El viaje en carruaje siempre le parecía eterno; para Maurice, no era la primera vez que recorría esta ruta a Irlanda y aun así, seguía sin poder acostumbrarse, lo había convertido en un habito desde hace 9 años, solo que cada vez sentía que parte de el se quedaba en ese lugar cuando regresaba a sus deberes. Ya la juventud de la que gozaba se le había escapando de las manos, y la resignación de una vida solitaria lo habían llenado de resentimiento y de amargura; ¿de que le sirvió la fortuna que almaceno, si de todos modos había perdido lo que mas amo en la vida?, maldijo mil veces a los hombres que habían destruido su felicidad y esperaba verlos en el infierno solo para cerciorarse de que sufran lo que el sufrió en vida.
Se había convertido en esclavo del trabajo, aumentando sus ingresos y propiedades, también se había labrado un lugar importante en la sociedad ¿y todo para que?... ¿Quien gozaría de sus logros? ... ¿Quien se encargaría de su patrimonio si no tenia a nadie? ... No tenia hijos a quien heredar ... ya su única hermana había fallecido sin haber engendrado; sus padres habían muerto y ninguna de sus dos primas pudieron dar a luz a un varón... su titulo volvería a la corona y solo dios sabia que ese mismo titulo fue su sentencia a la desgracia.
-Mi lord, hemos llegado- le anuncio su cochero.
-Gracias Filiph.
Maurice bajo del carruaje y como siempre la hermana Lourdes lo esperaba en la entrada, siempre vestida con su habito negro y con su rosario colgando del cuello.
-Bienvenido su señoría, nos alegra tenerlo de visita como cada mes- dijo la monja- por favor sigame la madre superiora quiere hablar con usted.
- ¿Por que? ¿A sucedido algo grave?
-La madre superiora se lo dirá.
La ansiedad estaba comiéndole las entrañas, Amalia solo lo llamaba cuando algo grave pasaba y cada que lo hacia se sentía morir.
-Adelante- la escucho decir tras la puerta- Bienvenido lord Portmore, tome asiento, Hermana Lourdes asegúrese de que las cosas del conde sean llevadas a su habitación y que le tengan lista la merienda.
-Enseguida, con su permiso- dijo a la vez que se retiraba dejándolos a solas.
Maurice veía como la monja acomodaba unos papeles en su escritorio, todo estaba como siempre, limpio y perfectamente en orden, pero era lo ultimo que le importaba, solo quería saber para que lo había llamado.
-Y bien Amalia ¿Por que no te dejas de suspenso y hablas de una vez?
-Veo que sigues igual de mal educado querido amigo, pero esta bien hablemos directos- Amalia entrelazaba las manos y las apoyaba en el fino escritorio de caoba- Como sabrás, estos últimos 2 años la salud de la duquesa se ha visto comprometida debido a sus nervios, y esta ultima ocasión más fuerte que ninguna otra.
-¿Que es lo que le pasa a Lilian? ¿Necesitas mas dinero para su tratamiento?
-Maurice lo que Lilian tiene no se cura con dinero, cada día pierde mas la lucides, casi no come y se rehúsa a que las hermanas la bañen o siquiera la peinen- hizo una pausa para permitirle digerir lo que estaba por contarle- hemos tenido que amarrarla a la cama algunas veces para evitar que se lastime ...
-¿QUE? ... ¿Pero como se atreven? ... ¿Acaso yo les he dado esa autorización? o ¿Fue Edmond el que les dio la orden?- se levanto para encarar a la moja que seguía imperturbable en su asiento.
-A sido por su propio bien. El duque no tiene nada que ver, te recomiendo que te siente y te calmes.
-¿Como me pides eso? solo de imaginar que la tienen como una animal encadenado, es una Dama de alta cuna, ¿como pueden tratarla así?

ESTÁS LEYENDO
El Duque de Hielo (1° Saga corazones traicionados)
Historical FictionEL DUQUE DE HIELO La vida del duque de Weilburg no había sido nada fácil desde que murió su padre; había descubierto que no podía confiar en nadie, ni siquiera en la persona que se suponía debía protegerlo y amarlo. Desde ese momento se obligó a con...