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— Mi papá y la mamá de Shawn son amantes... — susurró Justin sin poder salir de su asombro.


— No lo puedo creer... — agregó Pattie. — Ahora entiendo tantas cosas.


— ¿Qué locura estás diciendo, Rowan? — preguntó Karen.


— No es ninguna locura, Karen. Tú lo sabes muy bien.


— No sé qué es lo que pretendes con este circo — dijo la mujer. — Esta es una broma de muy mal gusto.


— Es suficiente, Rowan... — dijo Jeremy.


— No, suficiente es lo que me hicieron ustedes a mí.


— ¡Basta, Rowan! — demandó Karen. — No puedes acusarnos sin pruebas.


— ¿Quieres pruebas?


— Sí. Quiero ver cómo demuestras lo que estás diciendo.


El hombre sonrió y se detuvo frente a su rival para mirarlo sin parpadear.


— Jeremy, desmiente en este momento lo que estoy diciendo delate de todos. Di que es mentira. Di que no amas a Karen.


Jeremy observó las caras de los presentes, haciendo énfasis en Karen unos segundos.


— Rowan tiene razón, Karen y yo hemos estado juntos desde hace tres años. Amo a Karen. Ella ha sido la mujer más importante de mi vida todo este tiempo.


— Qué asquerosidad es esta... — murmuró Shawn con el corazón roto. — Entonces, la infiel era mi mamá. Qué estúpido fui.


— Mi querida esposa... — agregó Rowan sonriendo. — El día de tu cumpleaños, te regalo mi mayor verdad, que es tu mayor mentira.


Karen sintió las miradas y cuchicheos de los presentes. Una lágrima se deslizó por su mejilla.


— Rowan, no había necesidad de llegar a todo esto... — dijo Jeremy.


— Te equivocas, Jeremy. Porque mi mundo se derrumbó esa noche en la que vi a mi esposa besándose con mi rival. Lo único que se me ocurrió en ese momento fue inventar que me habían asaltado.


— ¿Lo del asalto fue una mentira? — preguntó Karen.


— Sí, pero hay más. No satisfecha con haberme sido infiel con mi rival, le metiste en la cabeza a mi hijo que el infiel era yo. Shawn me despreció por tu culpa y además, te encargaste de ensuciar el nombre de mi amor de juventud, Pattie.


Karen no pudo más, dio media vuelta y salió del lugar. Cuando iba llegando al baño, Shawn la detuvo antes de entrar.


— ¿Qué es todo esto que mi papá acaba de decir? — preguntó su hijo.


— Ahora no, Shawn. Mira cómo estoy.


— ¡A mí no me importa cómo estés! Mírame a mí, a mi papá. Nos destruiste, mamá. Destruiste a esta familia.


— Tú no sabes cómo han sido estos años junto a tu papá...


— ¿De verdad me vas a decir que todos estos años a su lado fueron malos? Eres peor mujer de lo que yo pensaba.


— Shawn, no te voy a permitir...


— ¡Tú a mí me lo permites todo! — interrumpió. — ¡Eres un disfraz, mamá!


El Guardaespaldas IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora