73

534 39 43
                                    

Brad estaba listo para entregarse a la policía. Solo preparaba sus cosas en la habitación.


— ¿No crees que debemos hablar con él, mamá? — sugirió Ellie.


Bonnie asintió y ambas lo acompañaron.


— Brad, antes de que te entregues, queremos que nos escuches — dijo su hermana. — Mamá y yo queremos decirte algo.


— No hace falta que digan nada — bufó Brad. — Ya está todo dicho.


— Debes escucharnos, hijo. A pesar de todo yo sigo siendo tu madre — recordó Bonnie. — Y una madre nunca debe abandonar a sus hijos ni empujarlos al abismo.


— Ya estoy en el fondo de ese abismo, mamá.


— Bueno, si sientes que lo estás, mi deber es extenderte la mano para sacarte de ahí.


— Yo también estoy dispuesta a ayudarte — dijo Ellie. — Sé que mereces otra oportunidad.


— Los engañé a todos. No pueden perdonarme después de lo que he hecho.


— Desde luego que no. No vamos a perdonarte, vamos a ayudarte — indicó su hermana. — Eso es algo muy diferente.


— Tampoco voy a seguir dándote mi apoyo para que sigas siendo un irresponsable... — agregó su madre.


— Brad, si estás realmente arrepentido, tendrás que comenzar de nuevo — dijo la otra. — Poniendo todo de tu parte para que puedas cambiar.


— Y como ya lo hice una vez, te retiro mi apoyo económico, pero no el amor de madre — indicó Bonnie. — Esa equivocación no la repito nunca más.


— Lo mismo te ofrezco yo, Brad. Cuentas conmigo para salir adelante. Has demostrado que puedes ser el mismo de antes. El hermano que no quiero perder.


— No puedo aceptar lo que me ofrecen, es demasiado... — lamentó el otro. — Además, no me espera un futuro muy prometedor.


— El futuro depende de ti, hijo. Te encuentras en un punto de partida. Tú decides, te elevas... o te hundes para no volver a levantarte.


— Lo voy a intentar... — sonrió con sus ojos humedecidos. — Pero antes, necesito que me hagan un favor.


Ambas mujeres se observaron confundidas.


Ellie se dirigió a la entrada de la casa para hablar con uno de los oficiales.


— Oficial, antes de que se lleven a mi hermano, quisiera pedirle un favor — dijo la mujer. — Él necesita hablar con alguien a solas.


— ¿Cree que sea conveniente? — preguntó el oficial.


— Le aseguro que mi hermano no intentará huir. Le doy mi palabra.


Entretanto. Jeremy entraba a su loft, sacó algo de dinero en efectivo, tomó su pasaporte y preparó su equipaje rápidamente.


No se percató que su hijo estuvo observándolo desde el sofá todo este tiempo.


— Justin... — susurró en sorpresa. — ¿Cómo entraste?


— ¿Lo olvidas? Una vez me entregaste unas llaves de emergencia. Aunque eso no importa ahora.


— Justo te iba a buscar para explicarte todo...


— Eso es mentira. Ibas a escapar sin decirme nada, pero no importa, es mejor que esto termine así. Tú y yo no tenemos nada de qué hablar.


El Guardaespaldas IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora