Capítulo 31 | Lo que el alcohol ha unido...

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11 DÍAS ANTES DE LA BODA

Observé la estructura que se blandía diagonal a mis ojos. Me era muy difícil creer que esa magnífica obra arquitectónica hubiese estado desde hace años a sólo veintidós minutos de mi casa y yo jamás la hubiese visitado. Ni una vez. Y ahora estaba fascinada. Una de mis partes favoritas de la profesión que escogí era el poder que tenía de plasmar una idea o un sueño, y verla progresivamente convertirse en realidad, tal y como plantar un árbol o criar un niño; es tan emocionante querer verlo cuando sea grande, y en este caso aunque yo ni siquiera me había dado cuenta de cuando empezó a construirse, me hacía ilusión estar contemplándolo ahora ya terminado.

El Puente Margaret Hunt Hill era asombroso. Estaba constituido por un enorme arco de acero con los cables torsionados que lo enlazaban con el rostro inferior del pilón curvo del mismo, y para ensamblarlo a la superficie, hilos de acero que descendían desde de la cima. Además, poseía un efecto visual como si los filamentos estuviesen siendo doblados en algún punto allá arriba, que sólo lo hacía más extraordinario.

Quizás no tanto como lo era el Puente Helix en Singapur, o el Puente Millau en Francia, pero para tenerlo a sólo un par de kilómetros de mi ciudad natal era... Sorprendente.

Y el único que me traería a una cita para explorar lo que Texas tenía por ofrecer, por supuesto, era Alex.

Así que la noche, la ubicación y la compañía no podían ser más idóneas.

Sin embargo, habían muchos temas importantes que quería tocar, que no me sabían bien del todo. Primero y más importante, quería indagar sobre nuestro futuro después de la boda, que sería de nosotros y nuestra relación, segundo había decidido hablarle del bebé que esperaba mi amiga y tercero, sacarle información de lo que sería la despedida de soltero de Dexter por insistencia de Gale que había vuelto a hablarme sólo para pedírmelo tal y como Marcia había dicho que ocurriría, y pues como sabía que no volvería a ver a Alexander sino hasta quizás la cena de en ensayo, entre la organización de las respectivas despedidas y finiquitar los últimos detalles para la celebración, así que quería aprovechar esta oportunidad.

Me aclaré la garganta.

—Tengo una pregunta... —comencé, llenando mis pulmones de aire. Era una noche preciosa, porque a pesar de la iluminación de la ciudad una que otra estrella era visible en el cielo.

—Dispara —pidió saber, mientras continuábamos nuestro trayecto a través de la caminería en el Parque Trinity, uno de los mejores lugares para visualizar el puente.

—¿Qué vamos a hacer... Después de la boda? —le inquirí finalmente, con la ansiedad y un alto grado de temor revoloteando en mi organismo. No quería sonar desesperada, pero me moría por saber que tenía en mente para cuando yo volviera a San Diego y el a Los Angeles. Si el planeaba seguirlo intentando, si el querría darle luz verde aún después del trato. Siempre asumí que así sería, pero nunca tuve el valor de preguntárselo hasta ahora.

Y estaba nerviosa sobre su respuesta, porque yo no quería perderlo por unos kilómetros de distancia. Me aterraba.

Fue cuando simplemente lo supe.

Estaba enamorada de él.

Así. Todo este tiempo a su lado en qué me cuestionaba el por qué provocaba todo eso en mí, porque me sentía capaz de todo junto a él y por él, porque lo disfrutaba tanto, porque me excitaban nuestras discusiones y diferencias... Me estaba vendando los ojos ante lo que sentía por él, porque tenía miedo de vivirlo, de lanzarme a lo desconocido. Después de Joel yo no había tenido que intentar nada más, con Dexter todo había sido un amor platónico en el que aguardaba desde las gradas como si el fuese el jugador de mis sueños, pero Alex...

Hasta después de la boda ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora