, espere por días. Una visita, una llamada, un mensaje, un reencuentro inesperado en alguna parte de Oregon, pero nada, no sucedió. Luego de ver que ella no iba a desistir de su idea de dejarme intenté buscarla pero tampoco sirvió de mucho, no logre pasar de la entrada de su urbanización. 

Me había vuelto loco, rondando a todas horas la puerta de su edificio, de su urbanización, el colegio de los niños, pero en esos días no le vi un pelo. Llame a Bastian él cual solo me supo maldecir ya no sabía que hacer para volver a tomar contacto con Emma, quería tenerla frente mis ojos para que me jurara que era verdad que no quería estar más conmigo, no la creía capaz de hacernos eso. Para mí nada estaba perdido, nada era seguro tratándose de nosotros dos, había pensado en quedarme todo el tiempo necesario pero eso fue algo que no sucedió ya que Nolan se encargo que me echaran del hotel donde me hospedaba y de que en ningún lado me dieran un lugar, hoteles, cabañas, departamentos, casas, oficinas, autos de alquiler, casas familiares, mansiones, nada, nadie quería a Thomas Wells hospedado en su propiedad. 

Un día antes de irme termine durmiendo en una plaza, sí en una plaza, era el único lugar donde Nolan no hablo para que no me dejaran pasar la noche. Sabía perfectamente que Emma volvería con él a pesar de todas las cosas que le había hecho, así era ella, ingenua, buena y muy confiada de todo el mundo que la rodea, era de esas personas que ya casi no quedan, tenía esa bondad que tienen casi todos los argentinos, o al menos los que llegue a conocer yo.  

Había decidido ir por una última vez a su casa, quería verla sabía muy dentro mío que tal vez esa era la última vez en mucho que tendría sin verla, pero no quería creerlo, quería evitar imaginarme una vida sin ella. Mis manos temblaban como la vez que le pedí que fuera mi novia, tenía temor de que ya estuviera en los brazos de aquel patán que no supo valorarla cuando la tuvo, al igual que yo, pero no creía que él llegara a amarla como lo llegué a hacer yo. 

-Señor retírese.-dice el guardia al verme parado frente a la valla.

-Mi vuelo sale dentro de cuatro horas, déjeme siquiera ver su casa a lo lejos.-lo miro con tristeza a lo que él solo niega con la cabeza, dudé en si me entendía. 

No tenía nada que perder, me tenía que arriesgar, tenía que hacerlo por ella, por aquella niña dulce que conocí, por aquellos adolescentes que se enamoraron a pesar de las dificultades que tenían. Recordé todas las veces en las que me escabullí en su cuarto para dormir junto a ella, recordé como la observaba mientras dormía, la paz que me transmitía era inigualable. ¿Que si terminaba preso?, me daba igual necesitaba confirmar todo lo que me había dicho. 

Salte aquella barrera, corrí como nunca lo había hecho, el guardia corrió detrás mío, llegue a su casa, camine hacía su porch y me pare frente a el, golpeé la puerta, y nada, golpeé una vez más, tampoco tuvo resultados. 

-¡Emma!.-grite con todas mis fuerzas.-¡Emma!.-ya tenía al guardia sosteniéndome por la espalda, pero yo me zafe de su agarre, mi último grito tuvo respuesta ella salió, estaba llorando, detrás de ella estaba Nolan y Javier, los cuales la sostenían impidiéndole que corriera hacía mí. 

-¡Thomas!, suéltame.-les dice, sabía perfectamente que ella no quería dejarme.-¡Suéltelo!.-le grita al guardia pero este lo único que hace es retirarme más de la puerta de la casa. 

Mamá de mi propio Hermano 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora