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— Tomé el primer vuelo con destino a Nueva York junto a mi hija — explicó Melissa. — Quería verte.


— Será mejor que te vayas.


— Tranquilo Justin, no vine a armar un escándalo ni nada parecido, eso es cosa del pasado.


— ¿A qué viniste, Melissa?


— Te pido que me escuches. Lo siento, Justin. Me ha costado mucho tiempo admitirlo, pero reconozco que me equivoqué, me equivoqué en todo lo que hice y te pido perdón.


— Creo que es un poco tarde para eso...


— Bueno, mi padre, que en paz descanse, me enseñó que nunca es tarde para pedir perdón. Cuando pienso en lo que te hice...


El rubio tragó grueso.


— Por favor, no sigas.


— Justin, escucha...


— No, no quiero seguir escuchándote. A mí también me costó mucho olvidar y no quiero volver atrás. Me hiciste pasar uno de los peores momentos de mi vida, así que te voy a pedir que te vayas.


— No vine de visita, Justin. Vine para quedarme. La directiva quiere sea la nueva imagen de esta joyería, así que, confío que con el tiempo, podamos ser amigos, otra vez.


— ¿Eres la nueva imagen de la joyería? — preguntó confundido. — ¿Maluma sabía esto?


— No lo sé. ¿Por qué tendría que saberlo?


— Él es el nuevo presidente de esta joyería. ¿No lo sabes?


— Oh... No, no estaba enterada, pero tranquilo, mi intención no es molestar.


La pelirroja miró a Dylan.


— ¿Y quién es este niño tan hermoso?


— Dylan Bieber... — dijo el pequeño algo apenado.


— ¿Es tu hijo, Justin? — preguntó sorprendida.


— ¿Se puede saber qué pretendes, Melissa? — cuestionó el otro.


— ¿Yo? Nada. Perdóname si te molesta mi presencia, pero la directiva me ha pedido ser la nueva imagen de la joyería y yo acepté. No les voy a fallar ahora.


— ¿A qué estás jugando?


— Yo solo estoy intentando reparar mis errores. Eso es todo.


— Aléjate de mí y de los míos — ordenó. — Sé que estás fingiendo y no me gusta nada todo esto.


— Está bien, pero si no tienes ningún inconveniente, estaré en la sala de juntas esperando la reunión con la directiva.


— Haz lo que tengas que hacer, pero lejos de mí.


El rubio tomó a Dylan de la mano e ingresaron en el elevador.


El Guardaespaldas IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora