— Espera... Espera... Un momento, Paulo... — negaba Madeline. — Creo que aquí hay una confusión... Andrew y yo tenemos un hijo.
— Jacob no es hijo de Andrew — explicó el ojiverde. — Su semen nunca fue apto para fecundar tus óvulos, lo intentamos varias veces, pero no funcionó.
— ¡Cállate, Paulo! — ordenó Andrew.
— Y tuvimos que recurrir a un donante... — agregó Paulo.
— Andrew... Dime que esto no es cierto — suplicó Madeline aún incrédula. — Dime que Jacob sí es nuestro hijo, que no me has engañado todos estos años, por favor.
Pero Andrew fue incapaz de contestar.
— Entonces es verdad... — susurró la fotógrafa con lágrimas al caer.
— Lo siento mucho, Madeline — lamentó Paulo. — Andrew no quería arruinar la ilusión que tenías con ser madre y yo también me presté para este engaño.
— Esto no puede estar pasando... Esto es una pesadilla.
— Tenemos que hablar a solas — dijo Andrew. — Hay muchas cosas que debo explic...
Pero Madeline lo interrumpió estampando su mano contra la mejilla de su esposo.
— ¡¿Qué demonios me vas a explicar?! — exclamó alterada. — ¡¿Que escupiste sobre lo más importante que tú y yo teníamos?! ¡¿Que me hiciste creer todos estos años que yo no podía tener hijos cuando el que no podía eras tú?!
La castaña tomó su bolso y salió inmediatamente del consultorio.
— ¡Eres un traidor! — exclamó el engominado.
— ¡Piensa lo que quieras! — respondió el ginecólogo.
— No es lo que quiera, es la verdad. Yo confié en ti y pensé que ibas a hacer lo que habíamos acordado.
— ¿Cómo quedé yo delante de Madeline? — preguntó Paulo. — ¡Como un mentiroso!
— ¿Por qué me hiciste esto? ¡Me traicionaste, Paulo!
— ¡Me pedías demasiado!
— ¿Te pedí demasiado? ¡Tú me prometiste no decirle nada a Madeline!
— Porque yo no hice nada, lo planificaste tú solo, yo no tuve nada que ver con eso. Además, yo nunca te prometí nada.
— No importa como haya sido, tú sabías que de esto dependía mi felicidad y tú me traicionaste.
— Yo reaccioné a tiempo, porque Madeline no merece eso.
— Ah, Madeline no se lo merece, pero yo sí...
— Sí, te mereces todo lo que está pasando porque tú lo planeaste — dijo Paulo. — Ahora asume las consecuencias de tus actos.
— En mala hora se me ocurrió confiar en ti, Paulo. Siempre fuiste un inútil, desde que éramos niños y vivíamos en el orfanato.
ESTÁS LEYENDO
El Guardaespaldas III
أدب الهواةCinco años han pasado desde que Justin Bieber se mudara a Nueva York, ahora, convertido en un genio publicitario de Calvin Klein, comenzará a hacer, de manera inesperada, lo que nunca quiso: Trabajar también junto a su padre en la joyería familiar. ...