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No podía parar de llorar. Mi mente no paraba de darle vueltas a lo sucedido hacía unos minutos, y ni siquiera el aire fresco de afuera había servido para calmarme.
Porque en cuanto recobré mis fuerzas, corrí. Como siempre, huyendo de mis problemas.
Tal vez yo si era egoísta, tal vez sí a veces ponía mis necesidades por encima de las del resto. Pero lo que me había hecho Elanese hoy, eso... La palabra egoísta le quedaba pequeña. ¿Poner sus deseos por encima de las de su cliente? ¿En qué clase de escuela enseñan eso? Cabe destacar también que destruyó sin un mísero gramo de piedad mi reputación y mi integridad emocional. Acabó con mis relaciones como si no fueran nada, y todo por un hombre que ni siquiera la quería de la misma forma. Pero qué importaba cuando ahora yo era la mala. Yo era la que quería robarle el novio a Gale. Yo era la mentirosa. Yo era la que les había faltado el respeto a ambas familias. Pero sobretodo... Yo era quién le había roto el corazón a Alex, a quién conocía lo suficiente para saber que le había dado donde más le dolía: mi enamoramiento por Dexter. Y que por supuesto, se pondría peor cuando se enterase de que su padre había dejado embarazada a otra mujer que no era su madre y que yo lo sabía.
Lloré con más fuerza, pegada a la pared lateral del establecimiento. Todo, absolutamente todo se me salió de las manos.
Debí haberle hecho caso a Leo y a Marcia cuando me lo advirtieron. No debí haber venido. Debí haber ignorado la carta. Debí haber fingido que nunca llegó. Debí haberle confesado a Dexter mis sentimientos. Debí haberme ahorrado el problema desde el principio.
Pero no lo hice.
—Kathleen, nos vamos de aquí. Ahora —ordenó la voz de mi padre, que hasta ahora apenas me daba cuenta que se hallaba frente a mí. Desde la primera vez que se enteró que Keana y yo robamos el coche de mamá para ir al cine, nunca lo había oído tan furioso.
—Papá, lo siento tanto... —balbuceé. Las lágrimas no me permitían verlo.
—No —rebatió, poniendo sus manos sobre mis hombros y zarandeándome con ligereza para que lo mirase. Estaba enojado, su ceño estaba fruncido y los orejas se le habían puesto rojas... Pero en cuanto me miró a los ojos, sus facciones se suavizaron—. Hija. Me niego a creer que tu dijiste o hiciste tal cosa. Sé que ni porque te apuntaran tu traicionarías a Gale de esa forma. Kathleen, eres la chica más noble que conozco —aseguró, ahuecando mi mejilla con su mano. Aquello sólo me provocó aún más ganas de seguir sollozando. No me lo esperaba—. Mira, e incluso si lo hiciste... Sé que hay una buena razón. Tú me salvaste de mi mismo. Ahora me toca a mí cumplir con mi papel de padre y salvarte. No puedo permitir que toda esa gentuza hable sandeces de mi niñita cuando yo sé que nada de lo que dicen es cierto. Que todo ha sido un montaje por alguien más siniestro. Vámonos, hija —me espetó, pasándose una mano por el cabello frustrado. Jamás sentí que alguien me había amado tanto como el en ese momento. Porque el amor de padre va más allá que cualquier otro tipo de amor, y el hecho de que papá no hubiese creído nada, que confiase en mí ciegamente a pesar de que podía ser verdad, eso... Me llenaba internamente.
Me arrojé sobre él en un confortante abrazo, y el tardó en rodearme con sus brazos de vuelta. Olía a la loción cítrica que usaba para eventos especiales, y yo me sentí como navidad en casa antes de que mamá muriera.
—Gracias papá. Te amo —murmuré contra su pecho, sorbiendo por la nariz.
—Yo también te amo, hija —respondió, depositando un beso sobre mi pelo. Percibí como levantó la cabeza—. Keana, ¿estás lista? —le preguntó a mi hermana, que hasta ahora no había reparado en su presencia. Sin embargo, lucía como que acababa de llegar corriendo.
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Hasta después de la boda ©
RomanceHay ciertas cosas que Kathleen Foley desearía tener, entre esas: al novio de su mejor amiga. Ella está consciente de que eso es imposible, pero Dexter Montgomery es simplemente encantador, alguien por el cuál es demasiado difícil no caer. Pero cua...