Capítulo 19 | Mantener las apariencias.

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66 DÍAS ANTES DE LA BODAS

Kathleen

Un sonido estrepitoso se reproducía junto al cómodo sofá-cama del sótano. Sí, todavía estaba evitando, a mi padre, habían sido dos exitosas semanas en la que no nos tropezábamos, el era muy predecible y seguro asumía que yo estaba quedándome con Gale, pero creo que yo no podría soportarla tanto tiempo.

Seguí intentando continuar durmiendo, sin embargo, cuando el ruido cesaba, al cabo de dos segundos se reiniciaba.

Extendí mi mano, para coger el móvil y deslizar el dedo para descartar la alarma, aunque ni siquiera recordaba haberla programado el día antes.

—¡Hasta que contestas! ¡Feliz día de San Valentín! —chilló, la indiscutible voz de Marcia, desde el otro lado del país. Gruñí, tapándome con la almohada—. ¿Dormías? ¿No esperas al menos un pequeño presente de San Valentín del bombón de Alex? —cuestionaba ella, incluso aunque había puesto el teléfono boca abajo, sobre el edredón—. ¡Kathleen, hola! ¡Contesta! ¡Levántate y brilla! No deberías ser así conmigo, una pobre mujer embarazada que debe despertarse temprano cinco días a la semana para trabajar, porque para mi desgracia, no formaré parte del cortejo de la boda del sobrino predilecto de mi jefe... —se quejó.

Aspiré aire, antes de abrir los ojos por primera vez en el día, y encarar a mi amiga, a través de la video-llamada, que sin querer atendí.

—¡Oh por Dios, te ves horrible! —me espetó, echándose hacia atrás de su silla. Estaba guapa, supuse que era porque esperaba a que algún hombre la invitara a salir esa noche, aprovechando que todavía no se le veía panza. Se había alisado el pelo, y tenía puesta una blusa abotonada, de chifón fucsia que resaltaba los lugares correctos de su busto.

—¿Qué esperabas? Acabo de levantarme —refunfuñé, quitándome el cabello revuelto de la cara y las lagañas de los ojos.

—Mira, si piensas acostarte con Alex hoy, deberás pararte un poco antes para arreglarte, sino quieres que piense que eres así de fea —aconsejó, escrutándome con sus ojos café.

—No pienso acostarme con Alex. Ni hoy, ni ningún otro día, lo siento —aseveré, sacudiendo la cabeza. Lo de ayer fue bastante raro, me vi a mi misma prácticamente insinuándole a Alex que fuéramos con Gale y Dexter a cenar y luego a ver a «Es Tan Jerry».

Parecía estar fuera de mí en total plenitud, sin embargo, tuve la imperiosa necesidad de hacerlo. Además de que, no había podido eliminar ésa pequeña parte de mí que no toleraba la idea de él y Elanese teniendo un día increíble juntos. Quizás sólo envidiaba que el tuviese oportunidad con alguien.

—Eres muy aburrida —Marcia hizo un puchero.

—Ya me lo has dicho.

Me erguí sobre la cama, para levantarme, y comencé a subir las escaleras con Marcia contándome un montón de anécdotas que habían sucedido en la compañía en mi ausencia. Nada del otro mundo, en realidad.

—¿Cómo está Leo? ¿Ya le dijiste sobre tu embarazo? ¿Qué está por convertirse en tío? —la interrogué, suspicaz, emprendiendo mi camino al dormitorio que compartía con mi hermana, para ir al baño.

—Eh... No. Todavía no le digo. Estoy esperándote, para que me ayudes y así el no pueda agobiarme —se excusó, a lo que yo permití que las comisuras de mi boca se elevaran hacia arriba.

—Nos vamos el lunes. Sorprendámoslo, ¿qué opinas? —inquirí, poniéndole crema a mi cepillo dental una vez en el baño.

—Que puede explotar de la emoción. Mejor no —se rehusó, dubitativa, mirando su reloj de pulsera—.  Cambiemos de tema, debe estar por venir para tomar su café de cada mañana, o para ver que estoy haciendo, mejor dicho... —decretó, entornando sus ojos cafés—. ¿Tú qué planes tienes para hoy?

Hasta después de la boda ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora