Las delicadas manos de mi mejor amiga me empujaban a través del acogedor lobby del East Breezes en dirección al elevador, haciéndome trastabillar.
—Gale, no. No debiste, esto... Esto es demasiado, yo ni siquiera traje ropa... —intentaba escaquearme, mientras ella continuaba presionando sus manos contra mi espalda, obligándome a avanzar.
Tal vez nuestro trato ya había llegado demasiado lejos. Tal vez era hora de que «termináramos» misteriosamente.
—¡No la necesitarás, andando! —insistió. A unos centímetros de distancia, Alex trataba razonar con Dexter, como la persona civilizada y presuntamente enamorada que era.
—Dex, no quiero presionarla. Apenas hemos llegado a segunda base, quizás un poco más, pero no quiero abusar —escuché al castaño mentirle a su primo.
Esta, honestamente, no me parecía para nada una buena movida. ¿En qué cabeza cabía lo que
acababan de hacer? Quiero decir, ¡hola! Parecía que todos estábamos enloqueciendo aquí.—No estarás abusando si ella quiere, ¿cierto, amor? —indagó Dexter en voz alta, a Gale.
—¡Así es! —le contestó ella, dándome un último empujón antes de quedar justo frente a Alex. Tuve que poner mis manos en medio de ambos, para no chocar con él.
Nuestras miradas se conectaron, en busca de mutuo auxilio, pero no teníamos escapatoria.
—Muy bien, chicos, hasta aquí —anunció Gale, dando un par de palmadas, como de haber finalizado su trabajo. Dexter nos tomó de los brazos a ambos y nos introdujo en el ascensor—. Espero que disfruten éste maravilloso regalo, y... nos vemos mañana temprano. El paquete incluye un desayuno continental.
—¡Los queremos! —manifestó Dexter, metiendo en el bolsillo de su primo la tarjeta de la habitación y marcar el número de piso antes de abandonar el elevador.
—Esto está muy mal —admitió, Alex, unos segundos después de que las puertas se cerraran.
—Lo sé. ¿Qué clase de persona comete una locura cómo ésta? Apuesto a que despreciarnos tampoco los hubiese detenido —le apoyé, reclinándome contra la pared del cubículo. Lo cierto es que ambos también estaban un poco ebrios.
Para ser sincera, en ese momento exacto, me encontraba en un punto de mi vida en el que no tenía ni la más mínima idea de qué paso dar. Y es que, ¿en qué preciso instante la rutina y la tranquilidad me habían abandonado? Sé que el trato tuvo muchísimo que ver, pero incluso antes, la boda de Gale y Dexter ya me atormentaban y me perseguía como a un alma en pena.
A pesar de todo, no podía decir que el trato no estaba teniendo sus beneficios con respecto a nuestro entorno, sin embargo, cómo no estábamos sabiendo manejarlo correctamente las cosas no estaban resultando como esperábamos en otros aspectos para nosotros.
—Alex...
—¿Si?
—¿Qué estamos haciendo mal? —gimoteé. Las puertas del elevador se abrieron, revelando un corredor con suelo de moqueta roja vino, paredes de un color crema blancuzco, un par de sofás verde claro y una planta artificial.
Como dejándonos arrastrar por la corriente de la vida, caminamos por el pasillo y procedimos a buscar el número de habitación.
Cuando la hallamos, Alex insertó la tarjeta en la ranura y entramos. Las paredes eran de una tonalidad marrón, el mismo suelo de moqueta, había una cama matrimonial en el centro del dormitorio, cubierta por sábanas blancas, una puerta que presumo que nos conduciría al baño, un armario, una mesa de vidrio con dos sillas, un balcón, una nevera portátil y un televisor plasma. Además, olía a una mezcla de aromatizante de manzana y canela y húmedad.
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Hasta después de la boda ©
RomanceHay ciertas cosas que Kathleen Foley desearía tener, entre esas: al novio de su mejor amiga. Ella está consciente de que eso es imposible, pero Dexter Montgomery es simplemente encantador, alguien por el cuál es demasiado difícil no caer. Pero cua...