Ese dije... en verdad se parece al de ella, pero... ¡no! imposible. Esa sensación en su pecho era igual que el en Hyde Park; Edmond se sentía extraño, su corazón se habia alterado ligeramente y en su cabeza las imágenes de la francesa lo estaban bombardeando.
-Mi lady si me disculpa- dijo Edmond levantandose a la mitad del segundo acto.
Emilia se sobresalto un poco, pero habia decidido concentrarse en la obra- Adelante excelencia.
En cuanto Edmond salio del balcón, saco de su bolsillo el collar que siempre cargaba desde que se dio cuenta que estaba en su poder aun después de tantos años, por que en cuanto lo veía, los recuerdos de ese viaje a Francia sustituían los fantasmas que siempre lo asechaban. Lo observaba meticulosamente; cada curva del corazón y el pequeño zafiro en el centro, los diamantes alrededor... IMPOSIBLE... NO PODÍA SER... cuantas posibilidades habia... era una en un millón.
Entonces hizo el mayor esfuerzo para recordar ese momento en el que la francesa le habia dado el collar; recordaba haberle echado en cara presentarse en ese baile escandaloso y hacerla llorar:
"-Ya no llores, para que veas que perdono tu imprudencia, te ayudaré a buscar a esa hermana tuya y las llevaré de regreso, después de eso espero NUNCA MÁS encontrarme contigo, ¿de acuerdo?
-Mi hermana trae una mascara igual que la mía pero en rojo y va vestida de negro.
-Pues eso no ayuda mucho, la mayoría de las damas traen mascaras rojas y vestidos negros, tontita.
-No me llame así, mire usa un collar igual, ninguna dama traería algo así, nuestra madre mandó a hacerlos especialmente para nosotras, pero el de ella es verde."
Edmond se sentía incrédulo, no podía ser verdad, ni siquiera se parecían. La francesa era menuda y pequeña y lady Emilia era algo mas alta que la coquine y con curvas acentuadas; pero las dos tienen el cabello castaño y los ojos marrones, ademas, la coquine estaba en el baile con su hermana y lady Corinna apenas y podía andar sin tropezar... la coquine tendría unos veintidós o veintitrés años y lady Emilia se veía mas joven.
Otra cosa... lady Emilia y lady Corinna son Austriaca, ademas vio a lady Emilia en el muelle peleando con su primo en Alemán; así que era bastante la distancia entre Niza y Austria... "pero la coquine dijo que su padre viajaba mucho y que siempre las llevaba al igual que lady Corinna dijo de su padre". Una voz en su interior le recordó ese otro detalle.
- ¡NO NO Y NO! igual es solo una coincidencia. ¿Que tal si la francesa lo habia engañado para que anduviera como tonto buscando?
Definitivamente su mente no estaba ayudando mucho en estos días. ¡Como si de repente el collar de lady Emilia fuera verde!, en ese caso la que seria la coquine seria lady Corinna, ella si se parecía de veintitantos y también tenia el cabello castaño y los ojos oscuros. La verdad era que ambas hermanas se parecían muchísimo, pero...no podía ser lady Corinna ¿no? la coquine no era coja... y ella... bueno usaba un bastón. Edmond que descarto la posibilidad, fingiendo que eran solo delirios suyos.
Ya mas tranquilo, por haber descartado la idea, regreso al balcon cuando la obra ya casi estaba por finalizar. La escena se encontraba en la parte del regreso de las tropas victoriosas trayendo a Tancredi moribundo a causa de las heridas recibidas en combate. Solamir, al morir, habia garantizado el honor e inocencia de Amenaide. Tancredi perdono a su prometida y muere en sus brazos. Edmond Observo a lady Emilia limpiándose las lagrimas silenciosas que corrían por sus mejillas "Como podrías ser tu, si tu eres todo desborde de feminidad y ella solo una pequeña descocada", pensaba mientras la miraba conmovida por la escena entre Tancredi y Amenaide.
Los aplausos ovacionaban a los actores y a los cantantes así como a los músicos y al director. Los caballeros se pusieron de pie para abrirles el paso a las damas y salir del balcón , y los ojos de Edmond se dirigieron al collar de lady Emilia; ¡ ahora si que se sentia intranquilo! habia descubierto que la piedra era verde, no podía ser más que una simple coincidencia... el tenia el azul y ella el verde entonces eso significaba que.... ¿Ella?- pensó mientras desviaba la mirada hacia Lady Corinna.
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En cuanto el marqués y el conde habían regresado, Emilia se habia acomodado en su asiento tratando de no hacer contacto visual con el duque. Definitivamente mataría a Corinna por andar de presumida, ¿ahora que haría? la mirada de ese hombre le dejo en claro que no se le pasaría por alto el incidente. Minutos después el segundo acto comenzaba, ya una vez acomodados todos en sus lugares, Emilia sintió como el duque se inclinaba ligeramente hacia ella para poder susurrarle algo:
-No se preocupe mi lady, la perdono por su pequeño engaño- y como siempre hacia cuando estaba nerviosa, se llevo una mano al cuello para jugar con su cadena.
-No se de que me habla- dijo con voz temblorosa- no le he engañado, simplemente me pareció grosero interrumpirlo- trato de disuadirlo mientras soltaba el collar y se disponía a tomar su abanico para disipar el bochorno que sentía, pero recordó haberlo dejado en el carruaje al bajar, así que decidió mejor poner su atención a la obra.
Era la mitad del segundo acto cuando el duque se habia excusado por retirarse, eso la puso más nerviosa, a lo mejor lo habia ofendido, ¡¿Y si los dejaba botados en el teatro?... no, no creía que el duque les hiciera esa grosería, a lo mejor ocupaba ir al servicio... ¡si debe de ser eso!. Emilia decidió relajarse y mejor disfrutar del resto de la obra; era su primera vez en le teatro así que mejor dejaría de pensar en nimiedades.
Los ojos comenzaron a picarle de las lagrimas que brotaban y que se deslizaban por sus mejillas; estaba tan conmovida por la escena, ver a Tancredi herido y moribundo entre los brazos de Amenaide declarándose el profundo amor que se tenían y perdonándose los engaños y la desconfianza...era... cautivador, ciertamente no habia puesto mucha atención en la primera parte por estar distraída con las atenciones del duque, pero eso no le quito emoción a la obra.
Emilia estaba tan concentrada en no llorar, que ni siquiera se dio cuenta de cuando el duque regreso y se sentó es su lugar hasta que el telón cayo y la gente comenzó aplaudir vigorosamente; fue en ese momento, que se noto la mirada tan intensa del duque sobre ella y su hermana. En cuanto estuvieron fuera, vio como la cara del duque se ponía pálida y con un gesto de desconcierto, pasaba la mirada de Corinna a ella sin siquiera disimular.
-¿Le sucede algo lord Weilburg?,se ha puesto pálido- le pregunto su hermana.
Emilia lo vio fijar sus ojos en Corinna, y eso la hizo sentir incomoda, la miraba como si acabara de descubrir algo, mientras que su hermana lo observaba confundida y con el ceño fruncido y una punzada de celos la atravesó.
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El Duque de Hielo (1° Saga corazones traicionados)
Ficción históricaEL DUQUE DE HIELO La vida del duque de Weilburg no había sido nada fácil desde que murió su padre; había descubierto que no podía confiar en nadie, ni siquiera en la persona que se suponía debía protegerlo y amarlo. Desde ese momento se obligó a con...