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Karen traía unas enormes gafas de sol y sus labios se adornaban con un color rojo intenso.

— Solo tengo una hora — indicó la mujer mientras entraba a un pequeño departamento.

— En algunas partes del mundo existe la costumbre de dar los buenos días — ironizó Jeremy dejando la taza de café que estaba tomando sobre la mesa. — ¿Sigues molesta?

— No he podido olvidar la sonrisa burlona que tenías cuando dijiste que mi hijo había preferido trabajar contigo antes que conmigo — gruñó ella. — El irrespeto es algo que no puedo tolerar... Te veo y lo único que me provoca es...

La mujer se acercó a él, tomó su cuello y atrajo su cara hacia ella para darle un apasionado beso en sus carnosos labios.

•••

Mientras tanto, Maluma salía por fin de la oficina de presidencia de Calvin Klein. Justin, que llevaba rato esperándolo, lo encaró en el pasillo.

— Ni siquiera te voy a preguntar cómo hiciste para entrar en Calvin Klein — dijo el rubio. — Imagino que ya no hay vuelta atrás porque cuentas inexplicablemente con el apoyo de la junta directiva.

— ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte, Justin? — preguntó el de barba.

— Sí, necesito hablar contigo, Maluma.

— Por supuesto, con mucho gusto. Habla con mi representante, pide una cita y te veré en cuanto pueda — bromeó.

— No se trata de mi campaña, a la que por cierto consideras predecible y perdedora — recriminó. — Esto se trata de algo más serio, se trata de algo... personal. Quiero que hablemos de ti y de mí. Y si es posible, ahora mismo.

— Ah, si es así, entonces dime dónde hablamos.

— En la cafetería, acompáñame.

De ahí, fueron a sentarse en una mesa libre.

A Justin le parecía algo imposible tener a Maluma sentado frente a él después de cinco años, tanto que solo podía verlo sin pronunciar palabra alguna.

— Me da tanta alegría verte, Justin — inició el otro rompiendo el incómodo silencio. — ¿Quieres algo?

— No, pide algo para ti, si quieres.

— Estoy muy bien así, gracias.

— Deja de fingir que no nos conocemos.

— Hey, solo quiero evitar la habladuría de tus compañeros — aclaró el otro.

— Como sea, tengo algunas preguntas para ti... — dijo Justin.

— La campaña está excelente, eres el mejor en esto — halagó. — Solo estaba bromeando, no quiero perjudicar tu trabajo, créeme.

— No me refiero a tu nuevo antojo.

— Entonces te suplico que no me preguntes por qué te abandoné — pidió Maluma directamente y sin rodeos.

El Guardaespaldas IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora