45. Grandes verdades

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El sepulcral sonido se había apoderado del ambiente, reemplazando los escandalosos ruidos que hace un momento se habían escuchado en el sótano de la misteriosa mansión.

La joven espadachín observaba impactada al héroe elegido, quien la miraba con seriedad mientras esperaba una respuesta a su pregunta. Las palabras se habían desvanecido de su mente; por primera vez no sabía cómo resolver la situación.

- Te hice una pregunta, Ashei. ¿De dónde conoces a Zelda? – preguntó Link, serio.

La joven, mostrando un semblante enfurecido, se acercó hasta el príncipe y le arrebató la pictografía que tenía en sus manos, para luego hacer lo mismo con la pequeña caja que estaba encima de la mesa.

- ¿Qué haces aquí? ¡Cómo te atreves a revisar este sitio! – exclamó Ashei, exaltada.

- Yo no estaba revisando nada, lo estaba ordenando.

- ¿Ah?

- Señorita Ashei, lo que dice Link es cierto. Fue mi hermano Flero el que provocó este desastre. – aclaró Navi, nerviosa.

- Sí, señorita, fui yo el que hizo todo. Perdone. – confirmó Flero, avergonzado.

- ¡No entiendo nada! ¿Por qué están aquí? ¿De dónde salió esa extraña criatura que está abrazando Serbot? – preguntó la joven, confundida.

La joven volvió a observar con espanto al espíritu de la Espada Maestra, momento en el que Link se cubrió el rostro por haberse dado cuenta que Fi había sido descubierta. El inicio del día había sido desastroso.

- Fi, regresa a la Espada Maestra, por favor. – ordenó el joven.

- Lo que usted diga, amo.

- Navi, Flero, les pido que ustedes también se vayan. Quiero hablar a solas con Ashei.

Desvaneciéndose de los brazos del robot, Fi ascendió rápidamente a la habitación para adentrar al arma, siendo seguida por su admirador, quien desesperado le rogaba que no se fuera de su lado. Por otra parte, las hadas obedecieron las órdenes del héroe y se retiraron.

- ¿Quién ese extraño ser? – preguntó Ashei.

- Es una larga historia que por el momento no hay tiempo de explicarte. Necesito que me respondas lo que te pregunté. – dijo Link.

La joven simplemente evadió la mirada del príncipe, sintiendo como la ansiedad crecía dentro de ella de manera inmisericorde.

- ¿Qué es lo que está pasando aquí?

Dante entró de improvisto al sótano al escuchar las voces de Link y de su hija conversando sonoramente.

- Papá... – exclamó sorprendida.

- ¿Qué sucede, hija? ¿Por qué están en el sótano?

El hombre observó detenidamente el desorden, preguntándose en sus adentros la razón de aquello. Sin embargo, en el momento que posó su mirada en su hija, que tenía en sus manos una caja, se extrañó.

- ¿Qué es eso?

- ¡No, papá, no es...!

El hombre hizo caso omiso a la petición de su hija. Abrió la caja y se impactó enormemente por lo que estaba dentro.

- Esto es...

- Papá...

- ¡Dijiste que te habías deshecho de estas cosas! ¿¡Cómo es posible que me hayas mentido!? – exclamó enojado.

- Yo... – expresó la joven, angustiada.

El hombre se sintió terriblemente enojado al saberse engañado, pero esa sensación fue apaciguándose al ver que Link se encontraba en el sitio.

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