—Kathleen, hola. ¿Puedo pasar? —indagó el hombre frente a mí, estrujándose los dedos. Asentí con la cabeza, muda, haciéndole espacio. Como de costumbre, iba vestido elegante, con una camisa de botones verde claro y pantalones caqui—. Tú y yo tenemos que hablar.
No me atreví a articular nada más. En vez, nos conduje hasta la sala. El pelinegro tomó asiento en el sillón individual rojo vino y yo opté por sentarme en el gran sofá marrón. Un silencio se instaló entre nosotros. Yo personalmente no sabía por donde empezar, ¿debía disculparme por todo lo que ocurrió ayer? ¿Debía explicarle la situación? ¿Aclararlo todo?
—¿Por qué nunca... me dijiste que estabas enamorada de mí? —rompió el silencio, con cierto aire de frustración mirando sus manos y a mí (qué no estaba en mi mejor momento, y me daba un poco de vergüenza) sucesivamente. Me encogí de hombros. ¿De eso venía a hablar...?
—Supongo que nunca tuve el coraje para hacerlo —confesé, jugueteando con la tela de mi pijama.
—¿Por qué entonces... Esperaste hasta la cena de ensayo para confesarlo? —cuestionó, incrédulo—. Agradezco el gran gesto y no voy a negar que me halagó, pero no era... El momento —musitó, cruzándose de brazos sobre el pecho.
Gran gesto. Eso me dio una idea para recuperar a Alex.
—Dexter yo... Tienes que creerme, yo no hice ese vídeo, alguien me inculpó y... lo manipuló —justifiqué, mordiéndome el labio inferior—. Y sí, estuve enamorada de ti por tres años, no voy a mentir. Pero más tarde me resigné a no decírtelo porque te superé. En realidad, hoy cuando lo pienso tal vez nunca estuve enamorada de ti sino más bien a la idea de estar contigo, pero te juro que ahora no siento más que un cariño amistoso —le aseveré, a lo que el exhaló liberando toda la tensión que había estaba conteniendo. Yo también sentí que me había librado de una carga pesada que había llevado encima por años. Ya no habían secretos de por medio, y que bien se sentía.
—Gracias a Dios —murmuró, aliviado. Tanto que me sentí un poco ofendida, y creo que el lo notó en mis facciones porque de inmediato aclaró —: No, no, no, no es por ti. Solía creer que Alex tenía suerte de estar contigo... Es sólo que no tenía idea de como tratarte en caso de que todavía estuvieses... Ya sabes, enamorada de mí.
—Tranquilo. Somos los mismos de siempre —le aseguré con una sonrisa. Pero no lo éramos, con este gran paso que había dado, me sentía mejor conmigo misma y tenía la impresión que nuestra amistad sólo mejoraría a partir de ahora. Quizás no había sido tan malo después de todo.
—Vengo aquí porque necesito tu ayuda —anunció, conectando nuestras miradas—. Con ese vídeo, Gale no está segura de continuar con la boda. Son muchas cosas juntas, lo sé y también sé que te contó que... —se aclaró la garganta—. Digamos le fallé, hace poco más de unos meses, pero Kath... De verdad la amo. Estaba borracho, estaba... Pasando por un mal momento... No es excusa y te juro que me condeno por ello cada maldito segundo que transcurre, pero... Quiero casarme con ella —advirtió, y de corazón, su mirada reflejaba genuina sinceridad. Para mí, era bastante convincente, incluso aunque en mi caso no estaba segura de si sería capaz de perdonar una infidelidad, Dexter se veía tan vulnerable, que... Me hizo pensar que todos merecían una segunda oportunidad.
Además, igual tenía que hablar con Gale para que pudiéramos dejarlo todo atrás y avanzar.
—Cuenta conmigo. No sé si logre persuadirla, pero haré lo que pueda —accedí, dedicándole una tenue sonrisa. Todo en el nombre del amor.
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Hasta después de la boda ©
Roman d'amourHay ciertas cosas que Kathleen Foley desearía tener, entre esas: al novio de su mejor amiga. Ella está consciente de que eso es imposible, pero Dexter Montgomery es simplemente encantador, alguien por el cuál es demasiado difícil no caer. Pero cua...