Capitulo 11 (editado)

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El viento soplaba ligero por la ventana de la habitación, el leño de la chimenea se había consumido y el olor del coñac inundaba sus sentidos. Edmond se libero lentamente del brazo de la mujer que yacía en su cama y dejo que la sabana rodara por su cadera hasta quedar medio tendida en el suelo; nunca le había molestado su desnudes, no era un experto en esos temas pero sabía que tenía un físico muy detallado, ancha espalda y brazos trabajados, le gustaba el boxeo y montar a caballo,no era tan entregado a los deportes como su amigo el vizconde, pero le gustaba mantenerse en forma. EL duque se acercó a la ventana y se quedo mirando hacia la nada, al igual que otras veces, se sentía vacío, lo tenía todo y a la  vez nada, se tocó las marcas de las uñas que le dejo su amante en turno y se volvió para contemplar su pálida piel  entre las sabanas.

Hay estaba, desnuda y en calma, quien la viera no se imaginaría que era una prostituta, si no una de las musas de Miguel Ángel; se había quedado dormida después de tan exigente faena, así que Edmond se recostó a su lado quedando frente a ella y con una mano comienzo a moldear su figura, desde el muslo hasta la cintura pasando por su espalda hasta el hombro y de regreso, repitiendo varias veces el camino, alternándolo con caricias a su cabello castaño, observando sus facciones, sus delgadas cejas su nariz respingada y sus labios voluptuosos, era guapa no lo negaba, tal vez sin tanto maquillaje pudiera apreciarla mejor. Ella reaccionó a sus caricias, ronroneando y suspirando abrió los ojos y lo miro con pereza estirándose y dejando a la vista su cuerpo y todos los chupetes que había recibido del duque.

-Mmm Cherry, ¿buscas más de mí? - dijo retorciéndose ligeramente ante las caricias de Edmond, mientras este le daba pequeños besos en el cuello y bajaba por su cuerpo.

-Eres muy exigente muon amor, pero te costara otro par de monedas.

-Preocúpate por complacerme que para eso te pago, ya veremos cual es la cuota final- le dijo con voz seductora obligándola a que se pusiera a horcadas sobre él.

-Nada barato te saldrá, no suelo quedarme mucho tiempo- le decía mientras se acomodaba de forma que solo se frotaba sobre el dejándolo sentir que ella estaba más que lista para recibir lo completo.

-Bueno entonces, dejaré mis bolsillos vacíos porque te quedaras hasta que me harte de ti- le dijo y con un solo movimiento se introdujo en ella tomándola por las caderas marcando el ritmo que debía tomar sobre él; normalmente, solo fornicaba una vez y ya, pero esa noche no deseaba estar solo, tenía una necesidad de llenar el hueco de su pecho y sabía que en la mañana regresaría a estar igual, pero, por lo menos esa noche seria diferente. Lo hicieron otras dos veces y antes de que amaneciera Edmond le estaba pagando a la prostituta para que se retirara; al terminar de vestirse, la mujer se dirigió a la puerta girando en seco y diciéndole con voz cantarina:

-Un placer hacer negocios con usted mi lord- le lanzo un beso con la mano- no me molestaría dejarle otra vez sin un penique.

Edmond la miro abrir la puerta mientras le decía eso, y antes de que saliera por completo la vio asomarse de nuevo para verlo.

-Una cosa mas Cherry, soy Lulu no MILLY- le guiño el ojo y salio.

Esas palabras lo dejaron helado, ahora sí que se había vuelto loco, ni siquiera se percató de haberla llamado así, en que cabeza cabía que él fantaseara con una mocosa, se levantó de golpe y fue hacia el baño donde había quedado la tina a medio llenar y se metió de golpe en el Agua fría, y allí se quedaría hasta que su raciocinio regresara a su cuerpo.

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En un lujoso camarote, Emilia dormía  en calma  y profundamente hasta que su hermana la despertó sin delicadeza alguna.

El Duque de Hielo  (1° Saga corazones traicionados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora