51. El Héroe del Crepúsculo

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Esa noche la fría ventisca se encontraba devastadora en los terrenos del Pico Nevado, azotando las pocas ramas de los árboles sin vida que estaban en el sitio, agitando los ventanales de aquella milenaria mansión.

Padre e hija, junto con el hada Flero, se encontraban en el taller de su hogar, pues en ese lugar se estaba realizando una importante labor. Ashei brindaba apoyo, mientras que Dante era el que se encargaba del trabajo pesado; desde hace bastante tiempo intentaban revivir a aquel robot que Link había encontrado en el galeón hundido.

El hada se encontraba explorando los rincones del taller, curiosa de saber con qué objeto podría distraerse, pues la actividad que estaban realizando padre e hija, le aburría. Sin embargo, su acción fue detenida por Ashei.

- Ni se te ocurra husmear en lo que no te incube, hada. Recuerda lo que hemos hablado sobre la importancia del orden y el respeto a los bienes ajenos. – dijo Ashei, con tono autoritario.

- Sí, señorita Ashei, sé que con sus estric... digo, grandes enseñanzas, no he hecho nada malo desde que estoy viviendo aquí. – contestó Flero, nervioso.

- Porque no te lo he permitido, sino ya la casa estaría patas arriba. Puedes mirar lo que quieras, pero sin desordenar nada. ¿¡Entendiste!?

- ¡Bien, le prometo que no haré nada malo!

Mientras el hada siguió en su exploración, padre e hija empezaron a conversar.

- Ya llevas más de un mes tratando de devolverle la vida a esta hojalata. Pienso que deberías darte por vencido. – sugirió Ashei, desganada.

- Yo no pierdo la esperanza de que reviva. Cuando encontramos a Serbot nos demoramos mucho tiempo en hacer lo mismo, y al final valió la pena. El que persevera, alcanza. – dijo Dante, demostrando seguridad.

- ¿Ah sí? ¿Entonces por qué no aplicas ese pensamiento a lo que hemos hablado todo este tiempo?

- Ese caso es distinto... Me sorprende que hayas cambiado de parecer después de todo lo que ese tipo te hizo. ¿Acaso todavía lo amas?

- Yo... ¿amarlo? Claro que no. – respondió, evadiendo la mirada de su padre.

- ¿Estás segura? Pues con la insistencia de todos estos días me demuestras lo contrario.

- Eso no tiene nada que ve. Simplemente, lo hago como un acto de justicia, pues las palabras de Link fueron sinceras. ¿Acaso dudas de él?

- Yo no dudo del príncipe, por algo le confié nuestro secreto. Lo que no creo es que ese miserable...

- Shad, papá... así se llama.

- ¡Cómo sea que se llame! Lo que quiero decir es que Link fue sincero contigo, pero estoy seguro de que fue engañado por Shad. – contestó el caballero, indignado.

- ¡Link también tuvo problemas con esa mujer, papá! Todo fue producto de la brujería, no debería sorprenderte.

- No sé, hija... puede ser que tú lo hayas perdonado, pero yo no.

- Yo no he dicho que he perdonado, solo te dije que me he dado el tiempo para pensar las cosas. Talvez Shad si fue inocente después de todo, pues nunca tuvo nada real con esa mujer. – dijo, demostrando malestar en sus palabras.

- Dejemos de hablar de ese tema, no puedes pedirme que pase por alto todo lo que sufriste. Si fueras madre me entenderías.

- En ese caso nunca te entenderé, pues apartada de todos y "muerta", nunca podré tener hijos. Ni de Shad, ni de nadie.

- ¿Y si le digo a la reina Rutela que te presente a algún pretendiente? – preguntó, mostrándole una sonrisa a su hija.

- ¿Perdón?

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