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Seis años atrás, tras aceptar una oferta de trabajo de Calvin Klein, un destruido Justin llegaba a su nuevo hogar, creyendo que Maluma se había casado y lo había perdido para siempre, pero pronto apareció ante él, declarándole su amor y reconciliándose.


Durante unos meses, ese fue su nido de amor, hasta que Maluma lo abandonó sin darle explicaciones.


Y ahora, ese lujoso penthouse con vista a Central Park, sería después de seis años, el escenario para que Justin y Maluma descargaran tanto amor retenido durante mucho tiempo.


Justin mantuvo a Maluma en aquella pared sin romper el beso, le desabrochó el cinturón, desabotonó su pantalón, bajó el cierre, le descubrió un poco y vio su abultado miembro reflejado en su ropa interior.


Con sonrisa cómplice, colocó sus manos por los lados de aquella cintura y bajó su ropa interior hasta dejar al descubierto su trozo, que comenzó a endurecerse poco a poco.


Justin bajó quedando a esa altura, comenzó a rozarlo con su aliento al mismo tiempo que subía lentamente sus dedos por el abdomen del latino.


El cuerpo de Maluma vibraba como olas, desde sus piernas hasta su garganta, dejando escapar tímidos gemidos.


Justin tomó decididamente el miembro del de barba en su mano y lo apuntó hacia su boca, viendo salir una gota transparente de su ranura, formó un aro con sus labios, sujetó con firmeza el trasero del otro en cada una de sus manos y Maluma entendió que solo debía empujar.


Y así lo hizo, pero el rubio, presionando su boca, lo hacía desesperar.


Justin acariciaba el trasero del otro y subió sus traviesas manos hasta llegar a aquel duro pecho, pellizcó sus pezones y sintió cómo latía su agitado corazón.


Maluma se quitó la camisa, la arrojó a un lado y en un furioso arrebato hundió sus dedos en el rubio cabello del otro, tomando el control de su cara.


Ejerció presión en su cadera metiéndole todo su miembro en la boca por completo y comenzó a moverse desesperadamente.


El sabor de aquel chico era fantástico. Justin lo sujetó firme de la cadera y enrolló su lengua en la punta de ese duro trozo mientras terminaban de despojarse de la poca ropa que les quedaba.


Maluma estaba por estallar de la excitación que Justin le producía.


El de barba ayudó a terminar de desnudar al rubio y este continuó succionando desde sus testículos hasta la punta, pasando por su ombligo, para luego subir hasta sus pezones y morderlos.


Maluma se quejaba silenciosamente.


Justin mordisqueó el cuello del otro e inmediatamente lamió su oreja, cosa que lo calentó aún más.


Sin decir nada, Maluma cargó a Justin hasta la que era su habitación y tumbándose en la cama, acarició cada centímetro de su piel, mientras el canadiense pudo sentir aquellas temblorosas manos recorrer su cuerpo.


Ambos sentían que sus cuerpos temblaban entre el placer y los gemidos.


Los dedos del pelinegro bajaban, clavando sus cortas uñas y logrando erizar la piel del rubio, para luego llegar al trasero de este, apretándolo y deslizando sus dedos en la entrada.


El Guardaespaldas IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora