Capítulo 3 | Dos personas y una rata.

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97 DÍAS ANTES DE LA BODA

—Adiós, nena. Si es necesario, sólo arrodíllate frente a Dexter y dale una mamada, ¿Vale? Eso siempre funciona —se despidió la morena, de descendencia latina, a su manera, como sólo ella podía hacerlo, causando que me atragantara con mi saliva, en medio de un cálido abrazo. La verdad es que desde que conocía a Marcia ella hacía ese tipo de comentarios obscenos y recuerdo que en un principio, solían ponerme nerviosa. Ya es costumbre. Sin embargo, siguen habiendo excepciones como cuando me toma muy desprevenida, tal y como acababa de hacerlo o cuando hay mucha gente a nuestro alrededor como también era el caso—. Probablemente me vaya unos días antes de la boda, quiero estar para la despedida de soltera. ¿Crees que pueda quedarme en tu casa? —agregó.

—¡Por supuesto! Estaría encantada de tenerte ahí. O tenerlos, en cualquiera que sea el caso —aseguré, apartándome para posar mis ojos verdes en su vientre. La verdad, no lucía como que hubiera algo ahí dentro, ni tampoco se había hecho ningún análisis de sangre o test de embarazo para confirmar, pero aún estaba la posibilidad. Y ahora que ya estaba digiriéndolo, la idea de que Marcia tuviese un bebé me hacía ilusión, ya que quizás podría hacerla sentar cabeza. O tal vez no.

—Eh, prefiero que sólo tengas que recibirme a mí. Pero te prometo que serás la primera en saber cuándo me haga la prueba, en nueve días —cercioró, dándole un trago a su vaso extra-grande de expresso—. Mántenme informada, ¿quieres? Si es demasiado insoportable, acribilla a Alex, hazlo parecer un suicidio y echa su cadáver al río. O sólo propínale una patada en los testículos. ¡Ah!, pero no sin antes haberlo manoseado. Bueno, eso si sigue igual de caliente que la última vez que lo vi en...

—¡Calla! —la interrumpí, cubriéndome la cara con una mano, avergonzada. Las personas que caminaban de nosotras cerca aminoraban su marcha, sólo para oír la cháchara de la morena. Ella puso los ojos en blanco.

—¿Qué importa? ¡Es algo de lo más normal! —se defendió ella, elevando sus brazos en el aire frenéticamente—. ¡No es como estamos rodeados de puritanos que nunca en su vida han visto un pene o que sea ilegal!

Unas monjas que transitaban a la entrada, se voltearon a mirar, como si acabasen de escuchar al mismo Satán. Tres adolescentes en cambio, rieron por lo bajo. Mierda. Sentí el calor ascender desde mi cuello a mis mejillas y, supe entonces que debía en serio cortar el rollo y decirle adiós a mi amiga.

—Gracias por robarte el coche de tu hermano para poder traerme —manifesté, esbozando una amplia sonrisa, tomándola de los antebrazos—. Nos vemos en unas semanas. Cuídate mucho.

—No hay problema. Tú también. Y... ¿Kath?

—Dime.

—Si matas a Alex, por lo menos deberías considerar asesinar también a la perra egoísta de Gale. Siquiera Alex no te ha quitado al hombre de tus sueños —razonó con tanta seriedad, que casi podría jurar que hablaba en serio. Resoplé, al tiempo en que ella se metió en el pequeño Mustang del 2005.

—No voy a matar a nadie. ¡Adiós! —voceé, empuñando las asas de mis dos maletas. Ella encendió el auto y lo puso en marcha.

—¡Tómalo en cuenta! ¡Hasta pronto, nena! —replicó ella, sacando su mano a través de la ventanilla y zarandeándola, hasta que estuvo demasiado lejos y se transformó en sólo un pequeño punto rojo en mi campo de visión.

Exhalé y emprendí mi camino hacia la entrada, arrastrando mis maletas por el piso recién pulido, con cuidado de no dejar caer a mi mascota, que reposaba en una jaula encima de las valijas.

La razón por la que le pedí a Marcia que me recogiera, en lugar de decirle a Dexter, era básicamente debido a que, el se había venido junto a su primo. Y lo cierto es que no quería tener que pasar más tiempo del estimado con él susodicho. Suficiente tenía con las cinco horas de vuelo, más el tiempo en que estuviésemos haciendo escala en Denver. ¡No tenía idea de por qué Dexter no pudo seleccionar sólo un vuelo directo, pero no podía quejarme cuando estaba brindándome todas las comodidades a su alcance!

Hasta después de la boda ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora