Emilia sintió como alguien tiraba de su brazo y en menos de lo que imagino se estrellaba contra el pecho de ese hombre.
-¡¿TU?! -las posibilidades son nulas, sí como no, se dijo en la mente- Suélteme ¿acaso está loco?,¡si eso es, está loco de remate!
La gente circulaba por todos lados, la música se convertía en un vals muy apasionado, y demasiado atrevido, en una fiesta decente jamás hubiera formado parte del repertorio.
-¡Oh, Cherry! aprenderás que nadie se burla de mí.
Edmond tomó a la joven entre sus brazos y comienzo a dar vueltas con ella por toda la pista, sus manos casi rodeaban su estrecha cintura y sentía sus pequeños pechos chocar contra sus pectorales, la mirada de angustia y enojo que despedían esos ojos marrones le divertía y fascinado distinguió unos ligeros matices de verde en el iris, su labios rosados y su piel amielada, definitivamente la haría pagar por su insolencia.
Emilia trataba y trataba de zafarse pero era imposible, sus brazos la sujetaban con fuerza y se podría decir que más que seguirle el paso, el la cargaba como una muñeca de trapo; volvió a mirar esos ojos azules, a primera impresión parecían amables y vivos pero en un pestañear se tornaban fríos y llenos de soledad; de pronto sintió como el se detenía y arrastrándola de un brazo, la llevo hasta un pasillo oscuro y solitario del salón y el miedo aumentaba con cada paso que daba.
-¡Suélteme, canalla, animal, auxilio! ¡Por dios que todo el mal que piense hacerme se le devuelva mil veces!-pero sus palabras eran inútiles, el solo la miró fugazmente y con una sonrisa cínica siguió arrastrándola.
Edmond no le haría nada solo quería darle un escarmiento, le robaría un par de besos o tal vez le tocaría un pecho y luego la soltaría y listo se iría al hotel a esperar a Huge y Liam, pensaba por dentro; pero su pequeña distracción provoco que ella lograra zafarse de su agarre; y en un intento por alcanzarla, la mascara de ella cayo al suelo dejando ver su dulce y angelical rostro de niña... de ¡¿QUE?!.. ¿NIÑA?. No podría creerlo, quedo paralizado al ver que la mujer que intentaba manosear era solo una chiquilla, tal vez no mayor de 14 años
-¡Pero que demonio!...¿acaso esta loca?, ¿que rayos haces aquí mocosa? - si alguien lo veía con ella estaría metido en un enorme problema, de pronto escucho que alguien se acercaba y sin pensarlo la tomo de la mano y salio corriendo hasta llegar al jardín.
ERROR, había sido un terrible error haberle hecho caso a Corinna, su mascara estaba en el suelo y el hombre la miraba iracundo, Emilia estaba más que petrificada, sentía que en cualquier momento brotarían las lágrimas que picaban en sus ojos. Él estaba gritando cuando escucho pasos, entonces de un tirón la llevo al jardín; ¡maldita sea! no sabía si su hermana la buscaba o si seguía tonteando.
-Por favor, no me haga nada, yo solo acompañaba a mi hermana, debe estar buscándome, déjeme ir se lo suplico-, si era necesario se arrodillaría ante el...
-Así que querías jugar a ser niña grande, ¿Sabes lo que te pudo haber pasado?, en este lugar no hay caballeros ni damas decentes y tu hermana es una estúpida por traerte.
-Ella no me trajo yo quise acompañarla, yo... yo solo quería algo de aventura, por favor milord, mi padre viaja a muchos lados y siempre nos lleva con él, pero nunca nos deja salir... le juro que jamás desobedeceré de nuevo, pero deje que me vaya.
-Aventura, no cabe duda que todas son iguales sin importar la edad, mírate ni siquiera eres debutante y ya estás pensando en aventuras, y ¿qué esperabas encontrar, payasos y muñecas con las que jugar?
Emilia ya no pudo soportarlo más y las lágrimas empezaron a salir descontroladas por sus ojos, las piernas le temblaron y se dejó caer a suelo, se sentía estúpida; en cierto modo era verdad ¿que se supone que esperaba encontrar?
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El Duque de Hielo (1° Saga corazones traicionados)
Ficción históricaEL DUQUE DE HIELO La vida del duque de Weilburg no había sido nada fácil desde que murió su padre; había descubierto que no podía confiar en nadie, ni siquiera en la persona que se suponía debía protegerlo y amarlo. Desde ese momento se obligó a con...