Capitulo 31 (editado)

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Edmond aseguro su invitación a la opera ofreciendo su balcón privado; este se encontraba situado en el segundo piso y enfrente del escenario, al igual que el balcón del rey tenia la segunda mejor vista del teatro, y más privacidad para hacer lo que tenia pensado. Durante toda la tarde se pudo percatar que lady Emilia lo miraba discretamente, pero no podía adivinar de que modo, si con molestia, admiración, o deseo... así que para poder averiguarlo, tuvo que coquetear muy pero muy discretamente con lady Polette- que no hacia otra cosa mas que incordiarlo con su voz empalagosa- y entonces, se dio cuenta de que su pequeño bocadillo lo miraba con recelo y desaprobación; eso para el era una dulce invitación...

-Gracias "mamita" por tu grandiosa idea de conseguir un balcón en el teatro- dijo con burla- por lo  menos ya puedo sacarle provecho a eso.

Con toda la alevosía y ventaja, el duque de Weilburg se había ofrecido a pasar por el conde y sus primas en su carruaje, y mientras iba en camino, su mente comenzó a divagar en la madre superiora,que le habia dicho en una carta que su madre se encontraba delicada de salud y que su condición parecía empeorar cada día, incluso que cada vez  era mas agresiva durante sus crisis;  creía que tal vez si lo veía... si el la visitaba, pudiera clamar un poco su ansiedad.

Edmond sabia que eso no pasaría, su madre habia perdido completamente la cordura y cada vez que intento verla antes de enviarla a st Clarens lo confundía con su padre y se ponía histérica, así que solo le respondió que no podía ir, por que no podría soportar verla así, y que le daba autorización para actuar de cualquier modo ante una nueva crisis, o que se dirigiera con Portmore si así lo creía conveniente. Un nudo se le habia formado en la garganta cuando el recuerdo de los cuidados que Lilian le daba cuando se enfermaba de niño le atravesaron, pero los borro de su mente al sentir el carruaje detenerse; sin esperar a que su cochero le abriera la puerta Edmond se apresuro a salir y tocar la puerta; una sonrisa ya muy familiar para el fue lo primero que vio al abrirse la puerta.

-Su excelencia, bienvenido pensamos que se habia arrepentido de venir- dijo la muchacha- adelante por favor.

-Lady Corinna espero y disculpen mi retraso, mi cochero dio mal una vuelta pero al fin estoy aquí- le decía mientras le besaba el dorso de la mano- se ve usted muy bella.

-Gracias milord, pero le puedo garantizar que mi hermana me supera en ese aspecto- le dijo guiñándole un ojo.

-Lord Weilburg- lo saludo Collin.

-Rosenau- le contesto en tono seco.

-Buenas noches duque- saludo lady Ingrid rompiendo la tensión entre los hombres.

-Lady Briest muy buenas noches, es difícil decir con precisión cual es la mas bella- y era verdad, Edmond contemplaba a la mujer de arriba a bajo, era muy hermosa- se ve usted muy bella también.

-Gracias lord Weilburg- sonrió la dama- es usted muy galante, permitan me subir a buscar a Emilia...

-¡No!- casi casi grito Corinna- Digo, Ingrid querida no te molestes yo, iré a buscarla.

-¿Estas segura?- dijo Collin- Ingrid puede subir más rápido.

-Yo lo haré primo- su comentario la habia irritado; cojeando, comenzó a subir las escaleras.

Edmond se daba cuenta- hasta ese instante- que lady Corinna usaba un bastón y que cojeaba, lo que lo hizo preguntarse, ¿que le habría pasado?, ahora recordaba haber sentido algo raro en sus brazos cuando la cargo para bajarla de la calesa, pero no le dio importancia en ese momento. Edmond jugaba con su sombrero de copa esperando que las dos mujeres aparecieran, odiaba llegar tarde -Aunque en realidad aun era buena hora- miraba su reloj de bolsillo cuando una voz llamo su atención.

El Duque de Hielo  (1° Saga corazones traicionados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora