Todo estaba preparado para la GRAN BODA DEL SIGLO, había rumores de que el mismo rey estaría presente, pero eran solo eso... rumores. La boda se realizaría en la enorme propiedad del vizconde de Chester, con un estilo muy clásico de la época de oro, enormes jardines y elegantes decoraciones. A pesar de lo que la gente creía, no hubo muchos invitados a la boda, más que socios de negocios de ambas familias, amistades cercanas y gente que apreciaba a los Weilburg y los Von Hallen.
Todo estaba perfecto, los manteles blancos bordados en color marfil, una extensa alfombra que cubría el camino de la entrada hasta el gran salón donde seria el baile; el banquete con los manjares mas exquisitos y flores por todos lados.
Emilia se encontraba en su habitación completamente lista. Parecía una princesa, con su hermoso vestido blanco con un moderado escote en "V" con fino encaje, bordados de delicadas flores, con cristales y perlas; no era muy ceñido ya que tenia una estupenda figura, su falda tenia los mismos detalles que el escote, al igual que el velo. No podía dejar de mirarse en el espejo, era tan feliz, solo unos minutos más y seria la esposa de Edmond para siempre. De a poco comenzó a recordar todo lo que había pasado en el año que tuvieron que esperar...
Londres, un año antes.
Dos semanas después de darle santa sepultura a la duquesa viuda, Edmond había tomado la decisión de seguir adelante y le había pedido a ella que fuera su acompañante en el baile de uno de sus socios; Emilia había dudado un momento por todo lo que pasaron, pero al final accedió, Polette al fin los había dejado en paz y un poco de diversión no era tan malo.
-Te vez hermosa- Le había dicho Edmond al verla- Seré el hombre mas envidiado.
-Usted también se ve muy elegante excelencia- dijo coqueta Emilia- pero creo que seré yo, la que correrá el riesgo de ser devorada por las leonas.
-Por favor dime Edmond, seras mi esposa así que no le veo el caso a las formalidades- Edmond la guío al carruaje, donde ya esperaban las otras damas.
-No crees que es demasiado pronto para ir a una fiesta, acabamos de..
-No lo creo querida, mi luto termino el día que llegaste a mi. Además, a mi madre nunca le gusto verme triste.
-En ese caso, apurémonos.
El salón de los Pickle era algo pequeño y la gente se conglomeraba por todos lados, no había rastros de Polette, pero aun así tenia un mal presentimiento. Tal y como Edmond había dicho, muchas miradas estaban sobre ellos, pero eso parecía no importarle a su prometido; bailaron una y otra vez, pasearon por el jardín, regresaron a bailar... y en un segundo su prometido se había perdido entre la multitud. Había caído en una trampa de la hija del Márques.
Polette intento chantajear a su duque y al verse rechazada, se araño la cara y los brazos, rasgo su vestido y salio llorando y gritando en medio del baile, diciendo que Edmond había intentado abusar de ella; las personas mayores que se encontraban en el lugar, estaban indignados y escandalizados, pero los que en verdad conocían a Polette vieron todo muy sospechoso.
Gracias al cielo todo quedo aclarado después de tanto revuelo, pero Ingrid fue la mas afectada por el odio de la muchacha, pues Polette se había puesto a investigar sobre ellas, revelando cosas de su pasado: pero el barón había acudido a su rescate e hizo creer a la gente que eran más calumnias de la muchacha. Obviamente el Marqués -avergonzado por su hija- tomo la decisión de marcharse del lugar y al día siguiente lady Polette se encontraba de camino a España, como castigo por su mal actuar.
Presente...
-Emilia, querida estas lista te estamos esperando- dijo Ingrid.
-Si si ya voy- dijo al salir de su estupor, se dio una última mirada al espejo y tomo su enorme ramo nupcial- bueno a seguir adelante.
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El Duque de Hielo (1° Saga corazones traicionados)
Ficción históricaEL DUQUE DE HIELO La vida del duque de Weilburg no había sido nada fácil desde que murió su padre; había descubierto que no podía confiar en nadie, ni siquiera en la persona que se suponía debía protegerlo y amarlo. Desde ese momento se obligó a con...