El silencio en el carruaje era bastante incomodo. Después de despedirse del marqués y su hija, los von Hallen y el duque tomaron rumbo a la casa donde se hospedaban y durante todo el camino Edmond no dejaba de intercalar miradas entre lady Corinna y lady Emilia, comparándolas con la francesa.
"Lady Corinna tiene el mentón ligeramente mas perfilado mientras que lady Emilia tiene los labios mas carnosos, pero lady Corinna tiene las cejas finas en comparación de las rebeldes de lady Emilia... ¡dios mio! esto es tan difícil, las dos se parecen demasiado y para mi desgracia, las dos me recuerdan a la francesa; pero ahora mismo le pongo solución a esto"
-Lady Corinna ¿usted dijo que su padre las llevaba siempre con el de viaje?
La mayor de las von Hallen se sorprendió de que el duque quisiera conversar con ella y no con su hermana- Así es su excelencia, a todos lados.
- Me imagino que París debió de ser una ruta muy común; por lo que lord Walter comento, tienen varios negocios en Francia, ¿no es así conde?
-Así es lord Weilburg- respondió Collin en tono seco para que no volviera a preguntarle nada; ese duquesito ya lo tenia harto.
-Bueno, la verdad es que de Francia solo conocemos dos ciudades y ninguna es París- dijo Corinna.
¡Es mi oportunidad! pensó Edmond- ¿Así? vaya y ¿que lugares son esos que le han quitado importancia a la capital de la moda francesa?
-Lorena y Niza- respondió lady Emilia
¡¡¡Ehureca!!!
-Niza, vaya que coincidencia, yo también la conozco; es un bello lugar, las mejores fiestas a las que he asistido- al decir la palabra "fiestas" Edmond vio como la cara de Emilia asomaba una ligera sonrisa de complicidad hacia su hermana y llevaba su mano hacia el corazón de su collar.
-Eso es lo que se dice, ¿verdad hermana?
-Eso dicen- contesto lady Emilia y después se giro hacia la ventana del carruaje soltando un ligero suspiro, casi inaudible.
Bueno hay que dar la estocada final. volvió a pensar Edmond
-Lady Emilia disculpe mi atrevimiento, pero no pude dejar de notar el hermoso collar que lleva usted puesto, quisiera preguntar ¿donde lo a comprado? a mi madre le gustaría mucho uno igual- un escalofrió recorrió la nuca de Edmond al mencionar a su madre, pero de nuevo lo ignoro.
-Oh, bueno no sabría decirle donde fue comprado, fue un regalo de nuestra madre- contesto ella.
-Es un diseño exclusivo excelencia, madre mando ha hacerlos cuando eramos pequeñas, uno para mi hermana y otro para mi.
Bueno si son las hermanitas francesas, ahora solo me falta averiguar quien es mi pequeña coquine- Es una lastima, y ¿el suyo también lleva una esmeralda, lady Corinna?
-Bueno en realidad este es de mi hermana excelencia, el mio lleva un zafiro, pero... yo... lo extravíe.- esas palabras en boca de lady Emilia fueron música para sus oídos.
La cara de Edmond se ilumino y una onda de calor recorrió todo su ser, sentía tanta satisfacción... tanta ¿Emoción?, jamas lo hubiera pensado, ahora recordaba todo con claridad, la francesa le habia dicho que se llamaba Milly, diminutivo de Emilia y la hermana Corine demasiado sospechoso con Corinna; ¡pero eso que carajos importaba! él solo tenia ojos para Emilia... Emilia vaya que sonaba delicioso, tan provocativo, tan erótico, mucho mejor que Milly.
¡Oh moun cherie, ma petite coquine! definitivamente JAMAS te hubiera encontrado en Niza, y mucho menos hubiera reconocido a esa chiquilla bajo toda tu hermosa y exuberante piel... ¡así que esta es la mujer en la que te convertiste!- pensaba Edmond mientras la devoraba con la mirada, sin importarle que en el reducido espacio del carruaje, se encontrara lady Briest, lord Collin y lady Corinna. Cuando llegaron a su destino Edmond se apresuro a ayudar a bajar a Emilia y con un suave besamanos se despidió de ella.
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El Duque de Hielo (1° Saga corazones traicionados)
Historical FictionEL DUQUE DE HIELO La vida del duque de Weilburg no había sido nada fácil desde que murió su padre; había descubierto que no podía confiar en nadie, ni siquiera en la persona que se suponía debía protegerlo y amarlo. Desde ese momento se obligó a con...