6. Eterna unión

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Luego de un mes transcurrido, el momento del enlace matrimonial de los príncipes había llegado. Ya solo faltaba un día para el gran acontecimiento, donde todos los empleados del palacio y otros expertos en el tema finalizaban los últimos detalles para la celebración, en el cual se honraría a los recién casados y recibirían todas las bendiciones de las Diosas.

Esa tarde, la princesa se encontraba en la casa de alta costura del reino para probarse su vestido de novia. Junto a ella, estaban su madre y Gracielle. El semblante de Zelda no se parecía en lo absoluto al de una mujer feliz y dichosa por probarse su traje, pues se sentía dolida al saber que faltaba menos de un día para unirse en matrimonio a un hombre al que no amaba, ni amaría jamás.

Las tres mujeres estaban sentadas en la sala de espera, hasta que la modista le pidió a la novia que pase al probador.

- Buenos días, princesa. Venga conmigo, por favor.

- Buenos días. Enseguida voy.

Zelda se levantó siguiendo a la modista y se encerró en el probador por varios minutos, pero una vez que estuvo lista, las cortinas se abrieron y se mostró frente a su madre y amiga.

El vestido de Zelda era color blanco. La parte de arriba ceñía a su figura, pues era un strapless que mostraba sus hombros descubiertos y estaba forrado del más fino encaje; tenía un seductor, pero discreto escote en corte de corazón y el borde del mismo adornado con finos diamantes; la parte de abajo tenía forma de "A", los bordes de la falda estaban decorados con los mismos diamantes de la parte de arriba, y el velo que adornada su cabeza estaba hecho del mismo material de la zona de arriba del vestido; este era sostenido por una pequeña corona de oro blanco y zafiros, la que la identificaba como Princesa de Hyrule.

La reina Celine y Gracielle se quedaron con la boca abierta al ver lo hermosa que se veía la princesa, estaban completamente seguras que deslumbraría con su belleza en el momento de la celebración.

- ¡Por las Diosas, hija mía, estás bellísima! – exclamó, emocionada.

- Amiga, eres la novia más hermosa que he visto en mi vida. Te ves magnífica.

A pesar de los halagos de su madre y amiga, la princesa no se sentía feliz. Reconocía que el vestido era increíblemente hermoso y le quedaba a la perfección, sin embargo, eso no fue suficiente para cambiar su triste mirada.

- Se ve preciosa, princesa, el vestido le quedó mejor de lo que imaginé. Regresemos al probador para quitárselo. Mañana temprano se lo enviaré al castillo.

- Gracias. – respondió, seria.

Gracielle pudo notar la tristeza en los ojos de su amiga. Luego observó a la reina, quien a pesar de que sonreía, se le veía un aire de preocupación. La joven tenía deseos de preguntarle por qué obligaba a su hija a que se case con alguien a quien no amaba, pero prefirió no incomodarla con sus dudas.

...

Link se encontraba en los campos del reino junto a su amigo Cocu. Ambos llevaban a una recuperada yegua a su esperada liberación. El animal se sentía contento de volver a tocar el suave pasto de la pradera, mucho más en compañía de su salvador.

- ¡Por fin estás totalmente sana, amiga! Tu recuperación ha sido lenta, pero me alegro de que ya estés mejor. – manifestó el príncipe, alegre.

La yegua respondió con alegría a las palabras del joven, pues sabía que él era el responsable de su exitosa mejoría.

Cuando ya se encontraban apartados del castillo, Link le quitó las riendas y se despidió del animal, apenado.

- Creo que ha llegado el momento de despedirnos. Espero que no te olvides de mí y que algún día me visites. ¡Ahora ya eres libre!... Adiós, amiga.

Almas unidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora