Prólogo

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El peor día de mi vida comenzó de la mejor manera posible. Tanto, que lo que menos pasó por mi cabeza durante su inicio, era que sería el peor día de todos. Bueno, tal vez estaba errada al pensar que en los días malos te levantabas con el pie izquierdo, el clima auguraba una tormenta eléctrica y tenías una cara de, madre mía, de cómo si tuvieses heces de gato en las vías respiratorias.

De hecho, en mi peor día; el sol resplandecía en el cielo, rodeado de esponjosas nubes, que eran atravesadas por algunos rayos solares, produciendo un efecto de aros de luz, digno de fotografía. Me había despertado de buen humor, con una sonrisa en el rostro a causa de un lindo mensaje de buenos días remitido por un viejo amigo. Hacía una temperatura estupenda, ni tan calurosa, ni tan fría, un punto intermedio, de manera que mi cabello no volaría hacia mi cara cuando caminara al metro y, podría usar mi falda preferida, de tartán y con plises, sin que mis piernas se congelaran.

Tomé un desayuno ligero antes de partir a mi trabajo como arquitecta y, cuando llegué a la Compañía, recibí la gran noticia de que mi plano había sido aprobado por los inversionistas y una parte del comité directivo, así que estaría llevándose a cabo en noviembre del próximo año, en cuánto se finalizara la construcción de la residencia para ancianos en South Hamburg.

Más tarde, el hombre de mis sueños, mejor conocido como Dexter Montgomery y, también como el novio de mi mejor amiga, me llamó por FaceTime desde Arlington, dónde se hallaba visitando a la familia de Gale, para felicitarme y prometerme un almuerzo cuando regresase.

La vida suele dar giros extraordinarios. Algunos, tienen la suerte de que amanece un día, y se han ganado la lotería. Otros, desafortunados, como yo, irán a un almuerzo de aniversario con su mejor amiga que ha venido de visita, y ésta caerá en los encantos del chico al que aman en secreto, cosa que ella sabe, pero por supuesto, saldrán por casualidad, el la corresponderá a ella, así que serán una pareja feliz, mientras tú estarás sufriendo en silencio.

Quisiera poder afirmar que estaba bien con ello, pero mi amor por Dexter aún no se había extinguido del todo. Él era sólo tan dulce y lindo, que era imposible no enamorarse de él. Por eso dejé que Gale se quedara con él, porque la entendía y, tenía que aceptar que así era como debía suceder. De cualquier forma, ella tenía mucha más ventaja que yo, con su cuerpo de infarto, su rostro precioso y esa habilidad para cautivar a las personas que sólo ella tenía.

Sí, admito que me rendí sin incluso dar la batalla.

Tal vez también soy un poco cobarde.

De acuerdo, ¡Soy muy cobarde! Pero supongo que ya ha quedado claro.

En fin, en lo que estaba...

Hasta ese momento, el peor día de mi vida, marchaba genial. Incluso a pesar de la larga jornada de trabajo, eso no impidió que mi día siguiera desarrollándose de manera provechosa. Ni siquiera tuve que tomar el metro para retornar a mi hogar, porque una amiga y compañera de trabajo se ofreció a llevarme a mi departamento, a lo que accedí encantada.

Me preparé una cena de ensalada de atún y puré de calabaza, luego hice unas palomitas de maíz de microondas y me tumbé en el sofá de la sala a ver televisión. Fue en ese preciso instante en el que Snooki parecía estar a punto de golpear a JWoww, que mi celular comenzó a sonar, con el timbre predeterminado para FaceTime.

No le di mucha importancia a ello, realmente. Lo único que ocupaba mi cabeza era que jamás iba a dejar de emocionarme por las peleas estúpidas de Jersey Shore, incluso aunque viera las temporadas una y otra vez, sus estupideces me llenaban de vida.

Antes de atender, ojeé la pantalla fugazmente; la imagen de Gale sonriendo con una corona de flores y una paleta de helado chicle el pasado cuatro de julio, se reflejó en ella, así que sin dudarlo presioné responder.

Hasta después de la boda ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora