28. La llama sagrada de Farone y el regreso de un antiguo enemigo

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Link y Navi estaban seguros de que morirían a manos del Stalfos, pues el golpe que recibió el joven en la cabeza no le permitió mantenerse de pie, sin embargo, las cosas fueron totalmente distintas, pues un desconocido sujeto los salvó de las garras de la muerte.

En ese instante, el príncipe, con dificultad, se incorporó del suelo y se puso a analizar detenidamente a su salvador.

Era una persona con el rostro parcialmente cubierto, solo se podía visualizar un ojo color carmesí, pues el otro estaba cubierto por un mechón; en su cabeza portaba un gorro blanco con unos listones rojos, y debajo de este podía verse la caída de sus largos cabellos dorados, recogidos por una trenza. Su traje estaba conformado por un entero color azul con blanco, el signo de un ojo lanzando una lágrima en el centro del mismo, y varias vendas cubriendo sus brazos, piernas y dedos; también había otros objetos complementando el traje, como algunas lanzas amarradas a su cadera y parte de las piernas.

- Por fin te encuentro, héroe elegido. – dijo el recién llegado.

El príncipe estaba enmudecido, no sabía qué responder frente a esa enigmática persona, pues por alguna extraña razón lo intimidaba en sobremanera. Por otra parte, Navi decidió calmarse luego de semejante susto y agradecer al individuo por estar a salvo.

- Muchas gracias por habernos salvado, de no ser por ti mi amigo y yo hubiéramos muerto. Ese golpe en la cabeza lo dejó pasmado.

Luego de eso, Link salió de su ensimismamiento y decidió acompañar al hada en sus palabras.

- Muchas gracias por tu ayuda. Permíteme presentarme, mi nombre es...

- Link, sé perfectamente cuál es tu nombre...

El príncipe se sintió confundido. ¿Cómo era posible que esa persona sepa su nombre? No recordaba haberla visto nunca, aunque debía reconocer que por alguna desconocida razón se le hacía familiar.

- El mal ha regresado a invadir este mundo, y por esa razón es necesario que el Héroe Elegido por las Diosas lo venza por medio de la Espada Maestra, la única arma capaz de repeler todo lo dañino y oscuro que nos rodea. Joven Link, para fortalecer la espada, necesitas imbuirla con las llamas sagradas que la formaron en el inicio de los tiempos. La primera está en esta región, escondida dentro de una destruida caverna gobernada por una envejecida estatua; la segunda se encuentra en la cima de un gran volcán, donde la lava y el fuego arrasan de manera inmisericorde con todo lo que se les cruza, y la tercera está en un barco que se encuentra hundido en las profundidades de las más frías y congeladas aguas.

- ¿Cómo sabes tú todo eso? ¿Quién eres tú? – preguntó el joven observándolo con recelo.

- Yo soy el último de los descendientes de los Sheikahs... mi nombre es Sheik.

- ¿Sheikahs?

- Somos una antigua raza que se ha dedicado al cuidado de la Familia Real de Hyrule desde tiempos inmemoriales.

- Entonces, ¿ustedes están relacionados con la familia de la princesa Zelda?

- Así es...

- ¿Por qué nunca he escuchado nada sobre ustedes?

- Por ahora no necesitas esas respuestas, todo te será revelado a medida que avances en tu periplo.

Definitivamente, ese joven era sumamente misterioso para el príncipe. Navi también estaba confundida, pues al igual que Link sentía que conocía al individuo, incluso hasta pensó que detrás de ese pañuelo cubriéndole el rostro se escondía un gran e importante secreto, pero debido a su poca memoria para recordar hechos centenarios, no logró responderse a sí misma.

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