Sintiendo como si su alma hubiera sido zarandeada por una fuerza inmisericorde, Zelda seguía mirándose al espejo. No entendía por qué su corazón latía de forma acelerada y sus mejillas ardían. Era una sensación sumamente desconocida para ella, sobre todo porque salió a flote al ver a su futuro esposo en esa tierna escena con la yegua.
- Creo que la pelea que ocurrió en la ciudadela me ha puesto nerviosa. Mejor iré a tocar el violín para calmarme y dejar de pensar en tantas tonterías. – se dijo a sí, tensa.
Decidida a dejar de lado sus extraños pensamientos, la joven se acercó a tomar su preciado instrumento, para luego dirigirse a su balcón, sitio en donde empezó a entonar las dulces notas de una canción.
...
Una vez que Link terminó de acariciar a la herida yegua, se despidió de ella para dirigirse a su habitación a descansar. Estuvo caminando tranquilamente por los jardines, hasta que una dulce melodía lo obligó a detenerse, estremeciéndolo.
- Qué hermosa música... ¿De dónde vendrá? – pensó para sí mismo, ensimismado.
Link afinó sus oídos y pudo notar que el sonido venía de cierto balcón del palacio.
- Ese lugar... es la habitación de Zelda.
Sin pensarlo, escaló un gran árbol hasta llegar a la copa, y cuando se sentó en una de las ramas, descubrió a la princesa deleitada tocando su instrumento. Link analizó cada uno de los gestos y movimientos que la joven hacía al tocar el violín, y eso se sumaba al estremecimiento de su propia piel al escuchar cada nota. Se sentía extasiado observándola, tan dulce y delicada, tan atractiva y hermosa... tan seductora.
- Qué apasionada... – pensó en sus adentros.
Se ruborizó enormemente al tener esos pensamientos sobre la princesa. Jamás en su vida había visto a una persona apasionarse tanto por alguna actividad, en especial a una mujer como ella, única y misteriosa.
El joven prefirió dejar sus ideas de lado. Más bien, cerró los ojos y se dejó llevar por la armonía del momento, pues el descubrir a su prometida en tan increíble situación lo había impactado en sobremanera.
...
Con prisa llegó el fin de semana, y con ello el anuncio formal del compromiso de la princesa Zelda y el príncipe Link.
De la misma manera en la que lo hizo cuando su hija nació, el rey decidió convocar a su pueblo para que se entere de la gran noticia. No hizo una pomposa y exclusiva fiesta como todos hubieran esperado, pues los jóvenes no deseaban tanto alboroto, incluso estos estaban vestidos con la elegancia que los caracterizaba a diario, mas no con caras y ostentosas ropas de fiesta. Aquello se reservaría para la boda. Para ellos no había motivo para celebrar, pues no se sentían felices con su forzada unión, la que únicamente se debía haber dado por amor. Por lo menos esa idea iba del lado del caballero, pero no de la dama.
Todo el público se encontraba dentro de la sala principal del palacio, se sentían ansiosos por escuchar a su gobernante revelar la desconocida noticia por la que fueron llamados, sin imaginarse que esta se relacionaba a aquella que había hecho hace muchos años.
- Amado reino de Hyrule, es una felicidad para mi esposa y para mí tenerlos en nuestro hogar, el que nunca duden que es el suyo también. Como muchos sabrán, en especial los de mayor edad, hace veinte años, la Familia Real de Ordon y la nuestra los reunimos aquí para anunciar el compromiso de nuestros hijos. Tenemos la dicha de anunciarles que el anhelado día ha llegado, pues dentro de un mes el príncipe Link y la princesa Zelda unirán sus vidas en sagrado matrimonio con la bendición de las Diosas. – anunció el rey Daphnes, alzando la voz con ímpetu.

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Almas unidas
FanfictionDesde tiempos inmemoriales, las almas de la Princesa del Destino y del Héroe Elegido por las Diosas han estado unidas. No sólo han renacido varias veces para acabar con el mal que amenaza al mundo, sino también para amarse el uno al otro. Por eso, c...